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Alejandro Agag y Luis Del Rivero siguen siendo amigos a la sombra del otro PP
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Alejandro Agag y Luis Del Rivero siguen siendo amigos a la sombra del otro PP

Aunque mandan los de su equipo, ninguno de los ilustres que compartía mesa esta semana en un selecto restaurante madrileño del cotizado barrio de Salamanca está

Aunque mandan los de su equipo, ninguno de los ilustres que compartía mesa esta semana en un selecto restaurante madrileño del cotizado barrio de Salamanca está ya en la cresta de la ola. Este hecho no quita para que el empresario Luis del Rivero y el intermediario Alejandro Agag sigan tratándose como en los buenos tiempos, cuando España era un mercado de oportunidades para hacer fortuna bajo la batuta del presidente popular José María Aznar. Teniendo presente el recuerdo de aquella bonanza, cualquier tiempo pasado fue mejor. 

Reunidos en un distinguido comedor de la Calle de Jorge Juan, el expresidente de Sacyr y el yerno del expresidente del Gobierno departieron a cara descubierta, repasando viejos tiempos y cuitas del presente. Como quien dice, Del Rivero vio crecer como hombre de negocios a Agag, que echó sus primeros dientes en la arena de los grandes deals en la disputada venta de la inmobiliaria Metrovacesa, una jugada que dio lugar a todo un baile de operaciones posterior, como la compra de Vallehermoso por parte del empresario murciano.

Más de diez años después, el tiempo ha querido que algunos asuntos del pasado sigan de actualidad, evidenciando la estrecha relación que el mundo del dinero y de la política tuvo durante el prodigioso (económicamente hablando) mandato de Aznar. La famosa lista de donantes de Luis Bárcenas que se dirime en la Audiencia Nacional, convertida en casus belli contra la vieja cúpula de Génova y la presunta financiación ilegal del PP, tiene por protagonista, entre otros empresarios, con nombres y apellidos, al expresidente de Sacyr.

El controvertido ingeniero, conservador desde la cuna y sin embargo afín a la causa del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero para medrar algunas sonadas inversiones (BBVA o Repsol), ha negado cualquier relación con las donaciones irregulares al PP. Es más, ha denunciado al diario El País, del que dice que ha llegado a ofrecerle la posibilidad de no salir citado en la relación de donantes a cambio de confesar su participación. Y mientras el asunto se dirime, Del Rivero aguarda para querellarse contra el autor material de la lista.

Más que de negocios millonarios, pues ni la coyuntura ni el curriculum acompañan, Agag bien pudo asesorar al ex de Sacyr sobre cómo permanecer a resguardo, sin llamar la atención y sin salir en los medios. Aun así, ni siquiera el habilidoso broker está libre de seguir siendo objeto de noticia con relación al pasado, en su caso por las facturas de su boda imperial en El Escorial, donde Del Rivero no asistió como parte del establishment, que corrieron a cuenta de otros invitados, con el tiempo protagonistas de la trama Gurtel.

Aunque mandan los de su equipo, ninguno de los ilustres que compartía mesa esta semana en un selecto restaurante madrileño del cotizado barrio de Salamanca está ya en la cresta de la ola. Este hecho no quita para que el empresario Luis del Rivero y el intermediario Alejandro Agag sigan tratándose como en los buenos tiempos, cuando España era un mercado de oportunidades para hacer fortuna bajo la batuta del presidente popular José María Aznar. Teniendo presente el recuerdo de aquella bonanza, cualquier tiempo pasado fue mejor. 

Luis del Rivero