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Los privilegios de los empleados del BdE: hipotecas a tipo cero, menú subvencionado, refugio en la sierra...
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Los privilegios de los empleados del BdE: hipotecas a tipo cero, menú subvencionado, refugio en la sierra...

La transparencia, o más bien la falta de la misma, del Banco de España vuelve a estar en la picota. Como los curas antiguos, el gobernador

La transparencia, o más bien la falta de la misma, del Banco de España vuelve a estar en la picota. Como los curas antiguos, el gobernador Fernández Ordóñez ha practicado eso de "haga usted lo que yo digo y no lo que yo hago" cuando exigía transparencia al sector a la vez que mantenía la operativa, políticas y decisiones del supervisor en la opacidad más absoluta. Esto empezó a cambiar el año pasado cuando tuvo que revelar su sueldo (165.000 euros anuales) por las presiones mediáticas. Y ahora va a tener que ir más lejos.

Una reciente sentencia del Tribunal Supremo le obliga a informar a los representantes sindicales de los incentivos y gratificaciones que otorga a sus empleados, aunque no de forma individualizada como pretendía el SATBE (Sindicato Autónomo de Trabajadores del Banco de España); ya se sabe, crea muy mal ambiente no saber si tu compañero de al lado tiene gratificación cuando tú no la tienes. MAFO ha tenido que dar sólo la cifra global y el número de personas que las reciben.

Rápidamente, el azote del trinque con dinero público, el diputado de IU Alberto Garzón, ha presentado una pregunta parlamentaria al Gobierno sobre si va a recomendar al supervisor que "informe adecuadamente y con la publicidad y transparencia necesarias" de estos incentivos y gratificaciones concedidos a los altos cargos.

El problema es que la sentencia se refiere a los funcionarios y personal laboral, no a los directivos. Y así la cosa pierde mucho morbo: sólo el 20% de la plantilla recibe estas gratificaciones, y el importe medio es de 1.800 euros anuales.

Ahora bien, no es el único beneficio del que disfrutan los empleados del Banco de España. Como casi todos los funcionarios del Estado y organismos (in)dependientes -y de otras administraciones-, gozan de un menú subvencionado a un coste muy inferior al que deben abonar los trabajadores del sector privado de la Plaza de Cibeles de Madrid, o de las zonas nobles de las demás ciudades donde se ubica la sede del supervisor.

Esto no es excepcional, por tanto. Más llamativo es que gocen de otra de las regalías tradicionales de los trabajadores de banca en nuestro país: las hipotecas bonificadas por la entidad a tipos inferiores al Euribor (es decir, en vez de pagar Euribor más un diferencial, pagan Euribor menos ese diferencial). Y dado el precio actual del dinero, eso equivale a tipos cero. Pero hay un pequeño detalle: el Banco de España no es una entidad comercial que se dedica a dar hipotecas. Al menos, no se las da a nadie que no sea empleado suyo.

Para redondear estos 'beneficios extrasalariales', los empleados del supervisor tienen derecho a disfrutar de un coqueto refugio en Cercedilla, en la parte más bonita de la Sierra de Madrid, en el que pueden pasar unos días de asueto con sus familias por un precio irrisorio.

Eso sí, todas estas prebendas son peccata minuta al lado de las indemnizaciones supermillonarias recibidas por muchos de sus subordinados, altos cargos de cajas de ahorros cuya nefasta gestión ha llevado a la quiebra (o al borde de ella) a unas cuantas. Algo que ha permitido, precisamente, la inacción del Banco de España. Y de eso no se puede acusar a sus funcionarios, que se han enfrentado al gobernador por estos escándalos.

La transparencia, o más bien la falta de la misma, del Banco de España vuelve a estar en la picota. Como los curas antiguos, el gobernador Fernández Ordóñez ha practicado eso de "haga usted lo que yo digo y no lo que yo hago" cuando exigía transparencia al sector a la vez que mantenía la operativa, políticas y decisiones del supervisor en la opacidad más absoluta. Esto empezó a cambiar el año pasado cuando tuvo que revelar su sueldo (165.000 euros anuales) por las presiones mediáticas. Y ahora va a tener que ir más lejos.