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Los humos de Aznar y la rebelión contra la Ley Antitabaco
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Los humos de Aznar y la rebelión contra la Ley Antitabaco

El donostiarra José Eugenio Arias se ha convertido en el William Wallace de los sempiternos fumadores. La rebelión contra la Ley Antitabaco que ha emprendido este

El donostiarra José Eugenio Arias se ha convertido en el William Wallace de los sempiternos fumadores. La rebelión contra la Ley Antitabaco que ha emprendido este hombre, dueño de un asador en Marbella que, según se dice, es el favorito de José María Aznar, no ha debido gustarle mucho al ex presidente del Gobierno, quien dejó el vicio de fumar hace ya unos cuantos años.

La guerra mediática ha estallado. El dueño del asador ha colgado un cartel en la puerta para atraer a los asiduos a la nicotina de Marbella, quienes podrán seguir disfrutando del pitillo en su local.  El restaurante que montó este vasco en el feudo euskera en Andalucía, movido por sus afición a las cosas del comer y con el objetivo de que fuera un auténtico asador, tal y como se conocen en su tierra, ha terminado por convertirse en la trinchera contra la nueva ley.

Tras esta revuelta, una pareja de la Policía Local de San Pedro de Alcántara se personó en el local y aconsejó a Arias que retirara el cartel. No tuvieron éxito. El dueño les contestó que “el único que puede decir que aquí no se enciende un cigarro es un juez”, y siguió ahumando sus  pimientos de Guernica. Lo único que le faltó a este hostelero fue comunicarse en vasco con los agentes, que no paraban de repetirle que la multa para fumador y propietario es, según la reincidencia, de 30 a 100.000 euros. Finito el asunto.

Lo que pierda en multas, lo ganará en rentabilidad mediática. Los buenos churrascos del asador han convertido el restaurante en el convento gastronomico de José María Aznar desde que el ex presidente adquiriese hace unos años una propiedad en Guadalmina, reserva de vascos nacionales. Ahora bien, en su próxima estancia no sabemos si cambiara de asador, ya que tras abandonar el vicio no tolera los humos.

Él se ríe cuando algunos le dicen que al dejar el pitillo perdió una de las que habían sido sus señas de identidad. Hasta el año 2000, el líder del PP se  fumaba un par de paquetes de Winston cada día. Hasta que una mañana tuvo una visión en el Barrio Rojo de Ámsterdam y decidió tirar su ultima cajetilla. Él cuenta que lo vio todo claro, que llegó a la cafetería de su hotel tosiendo como una vieja. Tosía que se atragantaba. Llevaba un cigarrillo encendido en la mano, lo miró, tosió congestionado, lo miró de nuevo y lo espachurró en un cenicero. “Se acabó. No vuelvo a fumar”.

No volvió a encender un cigarrillo nunca. Mediante perseverancia, lo consiguió. Eso sí, a cambio, engordó unos kilitos. Así que se propuso adelgazar. Y, gracias a dicha visión, todos hemos podido contemplar esos espectaculares pectorales que luce cuando hace footing por su urbanización Guadalmina. Benditas consecuencias de dejar el tabaco. Y agur a los ternascos y las morcillas.

El donostiarra José Eugenio Arias se ha convertido en el William Wallace de los sempiternos fumadores. La rebelión contra la Ley Antitabaco que ha emprendido este hombre, dueño de un asador en Marbella que, según se dice, es el favorito de José María Aznar, no ha debido gustarle mucho al ex presidente del Gobierno, quien dejó el vicio de fumar hace ya unos cuantos años.

Tabaco Marbella José María Aznar Botella