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Elena Herrero-Beaumont

El cuarto y quinto poder

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La transparencia del nuevo poder

Las organizaciones y los gobiernos tienen que desarrollar y abrirse a nuevos modelos de participación que convivan con los más arraigados y tradicionales

Foto: Manuela Carmena y Ada Colau durante un coloquio en el Club Siglo XXI, el pasado mes de noviembre. (EFE)
Manuela Carmena y Ada Colau durante un coloquio en el Club Siglo XXI, el pasado mes de noviembre. (EFE)

El poder está cambiando. Frente al poder tradicional o antiguo, están emergiendo unas nuevas formas de poder. El poder antiguo se afianza en la propiedad, el control, el intercambio útil y la jerarquía. El nuevo poder se caracteriza por la participación, la transparencia, la co-creación, el compartir sin esperar nada a cambio, la horizontalidad, etc. Esto no quiere decir que las nuevas formas de poder vayan a sustituir a las antiguas. Quiere decir que las organizaciones y los gobiernos tienen que desarrollar y abrirse a nuevos modelos de participación que convivan con los más arraigados y tradicionales. Esta reflexión la lleva a cabo de manera brillante Jeremy Heimans, el fundador de Avaaz y de Purpose, en su artículo 'Understanding New Power'.

En el caso español, el escenario político se ha fragmentado con la irrupción de los nuevos partidos. Las últimas elecciones municipales y autonómicas han conducido a nuevos parlamentos fragmentados, donde la aritmética parlamentaria exige una gobernanza a través de pactos de gobierno. Ejemplos como el de Manuela Carmena en Madrid y Ada Colau en Barcelona son los mejores exponentes políticos de las nuevas formas de poder. Con absoluta certeza, el nuevo Congreso resultante tras las elecciones del 20 de diciembre será un congreso fraccionado, hasta tal punto que algunos analistas y expertos temen una situación de verdadera ingobernabilidad.

Las nuevas formas de poder están llegando a los escenarios políticos y sociales con una fuerza y una velocidad vertiginosas

En contra de lo que pudiera pensarse, para el sector privado y la sociedad civil este nuevo entorno político resulta favorable. El famoso lema de “Divide y vencerás” de Julio César y Napoleón cobra aquí nueva vida. La táctica parlamentaria se convierte en herramienta esencial para avanzar en marcos regulatorios favorables. Adicionalmente, la pluralidad de fuerzas políticas conduce a un escenario de competitividad sana (y por supuesto insana). Así lo expresó en un foro de transparencia y buen gobierno hace unos días el Embajador de Dinamarca en España, John Nielsen: “tenemos una cultura política basada en el consenso. Durante más de 98 años hemos tenido gobiernos de pactos y alianzas”. Según Nielsen, la pluralidad de partidos ejerce un contrapoder constante que ha propiciado una profundización de la democracia y una mayor transparencia frente al ciudadano.

Pero además de las nuevas formas de poder en el entorno político, vivimos un proceso de empoderamiento de la sociedad civil a través de la tecnología. Los ciudadanos ya no sólo consumen productos y disfrutan de servicios, sino que seleccionan aquellos que están más de acuerdo a sus valores. Aquellos productos asociados a temas vinculados a valores como la ética, la sostenibilidad y la transparencia gozan de mayor popularidad en el mercado. Un ejemplo paradigmático en España sería Ecoalf. En la línea opuesta, uno de los grandes talones de Aquiles de las empresas tecnológicas, que tanto han promovido los nuevos modelos de poder social y participativo, está siendo la opacidad en sus estructuras fiscales. Millones de ciudadanos europeos están comenzando a cuestionar la compra y el disfrute de sus productos y soluciones tecnológicas debido a esa opacidad.

Los ciudadanos ya no sólo consumen productos y disfrutan de servicios, sino que seleccionan aquellos que están más de acuerdo a sus valores

Ante este empoderamiento social, las empresas se ven obligadas a actuar, si bien no como Estados, sí desarrollando una actividad más sostenible, más comprometida con el entorno social y medioambiental. Como ejemplo de esta tendencia, es interesante que algunas empresas cotizadas estén vinculando el bonus de sus altos directivos a objetivos no sólo económicos, sino también éticos y de sostenibilidad.

En definitiva, las nuevas formas de poder, vinculadas a la transparencia y a la participación auguran a priori escenarios positivos para la sociedad en su conjunto. Sin caer en un optimismo complaciente, sí que me parecía relevante compartir esta reflexión. Estaré muy abierta, sobre todo, al 'feedback' de los más pesimistas.

El poder está cambiando. Frente al poder tradicional o antiguo, están emergiendo unas nuevas formas de poder. El poder antiguo se afianza en la propiedad, el control, el intercambio útil y la jerarquía. El nuevo poder se caracteriza por la participación, la transparencia, la co-creación, el compartir sin esperar nada a cambio, la horizontalidad, etc. Esto no quiere decir que las nuevas formas de poder vayan a sustituir a las antiguas. Quiere decir que las organizaciones y los gobiernos tienen que desarrollar y abrirse a nuevos modelos de participación que convivan con los más arraigados y tradicionales. Esta reflexión la lleva a cabo de manera brillante Jeremy Heimans, el fundador de Avaaz y de Purpose, en su artículo 'Understanding New Power'.

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