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Las 'trampas' del CIS catalán o lo difícil que lo tienen las encuestas el 21-D
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Las 'trampas' del CIS catalán o lo difícil que lo tienen las encuestas el 21-D

Necesitaremos más reposo, más ideas de campaña sobre la mesa y nuevas encuestas para ir viendo como evoluciona el tema de Cataluña

Foto: Dos jóvenes con una 'estelada' en 26 de octubre. (Reuters)
Dos jóvenes con una 'estelada' en 26 de octubre. (Reuters)

Imaginen la situación. El pasado viernes 27 de octubre el presidente del Gobierno convoca a los medios tras un Consejo de Ministros extraordinario para responder a la declaración de independencia efectuada por el Parlament horas antes. En esa comparecencia anuncia elecciones para el 21 de diciembre.

Un plazo muy corto de tiempo en el que desarrollar una campaña (en serio, eso de 15 días de campaña electoral oficial hay que revisarlo, como lo de la jornada de reflexión) logrando así tres efectos: el primero, comunicar abiertamente que la medida es excepcional, tiene fecha de fin y que esta está a la vuelta de la esquina. El segundo efecto lleva a que los que hasta el viernes por la mañana se aplaudían van a desarrollar estrategias (tácticas, seamos sinceros) para competir entre ellos, con lo que pasan de sonreírse a enfrentarse.

El tercero es un efecto lateral: sin vuelta de calentamiento, todos nos lanzamos a sondear intenciones de voto. En este periódico ya se publicó una encuesta a mediados del pasado mes en clave nacional que medía la respuesta en todo el país que cada formación política estuviera teniendo ante el desafío independentista. Pero mucho ha ocurrido en tan breve plazo y hemos de centrarnos en Cataluña.

Antes que nada, queremos dejar claro el reparto de escaños. Que se vote a qué partido y si ese partido tiene más potencia en según qué provincia no es, como viene siendo costumbre desde que el mundo es mundo, trivial.

Con los datos del censo de las últimas elecciones en Cataluña (2015) vemos lo siguiente:

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Efectivamente; un diputado en Barcelona es más que el doble de caro que en Lleida, provincia con 13 veces menos población. El coste medio entre las cuatro provincias es de 31.600 votos aproximadamente, lo que hace que Tarragona sea la mejor representada y Girona y Lleida tengan mayor representación.

Ahora, ¿saben cuáles son las provincias con mayor penetración de las formaciones independentistas (al menos en las elecciones de 2015)? Es una pregunta retórica, claro. No queremos decir con ello que sea un diseño dirigido a inclinar la balanza, pero el hecho es que Girona y Lleida dieron en 2015 más del 55% de los votos a JxSí en cada una de ellas y, con ellos, un tercio (21) de los diputados logrados en el Parlament (62). La CUP se movió alrededor del 8% en todas las provincias, lo que implica que su penetración fue muy plana en la sociedad.

Con esto en mente vayamos a por la encuesta que más ruido ha hecho en estos días y que es la del CEO, el organismo de estudios sociológicos dependiente de la Generalitat. Vamos a hacer lo que hacemos siempre que consideramos esta encuesta y con más motivo tras los acontecimientos de octubre (referéndum, negociación, DUI…), y es ver la polarización, es decir, independencia o no.

Vamos de más agregado a menos y, por tanto, vamos a hacer el camino contrario a Centre y veamos qué respuestas ha habido desde 2013 hasta hoy respecto a esta polarización:

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Como verán este último Barómetro de Opinión Política ha roto una tendencia ascendente y contraria a la independencia que se inició hace más de un año y que ha estado como opción principal desde entonces. Ustedes se preguntarán si, con todo lo ocurrido, es real el vuelco que vemos arriba.

Mantengan un poco más esa pregunta en su cabeza mientras seguimos viendo los resultados de la oleada de octubre yendo, ahora, a la pregunta anterior. Dicha pregunta se efectúa en términos de qué modelo de organización administrativa prefiere el encuestado para Cataluña y se le dan cuatro opciones: una región de España, una comunidad autónoma, un estado en una España federal o un estado independiente.

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Vayamos a lo que salta a la vista y es una potencial transferencia de elección entre comunidad autónoma y estado independiente… un momento, ¿cómo?, ¿no es una transferencia un tanto inusual o incoherente? En principio toda transferencia se debería producir de autonomía a Estado federal y de ahí a independencia, a no ser que se haya producido tal cual y en las mismas magnitudes.

Dado que nos escama mucho este escenario, vamos a ver un par de cosas que utilizamos como grupo de control (si lo quieren llamar así). Una de ellas es el número de respuestas. Estas encuestas están programadas para 1.500 entrevistas, número que no les ha costado nada obtener en las anteriores oleadas, pero en esta solo han podido llegar a 1.338.

Vaya por delante que el trabajo realizado por el CEO ya es suficientemente duro de por sí, como para encima tener que ir a por él sin el alcance deseado. De hecho, la explicación para que no hayan podido lograr las respuestas planificadas es, muy posiblemente, la saturación y el hastío del público catalán y aquí es un punto más en el que se evidencia la fractura social que a los que no vivimos en Cataluña nos llega como el drama que es.

La segunda prueba del 9 es comparar el recuerdo de voto expresado en el barómetro con el resultado real en 2015:

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Aquí vemos un escoramiento que no es trivial. El PP y Cs salen muy infrarrepresentados mientras que Comunes y JxS se van por encima de los 3 puntos en recuerdo de voto. Es decir, no es que las opciones independentistas ganen, es que las no independentistas no han sido preguntadas o no han querido responder.

Aunque estamos seguros de que las operaciones (y este es un ejemplo claro de que “la cocina” no tiene por qué ser maldita) realizadas por el CEO para ser lo más ajustado a realidad posible han sido rigurosas, el número de entrevistas junto a estos desniveles nos hacen creer que podemos tomar este barómetro como punto de inicio, hasta como nivel de control, pero no una proyección al 100% de lo que ocurra el día antes del sorteo de Navidad, o un termómetro al 100% del sentimiento hacia la independencia (de hecho nunca lo son; son fotos puntuales y esta se ha tomado con la gente moviéndose).

Así que, respondiendo a si el vuelco es real y lo ocurrido desde la aprobación de las leyes de transitoriedad, pasando por el referéndum ilegal… ¿qué podemos decir? Pues que necesitaremos más reposo, más ideas de campaña sobre la mesa y nuevas encuestas para ir viendo como el tema evoluciona.

Ahora es tiempo de planteamientos, ideas y no hay mucho tiempo, insistimos, y menos cuando los protagonistas de todo este 'mayhem' no han configurado aún sus candidaturas y alianzas. Ahora, y desde nuestra humilde opinión, hemos de incidir en que un pueblo de siete millones de personas no se gobierna solo con la idea de la independencia. La política, sea lo que sea según quién enuncie, nunca ha funcionado con una sola motivación, y, si lo ha parecido, el régimen bajo el que ocurría ni tenía buena fama ni salió bien parado.

Imaginen la situación. El pasado viernes 27 de octubre el presidente del Gobierno convoca a los medios tras un Consejo de Ministros extraordinario para responder a la declaración de independencia efectuada por el Parlament horas antes. En esa comparecencia anuncia elecciones para el 21 de diciembre.

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