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Ni Líbano ni Afganistán: San Lorenzo de El Escorial tomado por los blindados
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Ni Líbano ni Afganistán: San Lorenzo de El Escorial tomado por los blindados

Llevaba el serrano e internacional pueblo de San Lorenzo de El Escorial una semana de avatares varios e incomodidaes mil. Un pueblo acostumbrado a recibir visitas

Llevaba el serrano e internacional pueblo de San Lorenzo de El Escorial una semana de avatares varios e incomodidaes mil. Un pueblo acostumbrado a recibir visitas de calado y que es molestado hasta la sinrazón cada vez que el ilustre de turno decide visitarlo. Sea quien sea.

Ayer por la mañana le tocaba el turno al cortejo de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, encabezado por el Rey y el heredero Don Felipe. El pueblo fue tomado para la ocasión. “A las ocho y media de la mañana, esperando el bus en la parada, a la que me había costado llegar mucho más de lo normal por los mil cortes de calles y desviaciones, me sorprendió la aparición ruidosa y aparatosa de varios tanques”, comenta una vecina. Eran en realidad BMR (acrónimo de Blindado Medio sobre Ruedas), vehículos blindados ligeros de seis ruedas fabricados en España por Santa Bárbara Sistemas, y que el Ejercito prevé sustituir por su antigüedad y falta de seguridad por unos nuevos blindados. Será para 2011, pero hoy, para un roto, vale un descosido y no importa que sea atravesando por en medio de la perpleja población. Y en hora punta.

Por las calles se paseaban militares de todo tipo, de camuflaje o de gala, guardias civiles en cada esquina, en cada control: desde la puerta del Valle de los Caídos, en la carretera de Guadarrama, más protegida que un veinte ene de hace años, hasta la puerta de la Basílica. Los pocos aparcamientos libres no estaban permitidos para el vulgo, que al fin y al cabo es el que paga los impuestos. “Yo llevo a mis hijos el colegio de los Agustinos, situado dentro del Monasterio, y durante toda esta semana pasada no hemos podido acceder al mismo por la puerta principal, sino que lo hemos estado haciendo por la trasera, por las cocinas. No es de recibo. ¿Por qué no estran ellos por la cocina?", se quejaba una señora.

Y, ¿dónde estaba, por cierto, Pere Navarro a esa horas? El director de la Dirección General de Tráfico debía haberse pasado a las doce del mediodía por las calles San Lorenzo para ver como se respetaban, por la otra punta, los límites de velocidad, los cruces y las señales, los aparcamientos en segunda  tercera fila, los pasos de peatones... Y se entiende que no sólo era el Opel blindado del Rey o las Harley de su escolta lo que se excedían, no. Los ediles, el eterno alcalde del pueblo, Fernández Quejo, la presidenta de la comunidad, Esperanza Aguirre y su séquito, todos tenían vía libre para llegar puntuales a misa, que oficiada el arzobispo castrense Juan del Río.

El imponente órgano de la basilica recibió a los ilustres invitados con los acordes del himno nacional. Llevaba la basílica engalanada desde el viernes porque que también se celebraba el domingo la fiesta del Corpus Christi. Es lo que se llama matar dos pájaros de un tiro. Todo para el pueblo pero sin el pueblo, que además es el que paga, insisto, porque al final  y por la incesante lluvia de junio no hubo celebración de la tradicional parada militar en la Lonja, que  es a lo único a lo que el españolito de a pie puede acceder, y este año, ni eso. Valgan las molestias y el vino de honor servido en el Patio de Carruajes, ya.

Por supuesto, sólo las calles por las que el cortejo había anunciado su paso, habían sido limpiada de pintadas, de ramas molestas de árboles, de piedras que se mueven al paso hasta de una bicicleta -pedazo de obra y de comisiones disfutadas por el ayuntamiento pepero- de tierra en el asfalto, de hierbas entre el granito… Todo perfecto para la ocasión. Ya se sabe, una vez que pase el Rey, ya nada importa.

Tanta gloria lleven como paz dejan.

Llevaba el serrano e internacional pueblo de San Lorenzo de El Escorial una semana de avatares varios e incomodidaes mil. Un pueblo acostumbrado a recibir visitas de calado y que es molestado hasta la sinrazón cada vez que el ilustre de turno decide visitarlo. Sea quien sea.

Rey Don Juan Carlos