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Productividad y competitividad: asignaturas pendientes de la economía española
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Productividad y competitividad: asignaturas pendientes de la economía española

La sucesiva presentación de medidas de estímulo a la actividad económica aprobadas por las autoridades no contemplan, al menos, desde una perspectiva práctica, el déficit de

La sucesiva presentación de medidas de estímulo a la actividad económica aprobadas por las autoridades no contemplan, al menos, desde una perspectiva práctica, el déficit de productividad que viene arrastrándose desde hace muchos años, incluso, en el pasado ejercicio, en el que, aumentando ligeramente, era la mitad de la contabilizada en el conjunto comunitario.

 

Por su parte, la competitividad, desde la consideración de la evolución de los costes laborales unitarios, presenta, igualmente, un cierto deterioro, entre otras cuestiones, porque los ajustes salariales anuales se referencian a los índices de precios al consumo no a las ganancias en productividad. Y un buen ejemplo de ello lo teníamos en 2009, en que la subida nominal de los salarios se establecía en la mayoría de la negociación colectiva en el 2,5% cuando la inflación prevista se situaba en el 0,8%. Algo que ha sido corregido en 2010, al limitarla a un incremento del 1,3%, con un nivel muy parecido al crecimiento de los precios.

La mejora de estas magnitudes pasa por algunas cuestiones de mayor contenido estructural, entre otras, las que según el EuroBarómetro de Business Europa se resumen en el cuadro siguiente:

Magnitud                                  Valor 2009        Variación anual Ranking UE-29

 

PIB per cápita                            24.256                    - 6,2%                             14

Horas trabajadas año                  1.641                     -0,4%                             20

Empleo s/ P.Activa                        82,1                      -6,6%                            29

Población en edad de trabajar

como % población activa              72,4                      -0,2%                             12

Productividad laboral (PIB por

hora trabajada)                             36,1                     2,2%                              10

Este cuadro pone de manifiesto tanto una evolución negativa de las mismas en el pasado ejercicio, como un nivel comparativo que no es acorde a la posición comparativa que desearíamos para España. Pero hay otras reflexiones que habríamos de considerar cara a la mejora de nuestra posición competitiva, como, por ejemplo:

-          La necesaria estabilidad de los precios, de consumo e industriales, de forma que se neutralice la inflación diferencial que contabilizamos respecto al promedio de la Unión.

-          La racionalización de los costes laborales, con especial atención tanto al absentismo como a la valoración económica de los procesos de incapacidad temporal, representativa de un coste anual que excede del 1,3% del PIB, que, unido a otros de parecida naturaleza, deteriora la productividad del sistema. No debemos olvidar, por otra parte, que el coste laboral en comparación con nuestros 35 principales socios comerciales se situaba en el nivel 5,4 con lo que estaríamos en el puesto 13 de la Unión.

-          La contratación laboral juega, igualmente un importante papel. Hemos de volver a la aplicación del principio de “causalidad”, que quedaría en desuso en los años ochenta, y que ha permitido utilizar los contratos temporales para trabajadores que desempeñan puestos de trabajo de carácter permanente. Un auténtico fraude de ley, complementado con la oferta administrativa de utilización de decenas de modelos de contratos, que no hacen más que complicar su aplicación, especialmente, en el segmento de empresas de pequeña dimensión, las de menos de 50 trabajadores, las que más posibilidades tienen ahora de generar nuevo empleo.

Ello favorecería, aparte de una mayor integración del trabajador con la empresa, una mejora de sus posibilidades de formación interna, con las secuelas que generan en orden a la mejora de su valor condicional, en términos de promocionabilidad o movilidad funcional o geográfica.

-          Una parte importante de la baja competitividad se encuentra en la falta de formación permanente de un amplio sector de nuestra población ocupada. La intensificación en el uso de las nuevas tecnologías; el progreso en la especialización de muchas ocupaciones del sector productivo y el avance en la concepción de la unidad en la gestión de los mercados, hoy parcelados por la rigidez que en ciertos temas impone la organización administrativa del Estado, serían elementos sustanciales para la mejora de nuestra posición competitiva.

-          Otro aspecto de esencial importancia es el refuerzo de la colaboración entre el aparato educativo y el sistema productivo. La formación y reconversión profesional, al estilo del esfuerzo realizado en los años sesenta y setenta, con la adecuada actualización, tanto de contenidos como en métodos de transmisión de conocimientos y habilidades, serviría para aminorar la falta de cualificación a que antes hemos aludido. Los servicios públicos de empleo tendrían aquí una tarea esencial, asumiendo actividades que excedieran del mero registro de desempleados, para tornar a gestionar la orientación profesional y laboral y la formación ocupacional adaptada a las necesidades empresariales, con protocolos de evaluación de resultados que permitieran estimar su nivel de eficacia. No hemos de olvidar que hoy abandona la enseñanza secundaria casi un 30% de los jóvenes, con la consiguiente pérdida, tanto en términos académicos como de capital humano.

-          El uso adecuado de la contratación a tiempo parcial haría posible compartir el desempeño profesional con una actividad de refuerzo formativo, y esta utilización, en algunos segmentos, como los jóvenes menores de 25 años o mujeres que desean compartir la vida profesional con el cuidado familiar, servirían para facilitar su empleabilidad y, al tiempo, racionalizar los costes de contratación a la empresa que deseare utilizar las fórmulas indicadas. 

-          Finalmente, el nivel del apoyo a la actividad investigadora, tanto pura como aplicada, que permitiera superar el escaso nivel, algo más del 1,3% del PIB que hoy acreditamos, distribuyendo su asignación entre el sector público y la iniciativa privada, que contribuyera decisivamente a superar el escaso nivel tecnológico que hoy mantenemos en algunas actividades.

España, un país que se encuentra entre los 10 primeros del mundo por su nivel de renta, se sitúa en el puesto 33 por su nivel de competitividad global. Y, en una consideración más amplia, como la ofrecida en el último Foro de Davos, se coloca en el puesto 122 por el nivel de flexibilidad en el empleo, y, en el 115, por la flexibilidad en los salarios. Todos los esfuerzos que puedan realizarse en el campo de la competitividad, si se acompañan de medidas que contribuyan a evitar el exceso de rigidez en el mercado de trabajo, serían muy útiles para mejorar la calificación que nos otorgan estas instancias internacionales.

*Rafael Morales-Arce es Catedrático de Universidad y miembro del Foro de la Sociedad Civil.

La sucesiva presentación de medidas de estímulo a la actividad económica aprobadas por las autoridades no contemplan, al menos, desde una perspectiva práctica, el déficit de productividad que viene arrastrándose desde hace muchos años, incluso, en el pasado ejercicio, en el que, aumentando ligeramente, era la mitad de la contabilizada en el conjunto comunitario.

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