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Llega Puigdemont... y España no tiene a nadie defiendiendo su relato ante Bélgica

La plaza de consejero de información lleva vacante desde 2012 en la embajada de España ante Bélgica. Ayer se barajó enviar a alguien en comisión de servicio desde Madrid

Foto: La sala de prensa en la que compareció Puigdemont en Bruselas (Efe)
La sala de prensa en la que compareció Puigdemont en Bruselas (Efe)

Los críticos con la gestión internacional de la Secretaría de Estado de Comunicación han tenido esta semana otro motivo para escandalizarse. El desembarco de Carles Puigdemont y su comitiva en Bruselas (y su amago de solicitar asilo político ante el gobierno belga) dejó al desnudo una carencia que arrastra desde hace años la embajada española ante Bélgica.

Ocurre que la plaza de consejero de información lleva vacante desde que se marchó Francisco Gutiérrez en 2014. O lo que es lo mismo: ayer muchos echaron de menos a la figura que se habría tenido que encargar de coordinar el mensaje de España tras una rueda de prensa con cientos de periodistas extranjeros, transmitida en directo por los canales interancionales de todo el mundo y pensada para destrozar la imagen de nuestro país y su gobierno.

Foto: Manifestación independentista en Barcelona. (EFE)

Durante muchas horas se barajó incluso la opción de enviar a alguien en comisión de servicio desde Madrid para cubrir el hueco. Una situación desconcertante teniendo en cuenta, además, que la nueva embajadora en Bruselas, Cecilia Yuste, fue directora de la Oficina de Información Diplomática (el organismo encargado de la comunicación externa en el MInisterio de Exteriores).

Por suerte, la Secretaría de Comunicación cuenta en Bruselas con expertos en comunicación adscritos a la representación permanente ante la Unión Europea, encargados de las instituciones comunitarias, especialmente el Parlamento Europeo y la Comisión. Según pudo saber este confidente, hace años que se viene despreciando la idea de reemplazar la plaza del consejero de información en la embajada ante Bélgica, e incluso se ha planteado cerrarla en varias ocasiones. No es la única plaza al descubierto en estos momentos. Algo parecido ha pasado en Tokio o Caracas. Y sigue ocurriendo en La Haya.

Los críticos con la gestión internacional de la Secretaría de Estado de Comunicación han tenido esta semana otro motivo para escandalizarse. El desembarco de Carles Puigdemont y su comitiva en Bruselas (y su amago de solicitar asilo político ante el gobierno belga) dejó al desnudo una carencia que arrastra desde hace años la embajada española ante Bélgica.

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