El patio del Congreso
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Mejor débil hasta 2019 que muerta
Cifuentes sigue en el cargo en una larga agonía, gracias a Ciudadanos, que renunció a una repetición de la operación Murcia para sustituirla por otro diputado del PP
A Cristina Cifuentes le debería preocupar constatar que a su principal rival político le interesa mantenerla viva y débil al frente de la Comunidad de Madrid. Debería reflexionar sobre el hecho de que Ciudadanos no haya levantado ni un solo dedo para removerla del cargo y que prefiera que siga como sea hasta las elecciones autonómicas de 2019, en una larga agonía.
Tendría que dar una vuelta al brete en el que pone a Mariano Rajoy para esas elecciones si llega viva (políticamente) a esa campaña: si acepta que sea la cabeza de lista del PP en la Comunidad de Madrid se arriesga a ser penalizado en las urnas y abrir un boquete enorme en un lugar clave, pero si la retira de esa candidatura estará admitiendo los hechos que ahora niega. Ciudadanos entiende que, en el peor de los casos, será una candidata lastrada y más fácil de batir.
Cifuentes tendrá que pensar también hasta qué punto su presencia ensombrece y hasta opaca la convención que el PP celebrará este fin de semana en Sevilla y que tenía, precisamente, el fin inicial de relanzar el partido en una situación inédita de competencia por el centroderecha con un crecido Ciudadanos.
'Contigo crece España', asegura el lema de esa convención que, según los dirigentes del PP, busca un "revulsivo político y electoral". Ese supuesto impulso debe llegar en unas circunstancias que ahora no parecen las ideales: sin los Presupuestos garantizados, sin encauzar el conflicto en Cataluña y con su principal dirigente regional muy débil y pendiente del sobresalto de investigaciones e informaciones periodísticas. No está previsto que se apruebe nada programático concreto, ni que se anuncien nombres de futuros candidatos, por lo que el éxito de la convención estará en la escenografía, los fuegos artificiales, la música y la sucesión de discursos de los comparecientes. Todo dependerá, por tanto, de la brillantez oratoria de Rajoy y, ahora también, de los minutos que dure la ovación a Cifuentes y el número de delegados que la besen en su llegada triunfal.
Descartada la dimisión inmediata, las salidas políticas previas al pleno de la Asamblea eran el modelo de la operación Murcia, es decir, que Ciudadanos forzara su dimisión para que la sustituyera alguien del PP, la moción de censura higiénica o seguir viva, aunque tocada. La primera quedó descartada porque al partido de Albert Rivera le interesa por motivos tácticos y de cálculo electoral conservarla en la Puerta del Sol. Algo parecido a lo que le ocurre con Rajoy, salvando las distancias: prefiere mantenerle vivo hasta 2019, aunque muy débil y con la respiración asistida que le proporciona, por ejemplo, con su apoyo a los Presupuestos, con la idea de aprovechar su desgaste creciente. Que se cueza en su propia salsa.
La opción de la moción de censura que anunció el PSOE ya no tendrá visos de prosperar sin Ciudadanos, pero permite a los socialistas mantener la presión y, sobre todo, volver a pone el foco en la decisión de los de Rivera de mantener con vida a Cifuentes. Ese día, cuando se vote la candidatura de Gabilondo, Ciudadanos tendrá que acudir de nuevo con la botella de oxígeno para aplicárselo a la presidenta del PP y al PSOE le servirá para aparecer como líder de la oposición de izquierdas, con Podemos detrás. Y Cifuentes seguirá débil, en prolongada agonía y en manos de otros.
Si Ciudadanos optara ese día por matar (políticamente) a Cifuentes apoyando la moción de censura, estaría fortaleciendo al candidato socialista, y eso no les interesa. Aunque los dirigentes de Ciudadanos se hayan lanzado a decir que no creen a quien mantendrán en el cargo y con quien firmaron un pacto de investidura que considera motivo de dimisión la falsedad en un curriculum.
Incluso, servirá para que Pedro Sánchez experimente la moción de censura simbólica contra Rajoy que le piden dirigentes socialistas para el caso de que no se aprueben los Presupuestos de 2018.
Cifuentes sí superó con nota el pasado 20 de marzo la comparecencia en la comisión de investigación del Congreso sobre financiación ilegal del PP y, por el momento, los procedimientos judiciales sobre corrupción de su partido en Madrid. Pero ahora esos dos escollos, aparentemente de mayor entidad, se han quedado en nada comparados con el de su máster universitario, por el fondo del asunto y por la extraña manera de afrontar la crisis, muy alejada de lo que ha sido siempre su forma de actuar en política. Este miércoles en la Asamblea ha sido más reconocible Cifuentes.
Los clásicos de ni un paso atrás, la teoría de la conspiración y el victimismo de la 'operación política' para desgastarla han sido las líneas de su comparecencia en la Asamblea. Nada une más que un "vienen a por nosotros" como el que ha lanzado desde la tribuna para ganarse los aplausos de los suyos. Pero no ha aportado ningún documento nuevo, no ha encontrado el trabajo y ha reconocido que no iba a clase. "Hemos asistido a la constancia documental de los asuntos que no están en cuestión”, le ha dicho Ángel Gabilondo, porque, por ejemplo, el único documento nuevo era una carta de un profesor de la universidad en la que solo pone por escrito lo que ya dijo en la rueda de prensa del primer día, la tesis del error informático.
"Si hay un problema en la documentación, deberá resolverlo la universidad", ha dicho Cifuentes en su huida hacia delante, incidiendo en la idea de lanzar todas las sospechas sobre la Rey Juan Carlos, parapetándose tras un prestigio académico que no parece haber importado a nadie en estas semanas de pasión. "Que los responsables se defiendan de la falsedad denunciada por El Confidencial, que eso no va conmigo, aunque sea a costa de dejar por los suelos el prestigio de sus títulos", ha venido a decir la presidenta de la Comunidad.
Como dijo Rajoy, tras escuchar en privado las explicaciones de Cifuentes, una "polémica estéril", aunque se lleve por delante el prestigio de varias instituciones y ponga en riesgo la hegemonía del PP. El primer objetivo del presidente del Gobierno para todo siempre es ganar tiempo. Ya también apoyó al anterior presidente de Murcia que hoy está procesado y es olvido.
"Tengo una larguísima trayectoria de servicio público en diferentes instituciones y, en cualquier caso, soy también funcionaria pública como funcionaria que soy de la Universidad Complutense, cargo que además he compatibilizado durante gran parte de mi trayectoria pública. Me siento muy orgullosa de mi trayectoria pública", aseguró Cifuentes en el Congreso el 20 de marzo, horas antes de que 'eldiario.es' publicara la primera información sobre el máster y ella diera su primera versión del escándalo.
La Comunidad de Madrid se une a la larga lista de instituciones bloqueadas, esta vez por la agonía de su presidenta.
A Cristina Cifuentes le debería preocupar constatar que a su principal rival político le interesa mantenerla viva y débil al frente de la Comunidad de Madrid. Debería reflexionar sobre el hecho de que Ciudadanos no haya levantado ni un solo dedo para removerla del cargo y que prefiera que siga como sea hasta las elecciones autonómicas de 2019, en una larga agonía.