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Ángeles Caballero

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"Habemus' Gobierno, hermana"

Bienvenidos a la legislatura de la inflamación sentimental. Sobró sobreactuación, faltaron modales

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Mujer, cincuenta y pocos, pelo corto, vestida de negro. Esperaba la cola para entrar en el Congreso. Se encontró con otra, la abrazó con ganas: “Habemus' Gobierno, hermana”. Tres horas y media después, los votos de los 350 diputados le dieron la razón.

Pedro Sánchez, elegido presidente del Gobierno por mayoría simple

Bienvenidos al nuevo 2004. No es Zapatero, es mucho peor. No es un Gobierno del Frente Popular. Es un Gobierno ilegítimo fruto de un golpe de Estado. Prepárense para salir a las calles. Harán lo de siempre. Nos impedirán formar una familia, ir a misa, nos enviarán a casa una cartilla de racionamiento. No nos dejarán vivir, si acaso respirar un poco. Comienza la era de la inflamación sentimental.

Lo de Pedro Sánchez da para tesis doctoral. Mejor que la suya, se entiende. Con la relajación del que sale a ganar el partido, mantuvo durante la mañana de este martes una actitud entre el hieratismo y el a mí plin. Y el discurso. Hijo de mi vida. Qué rostro tienes. Hablar de principios, acusar a “la bancada de la derecha” de heterogeneidad. “Han ido cambiando de argumentos según les convenía”, dijo. Está por inventar el 'emoji' que resuma lo suyo.

Dicho lo cual, el baile le ha salido niquelado. Estaban todos tan de acuerdo que hasta han debido acordar los colores de la indumentaria para la investidura. Rojo, morado y verde. Todos con la batería del aplausómetro cargada al 100%. Y en la tribuna de invitados, la emoción más contenida de los últimos tiempos. Con Luis García Montero, Juan Carlos Monedero, Miquel Iceta, Ángel Gabilondo, Susana Díaz. Si hasta estaba Jorge Vestrynge. Ada Colau y Rocío Monasterio, separadas por el expresidente del Senado Manuel Cruz. Bendita democracia.

Foto: Pedro Sánchez, durante el debate de investidura en el Congreso. (Reuters) Opinión
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Tras la intervención del presidente, fue el turno de Pablo Casado. Volvió a ser directo, sus palabras afiladas como cuchillos: “Señor Sánchez, su única patria es usted”. Pero Casado es la derechona Telva, atiza y muerde pero sin pasarse. Para eso ya están otros, los de la hoz y el trabuco.

Mientras hablaba el líder de la oposición, Sánchez miraba a las paredes del Congreso, pasando totalmente del interlocutor. Una se lo imagina pensado: “Ese cuadro quedaría muy bien en mi salón”. Porque lo de este martes, más que una investidura, parecía una coronación.

Este martes, más que nunca, el ya presidente recurrió a un gesto habitual de las sesiones en el Congreso. Cuando no quiere comunicar con sus gestos lo que opina del que esté hablando, agacha la cabeza y busca a Carmen Calvo, a ver si tiene algo que contarle. Si no, está Dolores Delgado, que suele llevar un paquete de chicles en el bolso y ofrece a sus compañeros cuando la cosa se alarga.

Cuando no quiere comunicar con sus gestos lo que opina del que esté hablando, agacha la cabeza y busca a Calvo, a ver si tiene algo que contarle

Abascal marcó gol recordando a las dos últimas víctimas de la violencia machista. Luego siguió con lo suyo. Momento que aprovechó Rafa Mayoral para salir del hemiciclo, mascando chicle con la boca abierta, pañuelo palestino al cuello. Definió al Gobierno resultante de la jornada de este martes como “un matrimonio entre la mentira y la traición”.

Sería interesante saber si algún experto en la sala ha contado el número de veces que se ha pronunciado la palabra ETA en esta sesión. Triste por los que comercializan votos con las víctimas, más triste aún por aquellos que siguen pensando que los pistoleros no eran más que aguerridos patriotas a los que no les quedó más remedio que matar a centenares de personas.

Iglesias habló bajito y rapeó. “A-ma-a-quien-te-dé-la-ga-na”. Breve, conciso. Este martes, no dijo lo de los presos políticos ni exiliados. Menos mal. Mucho mejor fue su en otros tiempos pequeño del alma, Íñigo Errejón, que aconsejó a Sánchez que deje de dar la matraca con lo de la bancada conservadora. “No es contra las derechas, es contra la desigualdad”, le dijo.

Pablo Iglesias rompe a llorar de emoción tras la votación de investidura: "Sí se puede"

Sánchez miró mucho el móvil, al que le ha puesto una funda rojísima que deben haberle traído los Reyes Magos. Tradición que, dado como está el percal, es probable que desaparezca. A la segunda votación, sonrió. Su nuevo mejor amigo, Pablo Iglesias, rompió a llorar al encontrarse con Echenique.

Bienvenidos a la legislatura de la inflamación sentimental. Sobró sobreactuación, faltaron modales.

Mujer, cincuenta y pocos, pelo corto, vestida de negro. Esperaba la cola para entrar en el Congreso. Se encontró con otra, la abrazó con ganas: “Habemus' Gobierno, hermana”. Tres horas y media después, los votos de los 350 diputados le dieron la razón.

Pedro Sánchez