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Nuestros mayores, mi gobierno: el singular y el plural en la crisis del covid-19
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Ángeles Caballero

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Nuestros mayores, mi gobierno: el singular y el plural en la crisis del covid-19

Esta mañana la presidenta de la Comunidad de Madrid compareció en la Asamblea de Vallecas. Sin guantes y con el gesto de quien aún no acaba de creerse lo que le está tocando gestionar

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en la morgue de la pista de hielo de Majadahonda. (EFE)
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en la morgue de la pista de hielo de Majadahonda. (EFE)

El lenguaje en política está lleno de malas intenciones. Así, a los votados por los ciudadanos estos días se les llena la boca de plurales. “Nuestros mayores”, “nuestros niños”, “nuestros sanitarios”. Plurales que enfatizan el dolor y la apropiación de los términos.

En cambio, cuando se trata de disparar, recurren al singular personalizado. Puede ser Pedro Sánchez, puede ser Pablo Iglesias. O puede ser Isabel Díaz Ayuso, cuando insiste en que se ha sentido sola al gestionar la crisis del coronavirus en la comunidad que preside. Sola. Primera persona del singular. Como Agustina de Aragón. Como Juana de Arco. Como Isabel la Católica.

Esta mañana la presidenta de la Comunidad de Madrid compareció en la Asamblea de Vallecas. Vestida de verde. Color esperanza o color viva el rey de España, como le gusta decir a algunos. Sin guantes y con el gesto y la mirada de quien aún no acaba de creerse lo que le está tocando gestionar.

Foto: Isabel Díaz Ayuso. (Efe)

Sacó pecho de lo conseguido en la región con más muertes del planeta por millón de habitantes. Recurrió a la primera persona. Del singular y del plural. Ella. Su gobierno. Los suyos. Porque lo de Ifema ha sido un modelo para todo el mundo.

“Somos un gobierno joven con una situación inédita. Porque el virus ya estaba en febrero dando vueltas por Madrid”, afirmó. Y si no hubiera sido por ella aún seguiríamos esperando material sanitario. “Nos hemos sentido muy solos, dígaselo a su jefe”. El jefe es el vicepresidente segundo del Gobierno. El destinatario del mensaje fue Jacinto Morano, diputado regional por Unidas Podemos.

Díaz Ayuso tenía ganas de guerra pero su voz tenía más tono de emoción que de batalla. También de algo que maneja con soltura, un macarrismo contenido a veces, un eterno estar a la defensiva. Un “eso no me lo dices en la calle” de libro.

Somos un gobierno joven con una situación inédita. Porque el virus ya estaba en febrero dando vueltas por Madrid

Aprovechó los minutos que permaneció en la Asamblea para recordarle a Rocío Monasterio que espera de su grupo más consenso y no la respuesta que dio hace tiempo a su propuesta de rebaja fiscal. La portavoz de Vox deslizó de manera nada sibilina lo que esperan sus votantes. Chiringuitos, sindicatos, ONG y otras mamandurrias de gastos superfluos tan necesarios en esta situación de emergencia. Qué felices cuando hablábamos de estas cosas, cuando no sabíamos lo que era una prueba serológica y la única curva que conocíamos era la asociada a una niña.

Daba igual quién y qué preguntara. La presidenta madrileña aseguró que su comunidad ha comprado “bien”. Y en ese bien alzó la mirada, alargó las enes. Porque, señores, no hay una estrategia de país, y menos mal que seguimos con los Presupuestos de Montoro. Y ojalá Pedro y Pablo hubieran cumplido con sus promesas. Y qué bien que Madrid haya ayudado a espabilar a España, con Ifema, con los hoteles medicalizados y con la colaboración público privada. Y a ver si liberamos pronto suelo, porque la recuperación vendrá de la mano de la construcción. “Si nos quitamos vendas ideológicas será más fácil salir adelante”, comentó poco antes de salir del hemiciclo.

Previamente le había dicho al portavoz de Más Madrid que ojalá tuviera ella en Vallecas una oposición con la actitud de Rita Maestre, en vez de una panda de propagadores de bulos. No vaya a ser que quede para la Historia que Martínez-Almeida haya cosido, él solito, su capa de superhéroe de esta crisis. Para soledad la suya. Como Agustina de Aragón. Como Juana de Arco. Como Isabel sin Fernando.

El lenguaje en política está lleno de malas intenciones. Así, a los votados por los ciudadanos estos días se les llena la boca de plurales. “Nuestros mayores”, “nuestros niños”, “nuestros sanitarios”. Plurales que enfatizan el dolor y la apropiación de los términos.

Isabel Díaz Ayuso Ifema José Luis Martínez-Almeida Ministerio de Sanidad