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Fernando Garea

El patio del Congreso

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Fernando Garea

Desbordados y confusos

La presidenta de la Comunidad de Madrid pone fin a su estrategia de confrontación con el Gobierno central, tras constatar la imposibilidad de hacer frente a la pandemia

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante su comparecencia. EFE JuanJo Martín
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, durante su comparecencia. EFE JuanJo Martín
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Isabel Díaz Ayuso ha hecho una intervención histórica y de manual. Pasará a la historia de los manuales de comunicación de crisis como una muestra de lo que no hay que hacer nunca.Y eso que el problema principal, pese a todo, no es de comunicación, sino de gestión, es decir, de lo que hay que comunicar. En este caso, esos errores de comunicación solo son el reflejo de algo peor.

En una situación de incertidumbre y dudas de la población no parece conveniente comparecer con un tono titubeante y confuso y más si lo que queda de la comparecencia es la idea de que la situación le ha sobrepasado, que se está desbordado y que es necesario pedir ayuda a otros para poder hacer frente a una situación difícil.

Foto: La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)

En una situación como esta, la explicación de las medidas tendrían que ser claras y de las palabras de la presidenta de la Comunidad de Madrid no es posible saber a ciencia cierta cómo se limita la movilidad, qué excepciones hay, qué base legal tiene y otras muchas incógnitas que no han sido despejadas.

Todo ello precedido de una introducción en la que se habla de tregua política y, al tiempo, de falta de apoyo del Gobierno central. Y dicho por quien optó por una estrategia basada en buscar la confrontación con el Ejecutivo de Pedro Sánchez desde el inicio de la pandemia.

Y por quien pidió el fin del mando único, por quien ahora admite implícitamente que no se pusieron en marcha los rastreadores, que no apoyó la atención primaria y que en junio se puso en marcha una desescalada precipitada. Por cierto, que la desescalada forzada llegó después de lanzar el mensaje de que Sánchez quería maltratar a la Comunidad de Madrid y por eso no se concedía.

Ahora, se pide ayuda al Gobierno central con la imagen clara de estar desbordado.

Es cierto que la estrategia de Sánchez basada en dejar todo en manos de la comunidad puede ser brillante desde el punto de vista electoral y político, pero tiene severos riesgos para los ciudadanos. Ya ha conseguido poner de manifiesto la incapacidad del Gobierno de Madrid para hacer frente a la pandemia, pero a qué precio. Y renunciando al liderazgo que se le supone a un presidente del Gobierno en una situación tan difícil.

Pero lo peor de Ayuso no es la comunicación. Ni siquiera lo que ha ocurrido estos días.

Las medidas concretas son reflejo de algo grave que está ocurriendo en Madrid: el aumento de la brecha de desigualdad entre zonas de la Comunidad. Se acelera la desigualdad económica; en la educación se abre una brecha entre enseñanza pública y privada y se crea una desigualdad sanitaria entre distritos.

Ahora se limita la movilidad en zonas pobres, no en las de los que salían con las cacerolas a protestar en pleno confinamiento. Se limita para los lugares donde las viviendas son más precarias y con más convivientes, donde no se puede teletrabajar y donde se viaja en transporte público.

Foto: Así son los nuevos límites de movilidad en la Comunidad  de Madrid. Foto: Efe

Hay que recordar la resistencia en verano a limitar el ocio nocturno y la hostelería, donde trabajan los de las zonas afectadas ahora.

¿Cómo van a funcionar las empresas y establecimientos en zonas no limitadas si los que trabajan allí proceden de zonas restringidas? Por eso se decide que sí pueden salir de las zonas cerradas para ir a trabajar y tendrán que seguir usando transporte público. Es decir, que la limitación solo afectará a una parte muy limitada, lo que le convierte, además de todo, en una medida difícil de entender.

Con conceptos tan indeterminados como "desplazamientos innecesarios". ¿Qué es eso?

Foto: El líder de Más País, Iñigo Errejón. (EFE)

Pese a todas estas dudas, ahora hay que desear que esta restricción de movimientos, muy limitada y cargada de incógnitas, sirva para algo. Hay que agarrarse a la mínima esperanza que queda. No queda más remedio que confiar en el caos y la confusión.

Si se puede elegir, seamos vacuna, mejor que virus, según el sorprendente y naif dilema al que nos ha sometido el vicepresidente Ignacio Aguado.

Y aunque la política sea una derivada secundaria comparada con la sanitaria y la económica, Ayuso ha metido en un lío a Pablo Casado. O quizás se metió él solo, por ejemplo, cuando puso a la presidenta de Madrid como modelo.

Isabel Díaz Ayuso ha hecho una intervención histórica y de manual. Pasará a la historia de los manuales de comunicación de crisis como una muestra de lo que no hay que hacer nunca.Y eso que el problema principal, pese a todo, no es de comunicación, sino de gestión, es decir, de lo que hay que comunicar. En este caso, esos errores de comunicación solo son el reflejo de algo peor.

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