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Ángeles Caballero

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Especies en extinción

Hay especies en extinción que son necesarias y entrañables para dibujar una sociedad como la nuestra y ayudarnos en nuestra intención de voto

Foto: Irene Montero (i), Inés Arrimadas y Rocío Monasterio (d), en 'El debate de las políticas influyentes', en El Confidencial. (C. Castellón)
Irene Montero (i), Inés Arrimadas y Rocío Monasterio (d), en 'El debate de las políticas influyentes', en El Confidencial. (C. Castellón)

Dice Rocío Monasterio, líder de Vox en Madrid, que no es normal que por tener cuatro hijos se la considere una especie en extinción. Esta autodefinición le sirve para argumentar que se necesitan políticas de natalidad como el comer. A mí me basta para decir que ella, en sí, es casi única en su especie.

El lunes estuvo en un debate en El Confidencial con otras cuatro candidatas de partidos distintos al suyo. Fue la única a la que su rictus no le jugó una mala pasada, tampoco la tensión arterial. Puede estar deseándote la muerte o dándote la enhorabuena por algo y nunca cambiará el gesto. Es inalterable, hierática, me derrotaría a la primera en esta incapacidad mía de disimular lo que pienso.

Monasterio no necesita apuntar cosas en un papel ni sacar 25 temas distintos en una intervención de dos minutos. Ella piensa en la unidad de España, en cómo la rompen los golpistas, en cómo hacer para que el Estado quite sus sucias manos de los contribuyentes. Ella no necesita feminismo, ni cuotas, ni siquiera pelearse con las rivales. Es una especie en extinción, sí, pero ni se te ocurra protegerla.

Monasterio no necesita feminismo, ni cuotas, ni siquiera pelearse con las rivales. Es una especie en extinción, sí, pero ni se te ocurra protegerla

Tiene el tono de voz capaz de exasperar a los que no opinan como ella. También es un poco el de Ruiz Mateos. Cuando la escucho, siento que podría llegar a convencerme para entregar mi alma y mi placenta a la Cienciología. Alguna vez la he visto a la salida de un colegio de Madrid. Y siempre he envidiado la actitud de las mujeres como ella, a las que parece que no devoran las prisas ni la sensación de que todo se resuelve con una faena de aliño.

Hay especies en extinción que son necesarias y entrañables para dibujar una sociedad como la nuestra y, ya de paso, ayudarnos en nuestra intención de voto. Como las señoras que iban a Embassy o al Hotel Velázquez a merendar. Como los personajes de la novela 'Romanticismo', de Manuel Longares, o los nombres que aparecen en las columnas de Josemi Rodríguez Sieiro, siempre entre la fantasía, el apellido compuesto y el realismo mágico.

Montero es demasiado joven para tener ideas tan viejas y demasiado lista como para repetir 10 veces que la culpa de todo la tienen los fondos buitre

También en extinción y a su manera es Irene Montero. Colidera un partido político cada vez menos unido, pero va camino de ser madre de familia numerosa con menos de 35 años y tiene una casa en propiedad. A ver qué haces con esto, Instituto Nacional de Estadística.

Montero, como Pablo Casado, es demasiado joven para tener ideas tan viejas y demasiado lista como para repetir 10 veces que la culpa de todo la tienen los fondos buitre. Especialmente cuando la mayor parte de los que la escuchan, voten Podemos o no, no saben lo que es. El presidente del PP, por cierto, le dijo ayer a Carlos Alsina que se lo está “pasando pipa” en campaña y que es liberal desde los 14 años. Qué infancia tan triste y qué lince. Ibérico.

Dice Rocío Monasterio, líder de Vox en Madrid, que no es normal que por tener cuatro hijos se la considere una especie en extinción. Esta autodefinición le sirve para argumentar que se necesitan políticas de natalidad como el comer. A mí me basta para decir que ella, en sí, es casi única en su especie.

Rocío Monasterio Irene Montero