El Confidente
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Los problemas de género que encierra el negocio de Técnicas Reunidas
Aunque puede que el responsable del proyecto del último contrato de Omán sea una ingeniera, el papel de interlocutor sobre el terreno terminará recayendo en un hombre
A cada contrato ganado, un dolor de cabeza. Ocurre siempre que el país adjudicatario es de Oriente Próximo. El último encargo de esas latitudes se confirmó hace unas semanas, procedente de Omán. Nada menos que 2.300 millones por levantar una refinería junto a la surcoreana Daewoo.
Más allá de la celebración inicial (también en bolsa), el dolor de cabeza empieza a partir del día siguiente. El mayor rompecabezas no está en los números, sino en los recursos humanos. A pesar de los más de 8.700 empleados, no todos pueden participar en estos proyectos.
Aunque para el trabajo de puertas adentro no hay diferencias entre ingenieros, las dificultades para la dirección de Técnicas Reunidas llega a la hora de nombrar a los encargados de estos contratos. Por lo general, las mujeres (hay casi 3.000 en plantilla) están vetadas por los clientes de estas regiones.
El último contrato de Omán ha vuelto a poner encima de la mesa esa disyuntiva. Pese a que al final puede que el responsable del proyecto sea una ingeniera, el papel de interlocutor sobre el terreno terminará recayendo en un hombre. Todo para que la refinería y los millones lleguen a buen puerto.
A cada contrato ganado, un dolor de cabeza. Ocurre siempre que el país adjudicatario es de Oriente Próximo. El último encargo de esas latitudes se confirmó hace unas semanas, procedente de Omán. Nada menos que 2.300 millones por levantar una refinería junto a la surcoreana Daewoo.