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Vivir juntos para acometer grandes empresas
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Juan Carlos Rodríguez Ibarra

En Nombre de la Rosa

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Vivir juntos para acometer grandes empresas

Como dijo Ortega y Gasset: “Los grupos que integran un Estado viven juntos para hacer algo". Pero ¿cómo enfrentarse a alguien que ha decidido salir o por la puerta grande o por la enfermería?

Foto: Mariano Rajoy y Artur Mas, en la Moncloa, en julio de 2014. (Gtres)
Mariano Rajoy y Artur Mas, en la Moncloa, en julio de 2014. (Gtres)

Parece claro que el desafío de Artur Mas no tiene retorno. Si fuera cierta -y asegura que lo es- la frase que el presidente de la Generalitat dijo al presidente Zapatero el 20 de enero de 2006, y que José Bono publica en su libro de reciente aparición, Diario de un ministro -"Yo voy quitando lo de nación del Estatuto y tú vete poniendo más dinero”-, podríamos pensar que todo el embrollo independentista se podría arreglar con euros. Pero desde 2006 hasta ahora, Artur Mas ha ido tan lejos que su viaje personal ya no tiene vuelta atrás.

¿Cómo enfrentarse a alguien que, como algún torero en su última oportunidad, ha decidido salir o por la puerta grande o por la enfermería?  

Hace ya bastantes años, la gente de mi generación nos juntábamos en las calles, en las fábricas, en las universidades, para exigir el final de la dictadura y un nuevo país donde hubiera libertad, donde se amnistiara a los presos políticos y sindicales y donde se levantara el freno de mano que el franquismo había puesto a los hechos diferenciales y a las diferentes lenguas y culturas que lo componían en la unidad y en la diversidad. Entre manifestación y manifestación, acudíamos a los conciertos semiclandestinos de los cantautores de la época, y al terminar de corear L’estaca o A galopar, gritábamos “Libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía”, que resumía el tipo de España que queríamos: una España libre, moderna, democrática, descentralizada, reconocedora de los hechos diferenciales y europea.

Ahora, cuando las cosas han venido mal dadas, algunos han decidido dar la espalda a quienes lucharon, murieron y sufrieron por esta España

¡Y se consiguió! Con todos sus defectos, esa es la España que tenemos desde la Constitución de 1978, y esa era la España que se quería y por la que se sufrió cárcel, castigo, muerte, destierro y exilio. No queríamos una España uniforme y uniformada, sino libre y unida en el reconocimiento y respeto por las diferencias, y en la que la solidaridad entre los ciudadanos hiciera posible que todos tuviéramos un sitio para poder ser, para poder estar, para poder realizar un proyecto de vida, para poder vivir libremente.

Las cosas fueron relativamente bien durante treinta años: desapareció el golpismo, entramos en Europa, los niños y jóvenes permanecieron obligatoriamente en la escuela hasta los 16 años, hubo una pensión para todos los jubilados, se mejoraron las infraestructuras, conseguimos una sanidad universal y de calidad para todos, se descentralizaron las decisiones políticas y se respetaron y reconocieron las diferentes formas de sentirse español y de estar en España. En definitiva, construimos un Estado para todos y de todos, donde también la izquierda pudo construir una alternativa de igualdad. Ahora, cuando las cosas han venido mal dadas, algunos han decidido dar la espalda a quienes lucharon, murieron, penaron y sufrieron por esta España, traicionando a tirios y a troyanos bajo la excusa de que se cansaron de aportar mucho y recibir poco.

Rajoy y Mas fueron juntos a los Alpes porque tenían sentimientos comunes y una misión importante 

El pasado 24 de marzo, el vuelo de la compañía alemana Germanwings se estrelló en los Alpes. Murieron 150 personas, 51 de ellas españolas. Al día siguiente del siniestro, el presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, voló desde Madrid a la zona de los Alpes franceses donde se estrelló el Airbus. Hizo una escala en Barcelona para recoger al presidente de la Generalitat, Artur Mas. Fueron juntos en el mismo vuelo y en el mismo viaje porque tenían sentimientos comunes y una misión importante que realizar.   

Tal vez las víctimas españolas de ese desgraciado vuelo Barcelona-Düsseldorf, con su muerte, nos enseñaron una última e importante lección. Como dijo Ortega y Gasset: “Las gentes no viven juntas sin más ni porque sí, esa cohesión sólo se da en la familia. Los grupos que integran un Estado viven juntos para hacer algo. No conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo". Rajoy y Mas no tuvieron inconveniente en viajar juntos para hacer algo importante. 

¿Qué más cosas podrían hacer para sentirse orgullosos de hacerlas y poder hacerlas juntos? Si se apostara, de verdad, por un proyecto de vida equilibrado entre españoles, se necesitaría el concurso de todos los territorios, los que aportan mucho y los que aportan menos, los que reciben poco y los que reciben más. Seguramente, muchos ciudadanos apostarían por esa España y no por la ruptura de la misma.

Parece claro que el desafío de Artur Mas no tiene retorno. Si fuera cierta -y asegura que lo es- la frase que el presidente de la Generalitat dijo al presidente Zapatero el 20 de enero de 2006, y que José Bono publica en su libro de reciente aparición, Diario de un ministro -"Yo voy quitando lo de nación del Estatuto y tú vete poniendo más dinero”-, podríamos pensar que todo el embrollo independentista se podría arreglar con euros. Pero desde 2006 hasta ahora, Artur Mas ha ido tan lejos que su viaje personal ya no tiene vuelta atrás.

Artur Mas Mariano Rajoy José Bono Generalitat de Cataluña