100.000 euros por una foto de Ignacio González en la cárcel de Soto del Real

Ayer hizo cinco meses desde que el juez Eloy Velasco envió a prisión incondicional a Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, acusado de pertenecer a una organización criminal que desviaba dinero público a sus bolsillos. Pese a que su defensa ha solicitado en varias ocasiones que le pusieran en libertad por su deterioro físico y mental, Manuel García Castellón, el juez que lleva la causa tras la marcha del magistrado Velasco, considera que donde mejor está es en el centro penitenciario de Soto del Real. Sobre todo tras las últimas pesquisas.

Una prisión donde han acabado los huesos de ilustres como Gerardo Díaz Ferrán, expresidente de la CEOE, Jordi Pujol Ferrusola, Luis Pineda (Ausbanc), Luis Bárcenas, Sandro Rosell y antes Mario Conde, y donde se paga mucho dinero por una foto de estos presos ilustres. El líder madrileño estaba hasta hace bien poco en el Módulo 1, donde se cacheaba diariamente a todos los inquilinos por miedo a disponer de aparatos electrónicos con los que pudieran sacar imágenes y venderlas a la prensa.

Un negocio dentro de la prisión más lujosa de España que se paga, según fuentes internas, a 100.000 euros la instantánea. Todo un dineral si se tiene en cuenta que esa cantidad no la gana oficialmente ni el presidente del Gobierno en un año, y un riesgo del que son avisados todos los vips que veranean temporalmente entre rejas. De momento, nadie ha cometido el presunto delito y tan solo se han filtrado imágenes de la celda júnior suite equipada con la última tecnología en la que reside González. Un habitáculo con wifi de alta velocidad, televisión de 40 pulgadas, minibar y servicio de 'catering' por el que paga 33 euros diarios, según publicó el diario digital 'Infoprisión'.

Al líder madrileño del PP le han pasado ahora al Módulo 10 de la cárcel, conocido como el de los estudiantes, por dar cobijo a los internos que deciden ocupar su tiempo en preparar una carrera universitaria. Un lugar más flexible, donde los reclusos gozan de celdas abiertas durante todo el día, y donde al parecer no se venden entre ellos, pese a la considerable oferta.