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Aznar y Sarkozy: después de nosotros, meh
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Ángeles Caballero

Ideas ligeras

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Aznar y Sarkozy: después de nosotros, meh

La Universidad Francisco de Vitoria acogió esta mañana a dos políticos macho. Se gustan, lo saben, se aprecian, se palmean

Foto: El expresidente del Gobierno José María Aznar (d) y el exjefe del Ejecutivo francés Nicolás Sarkozy, conversan durante su participación en la conferencia 'Una reflexión sobre Europa'. (EFE)
El expresidente del Gobierno José María Aznar (d) y el exjefe del Ejecutivo francés Nicolás Sarkozy, conversan durante su participación en la conferencia 'Una reflexión sobre Europa'. (EFE)

Esta noche, Nicolas Sarkozy y José María Aznar van al fútbol a ver al Real Madrid enfrentarse al PSG. Pero horas antes han jugado otro partido, esta vez dialéctico, y ha ganado con rotundidad el francés. Y eso que el listón estaba alto. El de los egos, el del molómetro, el de esos dos locos bajitos (que cantaba Serrat) y napoleónicos que una vez presidieron Francia y España. Hablaron del futuro de Europa. Y la conclusión es que después de ellos, meh.

En su libro 'El coloquio de las perras', la escritora Luna Miguel habla del escritor macho. Y puede decirse que la Universidad Francisco de Vitoria acogió esta mañana a dos políticos macho. Se gustan, lo saben, se aprecian, se palmean. “Estoy junto a El Magnífico”, dijo el francés del español. Desbordan una seguridad de la que carecen muchos políticos actuales. Porque los de hoy no saben ser líderes, aseguran. La vulgaridad y la mediocridad son su principal característica. “Vamos, Josemari”, vitoreaba uno de los alumnos que abarrotaban el aula magna. No era el único.

Sarkozy y Aznar desbordan una seguridad de la que carecen muchos políticos actuales. Los de hoy no saben ser líderes, aseguran

El marido de Carla Bruni conserva el mismo liderazgo capilar que el de Ana Botella, pero aquel le aplasta en entusiasmo. No paró ni un segundo de gesticular ni de moverse. Un par de preguntas más y hubiera saltado del escenario para lanzarse a su público, que estaba entregadísimo. “No estamos ante una crisis de partidos, sino de la democracia y de Occidente. Es la época del liderazgo ilegítimo”, explicó.

El Brexit, claro, protagonizó parte de la conversación. Para el presidente francés es un drama. “¡Se nos va el segundo motor del cohete europeo!”, afirmó moviendo mucho los brazos para enfatizar. “Creo en lo justo y por tanto no tanto en lo igualitario. ¿Queremos justicia o igualdad? Yo no creo en la igualdad, creo en la riqueza de la diferencia”, añadió.

“Creo en lo justo y no tanto en lo igualitario. ¿Queremos justicia o igualdad? Yo no creo en la igualdad, creo en la riqueza de la diferencia”

A Nicolás, como le llama Aznar, le gustan mucho los jardines. O al menos rodearlos. Por eso también dijo que cuantos más medios, menos información interesante. Y que maldita sea la obsesión por la transparencia.

La división es un veneno. ¡Y no puedo aceptarla!”, dijo refiriéndose a Reino Unido pero también a Cataluña. Y otra vez a vueltas con los brazos y los auriculares para la traducción simultánea para cuando hablaran El Magnífico y el moderador de la charla. Lejos de calmarse, iba a más. Porque aclaró que Trump es el síntoma de la decadencia occidental, y su elección como presidente dice mucho de la sociedad americana. “Nunca pensé que un tuit hiciera fuerte a alguien”, añadió.

placeholder José María Aznar (d) y Nicolas Sarkozy,. (EFE)
José María Aznar (d) y Nicolas Sarkozy,. (EFE)

El expresidente Aznar nunca se ha caracterizado por su expresividad, aunque tiene otras virtudes. Su intervención osciló entre la rotundidad y la moderación, si es que existe un punto medio entre ambos términos. Desgranó unas cuantas frases que quedan muy bien para hablar de teoría política sin dar nombres propios. “Treinta años después del muro de Berlín, el orden liberal está siendo desautorizado”; “hay un desplazamiento geoestratégico del mundo”; “las sociedades multiculturales rompen la escala de valores y eso nos lleva al radicalismo y al populismo”. Sus recetas son el orden y la disciplina. Acabáramos.

Y viendo la energía desbordante de su amigo francés, que parecía jugar en casa viendo cómo le jaleaba el público, se guardó un cartucho para el final. “Mi voz se va a oír, quiero decirle algo a los españoles”. Emoción, intriga, dolor de barriga. Resulta que el que fue presidente del Gobierno entre 1996 y 2004 está muy preocupado porque salga adelante un “gobierno de coalición con comunistas chavistas y consentido por el secesionismo”, en el que las voces cantantes las lleven “un condenado por sedición y un asesino convicto”.

Aznar y Sarkozy. El Magnífico y el Hipervitaminado. No han cambiado sus ideas. Solo la dosis de cafeína para expresarlas

Quiero que mi voz se oiga”, insistió. Como si alguien le hubiera censurado en todo este tiempo opiniones que, por cierto, tienen de novedosas lo que las de El Vaticano condenando el aborto.

Aznar y Sarkozy. El Magnífico y el Hipervitaminado. No han cambiado sus ideas. Solo la dosis de cafeína para expresarlas.

Esta noche, Nicolas Sarkozy y José María Aznar van al fútbol a ver al Real Madrid enfrentarse al PSG. Pero horas antes han jugado otro partido, esta vez dialéctico, y ha ganado con rotundidad el francés. Y eso que el listón estaba alto. El de los egos, el del molómetro, el de esos dos locos bajitos (que cantaba Serrat) y napoleónicos que una vez presidieron Francia y España. Hablaron del futuro de Europa. Y la conclusión es que después de ellos, meh.

José María Aznar