Matías Rodríguez Inciarte les da un "barniz" a nuestros diputados y senadores

Todos los años por estas fechas se procede a la entrega de los diplomas del programa Empresas Parlamentarios. Para los que lo desconozcan, desde 1987 el Círculo de Empresarios (lo más parecido que tenemos en España al Tea Party sin pertenecer a ningún partido) puso en marcha el PEP, que promueve el encuentro entre el mundo político y el empresarial para facilitar un mejor conocimiento de la tarea que desarrollan nuestros legisladores, al tiempo que éstos tienen la oportunidad de conocer la realidad de las empresas. 

Para ello, tanto diputados, senadores como eurodiputados, hacen unas "prácticas" (muy light ya nadie les chilla ni se aprovecha de ellos) en diferentes compañías. Los hay muy aplicados –aunque son pocos-, que aprovechan para ir a más de una empresa. Hasta la fecha casi 1.110 parlamentarios han cursado estancias en medio centenar de empresas, lo que equivale a que el 35% de nuestros legisladores desde 1977 han estado metidos en estos menesteres.

Como afirmó el presidente del Senado, Pío García-Escudero, los políticos deben dibujar el marco en el que actúa la sociedad civil, y para ello, lo mejor es tener un conocimiento amplio de las materias que se tratan. Al hilo de esto hay que decir que viendo a muchas de sus señorías, se hacía fundamental este barniz. En este programa no encontrarán fácilmente a miembros de ERC o de Bildu, así que a éstos se les puede llamar leños (como dicen los castizos madrileños) por no querer formarse.

Tampoco vi -supongo que por la crisis- señoras que optaran por la lentejuela a la hora de recoger su diploma. Sí se veían en cambio a diputados y senadores aplaudiendo sonoramente, vitoreando y gritando como si estuvieran en los toros... o en un pleno movidito.  

Mónica de Oriol, presidenta del Círculo, aprovechó para recordar la traumática situación en la que se encuentran las empresas españolas y que los "representantes del pueblo" han podido vivir en directo. Sólo los empresarios son capaces de crear empleo y riqueza en un país, sentenció. Yolanda Barberá fue la encargada de llamar uno por uno (este año eran 110) a los galardonados, un buen número no pudo venir, pero, como ocurre a la hora de pulsar el famoso botón de las votaciones, siempre había un alma caritativa que recogía el diploma en nombre de los ausentes.  

El vicepresidente del Banco Santander, Matías Rodríguez Inciarte, es el presidente de este Programa y el encargado de poner firmes a tan díscolos becarios. Es sorprendente porque si cierras los ojos, la voz que escuchas es la misma que la de su jefe Emilio Botín, por acento, por tono, e incluso, por los giros que emplea al expresarse. Recordó que esto, como tantas otras cosas, fue una iniciativa que puso en marcha el parlamento británico, pues no era de recibo que una cosa tan fundamental como la economía nacional recayera en gente que no sabía casi sumar.  

No hay que mirar muy lejos para encontrar ejemplos palmarios, añado yo. También dijo el bueno de Matías que toda labor pedagógica es poca. Una invitación a que sus señorías se dejen de griteríos y lean más.

Por si algún diputado o senador me está leyendo, les diré que las prácticas se celebran en lugares tan dispares como Eroski, Siemens, la Caixa o Coca-Cola, por poner sólo algunos ejemplos.

Entre el público asistente también vi a José Luis Olazábal, exdirector general del Banco Espirito Santo y persona de fino humor que te puedes encontrar en las situaciones más insospechadas; al presidente de Ericsson, Ingemar Naeve; al presidente de DKV Seguros, Javier Vega de Seoane, con la cara muy coloradita como si se hubiera acercado a un horno de leña; o a Enrique Fernández-Miranda, que preside la Fundación PWC. Enrique comparte con el Gran Wyoming profesión pero,  por suerte para la medicina, Monzón nunca ejerció y Fernández-Miranda es un prestigioso cirujano ortopédico.