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El Porsche de González-Bueno y las mañanas ruidosas de Castellano
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El Porsche de González-Bueno y las mañanas ruidosas de Castellano

Galicia todavía no se cree lo que pasa con sus viejas cajas de ahorro. Bueno, con la única existente, la resultante de fusionar a la coruñesa

Galicia todavía no se cree lo que pasa con sus viejas cajas de ahorro. Bueno, con la única existente, la resultante de fusionar a la coruñesa Caixa Galicia y a la viguesa Caixanova. La riesgosa operación de concentración dirigida por el presidente autonómico Alberto Núñez Feijóo necesitó de la llegada del venerado José María Castellano, el gallego que alumbró Inditex a la derecha de Amancio Ortega, y del dinero del FROB, nada menos que 2.500 millones, para poder intentar salir adelante.

Esta semana, el salvador de Novagalicia se ha paseado por distintos medios para vender el proyecto del nuevo banco, donde asegura "estar haciendo un servicio público a mi país". La gira de presentación ha sido junto a su número dos y consejero delegado, César González-Bueno, el que fuera responsable de ING-Direct en España y hasta ahora jefe para toda Europa del banco holandés, al que la solución del banco malo donde aparcar los 11.500 millones de ladrillo que aglutinan no le parece mala idea. 

Aunque las buenas intenciones son evidentes, como cree el Banco de España, en la propia Galicia se cuestiona ya a los referentes del proyecto. Sobre todo, por algunos detalles que están dando que hablar. Uno de ellos tiene que ver con la llegada de González-Bueno a la ciudad de Vigo, donde se ha trasladado a vivir. Las pequeñeces del sitio han dado pie a que sus paseos en Porsche, en plena crisis y con el discurso de los ajustes todo el día en la boca, acaparen las tertulias más viperinas.

Como nuevo vecino es fácil dar que hablar, incluso para mal. Y a González-Bueno empiezan ya a cortarle trajes a medida, unas veces por la ostentación de su fondo de garaje, una afición de la que es un reconocido amante (compite habitualmente en carreras de deportivos), y otras por la buena compañía que luce cuando hace vida social. Con este caldo de cultivo, hay quienes están seguros de que al primer patinazo al frente de la caja los cuchillos van a empezar a volar de manera indiscriminada. 

El aclamado Castellano también lleva su ración de crítica. A la espera de que consiga los 1.000 millones prometidos, de momento sólo hay 150 por delante, algunos paisanos han perdido la paciencia. Hace unas semanas, varias decenas de personas se manifestaron un sábado por la mañana ante la puerta de su vivienda, un precioso edificio señorial en el centro de La Coruña. El incidente, un remedo de cacerolada, incomodó sobremanera al presidente de la caja, que esos días tenía invitados en casa.

Nadie dijo que sería fácil, pero los apoyos por aclamación que imaginaba Castellano han durado menos de lo previsto. Sobre todo en cuanto el dinero tarda en retratarse. Este impasse ha hecho que el primero en ponerse de perfil sea Feijóo, como buen político, actitud que ha mosqueado al jefe de Novagalicia. La tabla de salvación pasa porque los gallegos del exilio con fortuna crean en el nuevo proyecto. Otros inversores, los fondos oportunistas, estarán dispuestos siempre que puedan mandar.

Galicia todavía no se cree lo que pasa con sus viejas cajas de ahorro. Bueno, con la única existente, la resultante de fusionar a la coruñesa Caixa Galicia y a la viguesa Caixanova. La riesgosa operación de concentración dirigida por el presidente autonómico Alberto Núñez Feijóo necesitó de la llegada del venerado José María Castellano, el gallego que alumbró Inditex a la derecha de Amancio Ortega, y del dinero del FROB, nada menos que 2.500 millones, para poder intentar salir adelante.

José María Castellano