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Pedro Sánchez suma y sigue
El secretario general del PSOE continúa anotándose victorias a los puntos mientras que los críticos esperan a que se estrelle
Pedro Sánchez suma y sigue, seguramente no lo suficiente para conseguir la investidura como presidente del Gobierno porque la aritmética es muy tozuda, pero sí en el camino hacia su consolidación como líder del PSOE. La aristocracia socialista, reunida en el Comité Federal, no tuvo este lunes otra opción que dar su beneplácito al aval que el secretario general había recabado antes directamente de la militancia, con una participación que rebasó el temido listón del 50% (51,6) en una consulta poco motivadora por la elección de Ciudadanos como pareja de baile y con algunos de los principales instrumentistas –los dirigentes territoriales– en actitud de brazos caídos o desafinando con la partitura oficial.
[Sigue en directo el debate de investidura de Pedro Sánchez]
Mientras que sus detractores internos siguen esperando a que Sánchez se estrelle, el secretario general va sumando en su casillero victorias a los puntos. Al Comité Federal, órgano que reúne a más de doscientos dirigentes de todos los territorios, no le quedó otra función que la de notario. Fue el suyo un cónclave “de aceptación”, que levantó acta de lo previamente propuesto por el secretario general y respaldado por los afiliados, aunque solo un 40% de los 189.167 censados dieron su apoyo explícito al pacto.
El respaldo de los militantes y el refrendo del Comité Federal no ha sido tanto al acuerdo concreto con Ciudadanos como al secretario general. Así lo advirtió el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, quien señaló que son muchos los que ejercieron su voto interpretándolo como un aval para que el candidato socialista pueda negociar apoyos a su investidura presidencial ya que, de haberse circunscrito al contenido del acuerdo suscrito con Ciudadanos, seguramente el resultado habría sido otro. [El pacto con Albert Rivera es especialmente controvertido en Cataluña, donde la alcaldesa Nuria Parlón amenaza con disputar el liderazgo del PSC a Iceta].
El Comité Federal tomó nota del criterio establecido por los militantes, con escaso entusiasmo y mucho escepticismo
A este comportamiento de los militantes no ha sido ajeno el hartazgo que ha empezado a calar entre muchos de ellos con los barones, a los que se reprocha una actitud de “poner palos en las ruedas” en función de los intereses de “sus respectivas ínsulas de Barataria” o de sus ambiciones personales. Conscientes de ello, el lunes adoptaron un papel de testigos más que de actores. Algunos de los que se han caracterizado por tener una actitud más crítica hacia Sánchez, como la andaluza Susana Díaz y el asturiano Javier Fernández, acudieron a la cita solo para evitar dar pie a conjeturas y el valenciano Ximo Puig ni siquiera estuvo en una reunión que de antemano se sabía de trámite. Tampoco estuvieron el extremeño Guillermo Fernández Vara, que mantiene posiciones cambiantes, ni la balear Francina Armengol, alistada entre los fieles a Sánchez.
Este lunes no se pasaba lista, no hacía falta. Los inusualmente pocos turnos de palabra solicitados –diez– los consumieron dirigentes que avalaron la estrategia de Sánchez, con dos excepciones que ya estaban descontadas: la del andaluz Francisco Reyes, para cuestionar la supresión de las diputaciones –preside la de Jaén–, y la de José Antonio Pérez Tapias, cuyo voto fue el único en contra junto con el de otra representante de Izquierda Socialista, una corriente en deconstrucción desde que alcanzó su mayor cota de representación en las primarias de 2014, cuando presentó a Tapias como candidato propio a la secretaría general. De quien intentó liderar la construcción de una amplia ala izquierda que sobrepasara los límites de la corriente no se podía esperar otra cosa que la censura al giro “neoliberal”.
Los dos únicos votos en contra son más reflejo del cierre de filas interno que de una auténtica adhesión al pacto con Ciudadanos porque si algo caracterizó la reunión del Comité Federal fue, además de su desarrollo exprés, la escasa asistencia y el poco entusiasmo que genera “un acuerdo que no es para gobernar”. En los corrillos, las dos frases más repetidas eran: “los números siguen siendo los que son” y “vamos a ver lo que pasa en los próximos dos meses”. Es decir, la nota dominante fue el escepticismo porque casi todos dan por fallida la investidura en esta semana y piensan ya en la siguientes.
Los dirigentes socialistas piensan ya “en los próximos dos meses”, pero algunos advierten de que no hay margen para grandes cambios en el escenario político
A algunos de los colaboradores más cercanos a Sánchez les parece que todo marcha “muy bien y muy ideal”. Confían en que antes o después Podemos acabará dando oxígeno al candidato del PSOE para no aparecer “cogidos del brazo” del PP ahora que ha fracasado la estrategia que atribuyen a Pablo Iglesias: “Podemos quería que Pedro fuera a la investidura con el único apoyo de los 90 diputados socialistas y, en el peor de los casos, va tener 130 votos. Se comportan como si fueran “par” del PSOE cuando tienen bastantes diputados menos y ahora lo que está claro es que el PP tiene 123 diputados y hay un proyecto alternativo con 130. Eso ya es un cambio sustancial”.
Otros, sin embargo, son más cautos y escépticos: “Si alguien, dentro o fuera del PSOE, espera algo nuevo, se equivoca. En el acuerdo con Ciudadanos ya está todo lo que era negociable para nosotros, todo lo posible. Lo que es imposible ahora, lo será también dentro de dos meses. Aunque alguno se lo haya creído, en el Parlamento no hay mayoría de izquierdas y, aunque se pudiera formar de alguna manera un Gobierno con Podemos, saltaría por los aires en muy poco tiempo porque son proyectos que buscan cosas distintas. Y si se repiten las elecciones, el mayor cambio que se puede esperar es que los electores premien algo a PSOE y Ciudadanos, pero incluso en esa hipótesis, si ahora suman 130 después no sumarían más allá de 140-150 como mucho”.
En definitiva, mucho escepticismo, poco entusiasmo y a la espera de los acontecimientos.
Pedro Sánchez suma y sigue, seguramente no lo suficiente para conseguir la investidura como presidente del Gobierno porque la aritmética es muy tozuda, pero sí en el camino hacia su consolidación como líder del PSOE. La aristocracia socialista, reunida en el Comité Federal, no tuvo este lunes otra opción que dar su beneplácito al aval que el secretario general había recabado antes directamente de la militancia, con una participación que rebasó el temido listón del 50% (51,6) en una consulta poco motivadora por la elección de Ciudadanos como pareja de baile y con algunos de los principales instrumentistas –los dirigentes territoriales– en actitud de brazos caídos o desafinando con la partitura oficial.