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Con Blair y sin Solbes: Zapatero se viene arriba tras dos años de purgatorio
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Con Blair y sin Solbes: Zapatero se viene arriba tras dos años de purgatorio

El Círculo de Bellas Artes de Madrid es a la izquierda patria y capitalina lo que el Hotel Intercontinental para el PP de Aznar y post-Aznar,

El Círculo de Bellas Artes de Madrid es a la izquierda patria y capitalina lo que el Hotel Intercontinental para el PP de Aznar y post-Aznar, es decir, el lugar de los grandes saraos del partido del puño y la rosa. Si hace dos semanas era Felipe quien convocaba, ayer le tocaba el turno a un José Luis Rodríguez Zapatero que, dicho sea, se ha venido a más desde su salida de la Moncloa. Dos años de purgatorio, de chivo expiatorio, de por mi culpa, por mi culpa, por mi culpa, que le han valido para hacer un libro, de los gordos, en los que se explica y se justifica ante sus votantes con el deseo de apelar a su benevolencia. Y parece que el exilio le ha sentado bien. Porque vuelve con muchas ganas de hablar y de explicar sin tapujos lo que hace unos años parecía un jeroglífico.

Muestra de ese renacido Zapatero es su intacto poder de convocatoria para traer incluso al ex premier británico Tony Blair, el amigo de Aznar con quien se las tuvo tiesas por un quítame allá esas armas de destrucción masiva en Irak, pero con quién acabó forzando una estrecha relación por su complicidad en el final de ETA. También, como reveló ayer el propio ZP, por su ayuda, visitando la Moncloa y haciendo lobby a favor de España ante inversores y centros de poder en los días aciagos en los que andaba desbocada la maldita prima de riesgo.

placeholder Confidencias entre Rubalcaba, Bono y Salgado (E. Villarino)

Estuvieron casi todos los ministros de sus Gobiernos con la sola excepción, y vaya ausencia notable, que la de Pedro Solbes, quien fue su pilar económico durante sus primeros años de mandato y con quien se ha enzarzado en una guerra editorial y política curiosa, cuando menos. A todos los demás, y con especial recuerdo para Alfredo Pérez Rubalcaba, María Teresa Fernández de la Vega –cuyo nuevo look, melena al viento y su readquirida juventud siguen impresionando de cerca– y Elena Salgado –tan elegante como siempre–, les agradeció su presencia y su muestra de amistad. “Vuestra presencia tiene más mérito ahora. Ahora se prueba la amistad. Antes era más fácil”, dijo el expresidente en público como muestra de agradecimiento.

Bono agradeció sinceramente las palabras de aprecio y cariño que Zapatero le regala en su libro, en el que le ha perdonado de su estampida como ministro a cuenta del Estatut o su negativa a encabezar la candidatura a la alcaldía de Madrid. Otro que sabe, y mucho, de estampidas y portazos, el ínclito Tomás Gómez, llegó al Bellas Artes generando un revuelo tremendo que rápidamente capeó apelando a que era el día de Zapatero. Pero por si acaso, y por lo que pudiera pasar, se sentó bien lejos de Rubalcaba.

placeholder Pepe Blanco se pone cómodo junto a la elegante Salgado (E. Villarino)

Sólo faltaron la Bibiana, la Pajín y la Chacón, por razones de sobra conocidas. Pero para ser justos, habrá que decir que a Zapatero le persigue otro estigma parecido al que tiene Aznar. Si a este sólo le sigue y le aplaude el viejo PP, al de León únicamente le hace los coros el PSOE de los últimos años. Porque de las viejas glorias felipistas, con la última disidencia de Solbes, no le sigue nadie. Ni falta que le hace tampoco. Allí estaban Jesús Caldera, compuesto y sin IDEAS, Pepe Blanco (que se ha empeñado en cocinar para Gabriela Bravo, portavoz del CGPJ), la escritora revelación Ángeles González Sinde, Beatriz Corredor, el canario Juan Fernando López Aguilar, Ángel Gabilondo, Cristina Narbona, Elena Espinosa, Miguel Sebastián (el de las bombillas y los 400 euros), Trinidad Jiménez, Miguel Ángel Moratinos, Bernardino León, Mercedes Cabrera o Ramón Jáuregui, Valeriano Gómez, David Taguas y José Montilla, entre tantos otros. Zapatero incluso atrajo a sus compañeros en el Consejo de Estado encabezados por el extesorero del PP, Romay Beccaría.

placeholder José Bono fue el único que tuvo que recurrir a la traducción simultánea (E. Villarino)

Pasadas las nueve, el expresidente abandonó el Círculo de Bellas Artes acompañado de su primo, su amigo y su confidente, José Miguel Vidal, que era su sombra en la Moncloa y lo sigue siendo fuera de ella. Tras varios minutos de aplausos, el de León se fue rumbo a su particular purgatorio de nuevo. Ese en el que Solbes se ha encargado de echar más carbón al fuego.

El Círculo de Bellas Artes de Madrid es a la izquierda patria y capitalina lo que el Hotel Intercontinental para el PP de Aznar y post-Aznar, es decir, el lugar de los grandes saraos del partido del puño y la rosa. Si hace dos semanas era Felipe quien convocaba, ayer le tocaba el turno a un José Luis Rodríguez Zapatero que, dicho sea, se ha venido a más desde su salida de la Moncloa. Dos años de purgatorio, de chivo expiatorio, de por mi culpa, por mi culpa, por mi culpa, que le han valido para hacer un libro, de los gordos, en los que se explica y se justifica ante sus votantes con el deseo de apelar a su benevolencia. Y parece que el exilio le ha sentado bien. Porque vuelve con muchas ganas de hablar y de explicar sin tapujos lo que hace unos años parecía un jeroglífico.

Pedro Solbes Tony Blair Alfredo Pérez Rubalcaba