No era la primera vez: el Príncipe ya sabía lo que era quedarse sin avión

El Príncipe de Asturias tuvo que suspender su viaje a Brasil el pasado lunes por culpa de una avería en el avión que en la madrugada del domingo debía cruzar el charco. “Es la primera vez que me pasa y ya tengo unos añitos”, declaró el propio Don Felipe a los periodistas. A pesar de varias intentonas –entre ellas la sustitución de la pieza defectuosa por la de un Airbus 310 de idéntico modelo–, no hubo manera. No podía despegar.

Tal vez sea cierto que nunca había tenido que abandonar un aeroplano justo antes de iniciar un viaje oficial por culpa de un problema técnico –que duró casi siete horas y no se pudo solucionar a tiempo–. Pero desde luego, no era la primera ocasión en la que una de las dos aeronaves, propiedad del Estado y al servicio de la Casa Real y los altos cargos delGobierno, le hacía una jugarreta al Príncipe. Y no fue hace tanto.

En el pasado mes de septiembre, cuando todavía Madrid soñaba con convertirse en la ciudad de los Juegos Olímpicos de 2020, su Alteza el Príncipe viajó a Argentina con el resto de la delegación, y lo hizo inesperadamente en un vuelo regular. Uno de los dos A-130 lo necesitaba Mariano Rajoy unos días después para acudir a Moscú, donde se celebraba el G20. ¿Y el otro avión disponible? Se encontraba en mantenimiento y era imposible hacer uso de él. Una revisión que se prolonga ya más de dos meses y medio puesto que este mismo lunes continuaba ‘en el taller’, por lo que un nuevo traslado a Sudamérica se le volvió a resistir al heredero de la Corona.

Puede ser que los recortes también estén afectando a las altas instancias… o puede que no, pero lo que es seguro es que algo falla en los ‘aviones más oficiales’ de la Fuerza Aérea.