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Los restos de Queipo, a la espera de la familia y de Vox
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Los restos de Queipo, a la espera de la familia y de Vox

El Gobierno de PP y Cs trató sin éxito de pactar una salida con la Hermandad de la Macarena, pero la negativa de los nietos del militar golpista ha devuelto la exhumación al cajón

Foto: Unas 300 personas piden que los restos de Queipo de Llano salgan de La Macarena. (EFE)
Unas 300 personas piden que los restos de Queipo de Llano salgan de La Macarena. (EFE)

Si el 10 de agosto se conmemoraba el fusilamiento de Blas Infante y muchos lamentaban que sus restos sigan en una fosa común mientras que el golpista Queipo de Llano yace en la basílica de La Macarena, este 18 de agosto volvía a ocurrir con Lorca. El debate sobre la salida del sanguinario general se hace eterno y al Gobierno de Juanma Moreno le interesa que el asunto siga adormecido. Convertir la exhumación del general franquista en un asunto de primer orden sería echarle un pulso a Vox, necesario para sacar, por ejemplo, nuevos Presupuestos dentro de la aritmética del Parlamento andaluz. "No es el momento, hay otras prioridades", advierten desde el Ejecutivo en plena pandemia de coronavirus.

El Gobierno andaluz, de PP y Cs, trató meses atrás de pactar una solución con los responsables de la Hermandad de la Macarena para exhumar los restos del militar y cumplir así la Ley de Memoria Histórica. La fórmula está sobre la mesa, trasladarlo a un columbario en la sacristía, que no esté expuesto al público ni a los feligreses que acuden a la iglesia sevillana, y las obras hasta tuvieron fecha de inicio. Si la tumba de Queipo y su mujer, Genoveva Martí, no está en zona de público se salva la letra de la Ley de Memoria Histórica andaluza, aprobada por el anterior Gobierno socialista y que tampoco quiso doblar el pulso a una hermandad que tiene miles de feligreses en la ciudad de Sevilla.

Foto: El general republicano Queipo de Llano. (Cordon Press)

Ahora, todas las partes han tirado la toalla y guardan silencio. La explicación está en la negativa de una parte de la familia de Queipo, que ha advertido de que se opondrá con rotundidad, incluidos los tribunales, si se mueve al militar, reconocido autor de miles de asesinatos durante la Guerra Civil, del altar que ocupa en estos momentos.

La consejera de Cultura, Patricia del Pozo (PP), llegó a mediar y negociar una solución con los responsables de la Hermandad de la Macarena, propietarios de la basílica que acoge sus restos, y estos a su vez abrieron el diálogo con la familia. Es uno de sus nietos, que reside en Sevilla, quien ha trasladado que no van a permitir que desentierren ahora a su abuelo. De la familia, una parte se desentiende, pero hay quienes advierten de que darían la batalla, recuerdan que fue La Macarena, en agradecimiento por haber salvado la talla de la Virgen de los ataques durante la Guerra Civil y por haber contribuido de forma muy generosa a levantar la actual basílica, la que se ofreció a venerar su tumba.

La hermandad no piensa imponer una exhumación por la fuerza ni el Gobierno andaluz quiere un pulso como el que se está librando desde el Ejecutivo de Pedro Sánchez con la familia de Franco. Sería saltar una línea roja que Vox no va a admitir. Así que no se sabe cuántos aniversarios quedan de fusilados que siguen perdidos en las cunetas mientras Queipo de Llano ocupa un lugar de honor en el templo sevillano, el más visitado tras la catedral.

Si el 10 de agosto se conmemoraba el fusilamiento de Blas Infante y muchos lamentaban que sus restos sigan en una fosa común mientras que el golpista Queipo de Llano yace en la basílica de La Macarena, este 18 de agosto volvía a ocurrir con Lorca. El debate sobre la salida del sanguinario general se hace eterno y al Gobierno de Juanma Moreno le interesa que el asunto siga adormecido. Convertir la exhumación del general franquista en un asunto de primer orden sería echarle un pulso a Vox, necesario para sacar, por ejemplo, nuevos Presupuestos dentro de la aritmética del Parlamento andaluz. "No es el momento, hay otras prioridades", advierten desde el Ejecutivo en plena pandemia de coronavirus.

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