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Antoni Fernàndez Teixidó

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¿Ha claudicado el Govern Catalán?

El reparto de carteras y sus titulares son prueba inequívoca de que se atiende fundamentalmente a los intereses partidistas y se descuida el interés general

Foto: Hemiciclo del Parlament de Cataluña. (EFE)
Hemiciclo del Parlament de Cataluña. (EFE)

La política española vive convulsionada por la moción de censura presentada por el PSOE, y abordada en el Congreso de los Diputados, que ha finalizado con la victoria de la moción de Sánchez. Resulta evidente la grave crisis institucional que padece España. Si bien la economía responde correctamente, la imprescindible estabilidad gubernamental cotiza a la baja por las dos grandes cuestiones que agitan nuestros días: la disputa territorial y los recurrentes fenómenos de corrupción. Definitivamente, este perverso escenario debe ser superado. Otro tiempo político ha de ser posible en España.

La moción de censura tuvo, tras su improvisado anuncio, un primer efecto sobrevenido. Torra anunciaba la nueva composición de su Govern, renunciando a la presencia en el mismo de políticos encarcelados o huidos y aceptando las condiciones impuestas por el gobierno Rajoy. De buena o de mala gana, pero acatando el orden constitucional. Algunos políticos y analistas han señalado que la decisión del 'president' de la Generalitat es una claudicación en toda regla. Más aún, muchos sectores del independentismo radical catalán han denunciado e impugnado con acritud su decisión.

La CUP ha destacado por encima de todos ellos. ¿Por qué en contra de la opinión del separatismo radical, Torra, de acuerdo con Puigdemont, ha dado este paso? Ambos han juzgado imprescindible situarse en un contexto algo más confortable ante la hipótesis de futuras elecciones o cambios significativos en la política española. La constitución del Govern responde a un cálculo político que para nada invalidará, si las cosas no salen a su gusto, la pretensión de Torra de su exótico Fem República. Puigdemont ha sostenido que nada se pierde iniciando un camino que no tiene por qué poner en tela de juicio la confrontación de fondo y a muerte entre el gobierno español y el Govern catalán. Más brevemente dicho, quiere el independentismo catalán cargarse de razones adicionales si este movimiento táctico no deviene una oportunidad y a la postre fracasa.

La constitución del Govern responde a un cálculo político que para nada invalidará la pretensión de Torra de su exótico Fem República

En suma, se trata de vestir una orientación política que tiene el deseo de conservar el margen de maniobra del que constitucionalmente dispone el 'president' de la Generalitat para disolver el Parlament, y convocar elecciones en la Comunidad cuando lo crea oportuno. Este designio político va a ir acompañado en los próximos meses de una inflamada, perseverante y vacua retórica republicana. Merece especial atención la composición del nuevo Govern. JxCAT y ERC han pactado una fórmula donde no se puede apreciar un programa de autogobierno realista. No parece que las ideas para gobernar Catalunya y sacar el país del atolladero revistan mayor importancia para el ejecutivo nombrado. El reparto de carteras y sus titulares son prueba inequívoca de que se atiende fundamentalmente a los intereses partidistas y se descuida el interés general. Nada por lo que deberíamos sorprendernos, pues hace ya mucho tiempo que para el separatismo catalán el partido hay que jugarlo en el ámbito del enfrentamiento con las instituciones del Estado si no se atiende a sus reivindicaciones, sea cual sea el Gobierno español.

Algunos creen ver en esta decisión un paso atrás y que se ha impuesto la visión más moderada hoy de ERC al proyecto aventurero de Puigdemont, JxCAT y la CUP. No comparto esta percepción, pues como he sostenido repetidamente, ERC es tan víctima como cómplice de la estrategia frentista. En última instancia, los republicanos de toda la vida obedecerán indiscutiblemente las instrucciones que emanen de Berlín. También Torra jugará este rol. Conmueve oír decir al recién elegido 'president' que el día más feliz de su presidencia será el de la restitución en el cargo de Carles Puigdemont. Conmueve y aterra. Es algo más que una lección de principios, es sencillamente un disparate que revela la sumisión del gobierno a la estrategia separatista de Puigdemont.

No tendrá perfil propio este gobierno y se sumirá progresivamente en una dinámica de desconcierto e inoperancia. No hace falta que les diga que desearía justo todo lo contrario. Como convino el Senado, se levantará el 155, y debería ser el primer paso no solo de la recuperación del autogobierno catalán, sino una zancada decisiva para volver a ocuparse de los problemas que catalanas y catalanes tenemos. Puidemont está a la espera del veredicto de los jueces alemanes, pero sabe perfectamente que ninguna circunstancia puede disminuir la autoridad de su papel de líder destituido por Rajoy y huido al exilio. Empleará todo su capital político en la proyección de su papel de presidente exiliado o detenido para mantener viva la liturgia que el independentismo catalán necesita para los próximos meses. Llegar a las elecciones en condiciones de revalidar una victoria mayor que las obtenidas es su propósito y, junto con su movimiento, cree que el juicio que probablemente se celebrará el próximo otoño, será su mejor spot publicitario de campaña. Si el PDeCAT no interpreta audazmente su misión y no se pone a sus órdenes creará si hace falta un partido nuevo, y la reciente inscripción del Moviment 1 d'Octubre es un resuelto aviso a navegantes.

El 'momentum' político es de estancamiento, pero no se renunciará a seguir adelante con el 'procés'

Les cuento todo esto porque al margen de la complicada situación política que vive España, que puede aún agravarse en los meses que siguen, la hoja de ruta del soberanismo sigue viva y coleando. El 'momentum' político es de estancamiento, pero no se renunciará a seguir adelante con el 'procés'. Deberíamos comprender a fondo la situación, y con rotunda convicción no bajar la guardia. Cualquier descuido o falta de atención de los partidos no independentistas tendría un elevado coste para nuestros conciudadanos. Es esta una factura que hay que evitar pagar.

La política española vive convulsionada por la moción de censura presentada por el PSOE, y abordada en el Congreso de los Diputados, que ha finalizado con la victoria de la moción de Sánchez. Resulta evidente la grave crisis institucional que padece España. Si bien la economía responde correctamente, la imprescindible estabilidad gubernamental cotiza a la baja por las dos grandes cuestiones que agitan nuestros días: la disputa territorial y los recurrentes fenómenos de corrupción. Definitivamente, este perverso escenario debe ser superado. Otro tiempo político ha de ser posible en España.

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) Parlamento de Cataluña Catalán