Casado, recluido en el monasterio de Yuste

Necesitado de fuerzas antes de la gran batalla de Madrid, Pablo Casado se escapó este fin de semana a Extremadura para descansar con su familia. El soberano de Génova abandonó el sábado la Corte y sus intrigas rumbo a Cáceres. En Cuacos de Yuste pernoctó con su mujer y sus dos hijos. Y el domingo al mediodía se asomó al monasterio de Yuste para reconectar con el pasado más esplendoroso de la España imperial.

Casado recorrió con guía privada las dependencias donde yació Carlos V, el hombre más poderoso de su era. Allí se retiró el emperador tras perseguir su sueño de un imperio universal, agrupar a todos los reinos de la cristiandad. Tal vez el lugar le sirvió al líder del PP como inspiración para su propio objetivo: reunificar a todas las fuerzas del centro derecha político español. De momento, el reino de Ciudadanos está a punto de desmoronarse. Y puede que Vox claudique ante la reina Isabel.

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La familia Casado asistió a la misa de una, con cantos en latín de los monjes paulinos. Los niños aguantaron estoicos durante una hora las artes de los tres monjes polacos que han devuelto a la vida el templo. A la salida, el líder del PP se fotografió con quienes le reconocieron detrás de la mascarilla. "Aquí me tienes, recluido en Yuste", le saludó a nuestro confidente sorprendido. O no tanto. Al fin y al cabo, Casado aprovechó como tantos otros los márgenes de libertad (de movimientos) de los que hoy solo gozan madrileños y extremeños. Llegó y se fue en su coche particular, un Q5 que a decir por la matrícula gasta desde hace unos 10 años. "Sin niñeras y con escolta".