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Carmena, en Medias Puri: la abuela conquista la discoteca
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Ángeles Caballero

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Carmena, en Medias Puri: la abuela conquista la discoteca

Más Madrid organizó un acto de campaña de reivindicación LGTBI en la discoteca madrileña. Pareció más bien un partido homenaje a Carmena, con más protagonismo de Vox que de Errejón

Foto: La alcaldesa de Madrid y aspirante a la reelección de Más Madrid, Manuela Carmena, y el candidato de su partido a la comunidad, Íñigo Errejón.
La alcaldesa de Madrid y aspirante a la reelección de Más Madrid, Manuela Carmena, y el candidato de su partido a la comunidad, Íñigo Errejón.

El gentío se lo llevaba pidiendo días, y este jueves la alcaldesa le dio lo que quería: besó a Íñigo Errejón en la boca. Una Manuela más Carmena que nunca, con su rebequita roja y su canesú, sus zapatos de monja vestida de calle, su permanente sonrisa. Esa cosa entrañable que la candidata a alcaldesa por Más Madrid desprende y reparte a los votantes, que este jueves por la noche eran más bien devotos, en ese templo madrileño que es la discoteca Medias Puri.

Este jueves, Íñigo y Manuela celebraban una fiesta que reivindica ese Madrid LGTBI en que también cabemos los por ahora rabiosamente heterosexuales. Un acto de campaña lúdico, festivo, en el que Manuela Carmena tenía ganas de guasa. Llegó, se besó y abrazó. Hizo bromas con su querencia a la bollería, que es “dulzura, suavidad, delicia, y se te llena la boca de ternura”. Con este último concepto, el público jaleó y a punto estuvo de sacar el pañuelo blanco para indultarla, para hacerla eterna. 'Carmena perpetua', rezaba una de las camisetas de los presentes.

Lo de este jueves fue un partido homenaje para alguien que no quiere aún cortarse la coleta. Por eso la alcaldesa no paraba de quitarle el micrófono en el escenario al que se le pusiera por delante. “¿Un carril tacón? Lo estamos estudiando profundamente”, dijo. Y venga las risas de los presentes, como los que llenaban las galas de José Luis Moreno con los chistes de Jaimito Borromeo. “Os voy a dar un libro de instrucciones: lo primero es que hay que votar, lo segundo es que tenéis que convencer a otros para que voten, os necesitamos a todos”. Y más aplausos, y más ovaciones, en un público que sí, que estaba entregado, pero más a la fiesta que a Más Madrid.

Errejón se quedó algo desdibujado tras ese amago de morreo, como Xavier Domènech ante el besazo de Pablo Iglesias. Pero reivindicó un Madrid libre, en el que se recibe a todos. Se me olvidó preguntarle si era cierto lo que dijo un fotógrafo de la organización entre risas: “Atención, puerta: 'OK Diario' no entra en la fiesta”. Igual era una broma. Espero.

La gala, presentada por dos televisivos, Elsa Ruiz y Bob Pop, tuvo momentos desiguales. Las referencias a Vox y al clero no podían faltar, como las críticas a todo aquel que ose votar a la derecha. Elsa Ruiz, una de las presentadoras de ‘Todo es mentira’, de Cuatro, recordó que ella, trans, con novia y trabajando en Mediaset, estaría condenada al gulag si fuera por los muchachos de Abascal. “¿Por qué la gente que no es como nosotros opina sobre nosotros?”, se preguntó. Pues hija mía de mi vida, por el mismo motivo que tú englobas a los que no opinan como tú: porque hay libertad de expresión. Y en esa caben también los faltones y soportar las críticas.

Con Bob Pop me pasa que le leo, le escucho y le conozco, que es una forma como cualquier otra de querer a alguien. Por eso le aplaudí el broche casero con la foto de Joan Collins en la solapa; por eso me partí de la risa cuando dijo que los gais y los de izquierdas comparten una cosa: “Estamos todas peleadas”. Llevaba un bastón que lo convertía en un Antonio Gala con acento catalán. No pude fijarme si en la empuñadura llevaba un perro. Va a votar a Ada Colau. No se puede ser perfecto.

El público jaleó y a punto estuvo de sacar el pañuelo blanco para indultarla, para hacerla eterna. 'Carmena perpetua', rezaba una de las camisetas

El 'photocall' de dos horas supo a cerveza 0,0: refresca pero no sabe igual. Salvo la actriz Itziar Castro y más de un candidato municipal y regional, aquello sabía a descafeinado. O igual el problema era solo mío, que me esperaba algo parecido al festival Starlite plagado de estrellas con vestidos drapeados y me encontré con esta frase: “Y ahora vienen un grupo de 'influencers', pero que no me sé los nombres”. Con lo mal que tengo la circulación de las piernas, eso acabó por rematarme. Eso sí, todos posaban con enorme desparpajo, con la superioridad moral del que esa noche no iba a trabajar.

¿El público? Pues un poco de todo si hacemos caso a los estereotipos. Maduritos bien vestidos, gente limpísima, aseada, recién salida de un 'coworking' de Malasaña o Silicon Valley. Y un detalle delicioso: Cayetanos superando todas las expectativas posibles. “¿Pero estos qué hacen aquí?”, decía un simpatiquísimo cámara de Mediaset que aguardaba paciente mientras veía desfilar a una nutrida muchachada con pinta de club de fans de Taburete y Morat. Si la fiesta la hubiera organizado Rivera, también habrían venido.

Me faltaron DJ Theo (un guiño para los seguidores de ‘La que se avecina’) y Tamara Falcó. La divina hija de la Preysler habría repartido agua bendita para mayor regocijo de los presentes. Pero estaba Rita Maestre. ¿Se han dado cuenta de que hablan igual?

El gentío se lo llevaba pidiendo días, y este jueves la alcaldesa le dio lo que quería: besó a Íñigo Errejón en la boca. Una Manuela más Carmena que nunca, con su rebequita roja y su canesú, sus zapatos de monja vestida de calle, su permanente sonrisa. Esa cosa entrañable que la candidata a alcaldesa por Más Madrid desprende y reparte a los votantes, que este jueves por la noche eran más bien devotos, en ese templo madrileño que es la discoteca Medias Puri.

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