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Referéndum: cuando ya es una cuestión personal

¿Es lícito llevar un tema tan lejos cuando se aprecia que no hay ventaja clara ni movimiento en las convicciones y tan solo se genera, en el mejor de los casos, enfrentamiento?

Foto: El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (d), junto al vicepresidente del Govern y 'conseller' de Economía, Oriol Junqueras (d). (EFE)
El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (d), junto al vicepresidente del Govern y 'conseller' de Economía, Oriol Junqueras (d). (EFE)

¿Identifican cuándo uno ya no puede decir si lo que en un momento dado era un objetivo ahora es una cuestión personal? De forma parecida la cuestión del referéndum en Cataluña y lo que se está preparando para el 1-O (es importante que aprecien la diferencia entre ambos casos) ha llegado, en relación al 'president' Puigdemont, a una situación de neblina, por no decir niebla o humo.

Lo que empezó siendo la convocatoria de unas elecciones anticipadas (las terceras en 5 años) necesitó el apellido de plebiscitarias para intentar legitimarlas o, al menos, dar una justificación a lo que en cualquier otro momento hubiera sido crisis de gobierno o mera inestabilidad.

De ahí pasamos a una coalición entre dos partidos rivales, una mayoría parlamentaria pero no popular de estos más un partido antisistema que, como todo partido antisistema, convierte en hecho el dicho de “a río revuelto…” y que logra llevar al Govern por la senda del “a mi manera o carretera”.

Foto: Carles Puigdemont, junto a Oriol Junqueras, Jordi Turull y Raül Romeva. (EFE)

A lo largo de las últimas semanas hemos asistido a anuncios sin firma, anuncios sin fecha, cambios en el Ejecutivo catalán, coqueteos con urnas chinas, urnas nombradas en cenas y cambios en los reglamentos del Parlament para poder aprobar leyes sin consenso ni excesivo control. El caso es que el último punto parece haber tenido reflejo en la realidad esta última semana al aprobarse una reforma del reglamento del Parlament sin permitir a la oposición objetar o discutir.

Y a lo largo de todo este recorrido el electorado catalán pareció crecerse con el independentismo en función de las primeras iniciativas de enfrentamiento real con la Moncloa allá por 2016, pero hoy vive en un escenario contrario.

Justo hace dos años el sentimiento independentista registraba un bajón importante del que se recuperó pronto para lograr, hace justo un año, su máximo

Puede que este bajón en el ánimo venga dado porque hay algo que rechina debido a tanta unilateralidad o puede que sea porque el 'procés' se ha convertido demasiado en una meta personal del 'president' Puigdemont, quien parece avanzar como un camión que arrasa o, acaso, el mismo camión sin frenos.

Como ya hemos hablado en más de una ocasión aquí, el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) es un organismo dependiente de la Generalitat que, cada cuatrimestre, libera un estudio llamado Barómetro en el que se pregunta a los catalanes por asuntos de actualidad. Dado que la actualidad de Cataluña pasa exclusivamente por la deriva independentista, vamos a revisar la serie en la que se recoge, desde 2013, la evolución del posicionamiento del electorado catalán.

En estos estudios siempre se realizan dos preguntas: una relativa al “encaje” de Cataluña en España y la segunda más concretamente sobre independencia sí o no. Empecemos por la segunda pregunta por ser más directa y con una respuesta binaria inmediata.

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Fíjense en lo curioso del gráfico. Justo hace dos años el sentimiento independentista registraba un bajón importante del que se recuperó pronto para lograr, hace justo un año, su máximo de la serie. Hoy marca el mínimo del periodo estudiado.

Más de 8 puntos porcentuales separan la independencia de la no independencia, que roza el 50%. Como un aspecto importante de las evoluciones sociales son las tendencias, el espectro independentista se debió ver muy fuerte desde junio de 2015 a junio de 2016. No tanto porque ellos crecieran de forma significativa, sino porque el sentimiento de no-independencia se desplomaba, algo que ahora mismo es justo a la inversa.

Mucho hemos hablado aquí de las alternativas al independentismo. El CEO plantea tres: seguir como hasta ahora, un cambio de modelo a un estado federal o convertir Cataluña en una región de España, reduciendo las competencias que actualmente tienen transferidas a favor de un estado más centralista.

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Ante el planteamiento de posibilidades, la diferencia de criterio tan grande que veíamos arriba se diluye. Opción por opción, el independentismo es el que mayor aceptación tiene, pero las tres opciones no independentistas juntas se van, por bastante, por encima del 50%. Como se puede apreciar, así fue en el Barómetro de marzo (con datos recabados en febrero) y en el más reciente, habiendo una diferencia de sólo medio punto entre estudio y estudio.

Otra cosa es que el independentismo también caiga, tal y como hemos visto, desde junio del 2016, pero en el modelo alternativo sigue sin haber un posicionamiento ni claro ni mayoritario, si bien el modelo actual se va fortaleciendo en los últimos meses.

Aquí, insistimos, es dónde PSC, PSOE y ahora Ciudadanos tienen una posibilidad de rentabilizar su posición respecto a la cuestión catalana. No ya por el federalismo tan defendido como poco definido por los socialistas, sino que la reforma constitucional como objetivo supone una posición intermedia entre el Gobierno y el Govern, de la cual se pueden extraer votos de forma inmediata sin ni siquiera entrar mucho en especificaciones.

Vamos ahora a acudir a otras fuentes distintas al CEO para constatar un hecho que ya hemos visto a lo largo de todo el artículo: la homogeneidad del electorado no independentista.

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Para ello nos hemos hecho con tres encuestas recientes, Metroscopia de abril, GAD3 de julio y DYM (publicada en este periódico), y nos hemos quedado con la intención de voto a partidos claramente independentistas frente a los que no lo son.

Aquí vemos algo que debería sonarnos y es que el voto popular sigue siendo mayoritario hacia los partidos que no proponen abiertamente la independencia. Este coeficiente está por encima del 50% de media (aunque la encuesta más ajustada en resultado es la de GAD3) y hay muy poca variación entre ellas, lo cual implica que es un voto bastante sólido. Hasta tal punto lo parece que podríamos decir que “el que se mueva, no sale en la foto” es decir: aquí sí que hay oportunidad de transferencia de votos desde los comunes hacia el PSC y, si lleváramos la campaña del PSC, les garantizo que tendríamos hambre y sed de batalla.

Ahora, si nos centramos partido a partido en cada una de las encuestas incorporadas, nadie duda de que el ganador de unas posibles elecciones anticipadas (de nuevo) sería el vicepresidente Junqueras.

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Complicado entender las motivaciones últimas. Puede ser que el 'president' Puigdemont esté siendo percibido como alguien que se cree el llamado a personificar la libertad de un pueblo y quiera tener una calle o plaza en cada municipio de Cataluña. Puede que sea porque los catalanes estén viendo que el Govern está demasiado polarizado, condicionado por la CUP y traspasando límites con la legislación que, una vez violados estos, a ver quién les frena después. O incluso porque el futuro es incierto, ya que no hay claridad en el día después ni reconocimiento internacional.

El caso es que cuanto más caliente está el tema, más calmada se presenta la opinión pública respecto de una iniciativa que se ha estirado en exceso o, como cuando uno repite muchas veces seguidas una palabra, que deja de tener sentido.

Viendo estos gráficos no les falta razón a todos los que afirman que el camino de la independencia ha abierto una fractura que va a tardar más de un año y más de dos en cerrarse. ¿Es lícito llevar un tema tan lejos cuando se aprecia que no hay ventaja clara ni movimiento en las convicciones y tan solo se genera, en el mejor de los casos, enfrentamiento?

Quedan 9 semanas para el primero de octubre y el 'procés' cada día parece más el reducto de un político al que eligieron solo para ejecutarlo y no para gobernar.

¿Identifican cuándo uno ya no puede decir si lo que en un momento dado era un objetivo ahora es una cuestión personal? De forma parecida la cuestión del referéndum en Cataluña y lo que se está preparando para el 1-O (es importante que aprecien la diferencia entre ambos casos) ha llegado, en relación al 'president' Puigdemont, a una situación de neblina, por no decir niebla o humo.

Catalán Crisis de Gobierno Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)