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Fruta cortada o lista de Schindler
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Ángeles Caballero

Ideas ligeras

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Fruta cortada o lista de Schindler

Asistimos como espectadores privilegiados a la creación de generaciones cargadas de temores y derechos. Alimentamos, y me incluyo a veces, a criaturas con escasa tolerancia a la frustración

Foto: Eli, segunda eliminada de 'OT 2020'. (TVE)
Eli, segunda eliminada de 'OT 2020'. (TVE)

Conocí a una madre que no llevaba a su hijo al colegio si este se despertaba sin ganas de acudir a clase. “Es un niño muy sensible”, me dijo una vez. Conocí a otra madre que consideraba nocivos los deberes. “Me quedé sin llevar a la niña a un recital de poesía, que es mucho más útil”, escuché de su boca. También hubo otra que apagaba la televisión cuando llegaba la hora del telediario. “No quiero que los niños vean tanto drama”, argumentó. En las tres ocasiones callé y puse la cara del emoji cuya boca es una raya horizontal. Que no se note.

Ayer vi sentado en un banco a un niño de unos 10 años mirando embobado la pantalla de un teléfono móvil. De pie, su madre con un táper en una mano; en la otra, un tenedor. Le daba pausada y delicadamente trozos de manzana. Escenas, esta y las anteriores, que se supone que cuentan con la complicidad y el respaldo paterno. Porque la estulticia no entiende de género.

Me gusta la gente sensible, la poesía, la fruta cortada. No me gusta el drama y a veces me aburren el telediario y los míos.

No quiero que mis hijos reciban la educación de algunos colegios de Hong-Kong. Pero tampoco que desaparezcan los exámenes, los deberes...

No quiero que mis hijos reciban la educación de algunos colegios de Hong-Kong que tan bien retrata Carl Honoré en su libro 'Bajo presión'. Niños de primerísima primaria con asignaturas para ser CEO, cuatro idiomas, tres deportes, varios instrumentos musicales.

Pero tampoco entiendo que desaparezcan los exámenes, los deberes, las asignaturas. Ayer hablamos de nazismo en la comida porque en clase de Valores en el instituto están viendo 'La lista de Schindler'. Soy una señora que pregunta la lección y les repite a sus criaturas que ahí fuera hace mucho frío. Me saturan los padres blandengues. Dios mío, por qué me has abandonado en una época que no es la mía.

Hace unas semanas, y por primera vez desde que existe el programa, 'Operación Triunfo' eliminó a una de las concursantes, Eli, sin revelar el porcentaje de apoyo que había recibido. Fue del 8%. Desde Gestmusic argumentaron la decisión porque querían protegerla y evitar reacciones en plató que pudieran dañarla.

Hace menos tiempo, uno de los miembros del jurado, Portu, tuvo que pedir perdón tras las críticas que recibió al evaluar a uno de los concursantes. Hace nada, en uno de esos fueguecitos de las redes sociales, se pedía la tarjeta roja, penalti, expulsión y retirada de pasaporte de Natalia Jiménez, otra de las componentes del jurado, por los comentarios que hace a sus concursantes y su manera de reaccionar ante los odiadores, los ofendidos, los faltos de comprensión lectora.

No se trata de volver a la letra con sangre entra. Se trata de no tener la piel tan fina. Si no te gusta, no mires. Si no lo aguantas, no vayas

Asistimos como espectadores privilegiados a la creación de generaciones cargados de temores y derechos. Alimentamos, y me incluyo a veces, a criaturas con escasa tolerancia a la frustración. No son milénicos (qué espanto de palabra). Son otra cosa a la que aún no encuentro nombre. 'Gilipolling', tal vez.

Mayores de edad en concursos de televisión que habrán visto y probado casi de todo a los que no se les puede decir que lo que acaban de hacer es lo de Cagancho en Almagro. Serán los límites de la libertad de expresión. Que me he despertado obtusa. Qué sé yo.

Mi mente, capaz de almacenar todo tipo de información siempre que sea inútil, guarda una impagable escena protagonizada por Risto Mejide y Lorena Gómez, la concursante que acabó ganando 'OT 2006'. Tras la actuación, Mejide lo resumió así: “Eres como un consolador: perfecta en la ejecución, pero tremendamente fría en el sentimiento”. Al menos le alabó, a su manera, el físico: dijo que no era "difícil de ver". En la misma gala acabó retirando el concepto tras escucharla versionar a la Jurado. A Pablo López, otro de los concursantes de esa edición, le denominó “pianista de bar”. Nadie pidió su cabeza.

No se trata de volver a la letra con sangre entra. Se trata de no tener la piel tan fina. Si no te gusta, no mires. Si no lo aguantas, no vayas.

Conocí a una madre que no llevaba a su hijo al colegio si este se despertaba sin ganas de acudir a clase. “Es un niño muy sensible”, me dijo una vez. Conocí a otra madre que consideraba nocivos los deberes. “Me quedé sin llevar a la niña a un recital de poesía, que es mucho más útil”, escuché de su boca. También hubo otra que apagaba la televisión cuando llegaba la hora del telediario. “No quiero que los niños vean tanto drama”, argumentó. En las tres ocasiones callé y puse la cara del emoji cuya boca es una raya horizontal. Que no se note.