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Botín, eres el más grande y el más torero
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Israel García-Juez

La Feria de las Vanidades

Por
Israel García-Juez

Botín, eres el más grande y el más torero

 Ni Marcial Lalanda, ni leches. Sí, ya sé que el famoso pasodoble está dedicado al matador de toros (por cierto cuya finca La Salceda fue  comprada después por

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Ni Marcial Lalanda, ni leches. Sí, ya sé que el famoso pasodoble está dedicado al matador de toros (por cierto cuya finca La Salceda fue  comprada después por mi querido Mario Conde), pero es que es un espectáculo digno de ver, la maestría de Don Emilio Botín Sanz de Sautuola. No encontrarán ustedes una persona que esté más incómoda delante del público, pero que, al mismo tiempo, demuestre la seguridad propia de aquél que manda sobre todas las cosas. 

Tuve la oportunidad de ver al ‘figura’ en acción con motivo de la presentación de la Memoria 2012 de la Fundación Botín en su nueva sede de Madrid, en la calle Castelló número 18. Lo primero, hay que decir que la Fundación antes se llamaba Marcelino Botín, un tío del actual presidente del Santander que murió sin descendencia, y dedicó su fortuna a crear esta herramienta que sirve para dinamizar Cantabria y hacer mucho bien. Don Emilio, que es un crack, con el pasar del tiempo pensó que poniendo sólo ‘Botín’ no había duda de quién estaba detrás, pues los fondos (60 millones el año pasado y 65 éste) de la Fundación, proceden del 0,89% del capital del banco que su tío poseía. 

Así, Don Emilio llegó, tras bajarse de un Mercedes 600 blindado, que tiene un ganchito para colgar la chaqueta, y rodeado de un fuerte equipo de seguridad. Así que los del escrache, mejor abstenerse porque os lleváis un chispazo, a su flamante edificio. Besó con toda la efusividad de la que es capaz a su hija Paloma, que se llama igual que su mujer, Paloma O´Shea, marquesa de O´Shea, y entró como un torbellino, se ve que es un hombre muy liado.  

Le acompañaba, como siempre, Manuel Cendoya, máximo responsable de Comunicación del Banco, y sin cuya consulta Don Emilio no hace nada de cara al público.  “¿Qué tal se oye, señores periodistas?” fue la primera interacción de uno de los banqueros más importantes del mundo con la prensa allí congregada. Por cierto, a la del Santander se le facilitó el desplazamiento hasta la Villa y Corte, debido a la mala situación económica que sacude a todos los medios.

Botín, como si fuera un gimnasta, leyó su discurso mientras hacía una suerte de estiramientos en el atril que denotaban lo incómodo que estaba. Hay que decir que para tener 78 años está en una magnífica forma física, y repasó junto a los presentes, si la memoria estaba bien hecha. "Es que si ponemos que una cosa está en la página 15 y luego no está pues quedamos mal", llegó incluso a decir. Si llega a reparar el presidente del Santander, que en la ventana que había detrás de él, se veían unas sábanas colgadas no sé qué hubiera podido pasar. 

Con la franqueza ruda de un cántabro de bien, ordenaba tanto a su hija Paloma, como a la directora Fátima Sánchez que salieran al atril a explicar qué es lo que hacían. De hecho, se contrarió mucho cuando llamó al escenario a Begoña Guerrica-Echevarría y le contaron que no estaba presente. Supongo que estará trabajando, afirmó, -y yo rezo porque así fuera, porque si no, a estas horas, es probable que ya no forme parte del proyecto-.

La Fundación hace de todo: da becas, desarrolla las zonas rurales de Cantabria, apoya a los investigadores, científicos y su actividad se reparte por toda España. De hecho, es la primera Fundación privada por volumen de inversión, y tiene acuerdos con gente como Valentín Fuster.  

Paloma Botín nos habló del importante acuerdo que han suscrito con Peter Salovey de Yale para desarrollar la inteligencia emocional con una alegría tal, que en cuanto abandoné el recinto, me fui a comprar dos libros sobre la materia. Por charlar con Don Emilio –tengan en cuenta que no hay muchas oportunidades-, le pregunté si no debía el Gobierno modificar la ley de fundaciones para que haya más iniciativas como la suya. Y él me respondió; “Desde luego, siguiente cuestión”. 

Era fácil identificar a los del Banco Santander porque van todos uniformados: corbata roja y traje azul o gris. ¡Ay del que rompa la disciplina! En el primer aviso te manda el presi una corbata a tu despacho; en el segundo, te ponen a correr por los olivos de la Ciudad Financiera camino de la puerta. 

Acudieron todos los medios, pues no hay que olvidar que gracias al Santander muchos de ellos todavía se publican, y entre todo el público vi al responsable de la Fundación, Íñigo Saénz de Miera, que quizá por el cariño que tiene a su presidente, quería que el acto acabara pronto para poder disfrutar del cóctel.  

Percibí que entre los asistentes más jóvenes, escuchar a Botín era como oír hablar a tu abuelo si tienen la suerte de que el suyo sea muy listo. Habla firme, claro, con unos giros propios de aquél, como dicen los antiguos, que ya el sol le da en la espalda. Gracias a él y a pesar del Finantial Times, nuestro país lidera uno de los mercados más competitivos del mundo; el bancario.  

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Ni Marcial Lalanda, ni leches. Sí, ya sé que el famoso pasodoble está dedicado al matador de toros (por cierto cuya finca La Salceda fue  comprada después por mi querido Mario Conde), pero es que es un espectáculo digno de ver, la maestría de Don Emilio Botín Sanz de Sautuola. No encontrarán ustedes una persona que esté más incómoda delante del público, pero que, al mismo tiempo, demuestre la seguridad propia de aquél que manda sobre todas las cosas. 

Emilio Botín