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Antoni Fernàndez Teixidó

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Incertidumbre relativa

Me parece oír al futuro candidato Sánchez apelando a los ciudadanos para que le den una mayoría absoluta para desarrollar sin trabas una política de izquierdas al servicio de los más desfavorecidos

Foto: Foto: EFE.
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Desde hace días, políticos, periodistas, cronistas y ciudadanos especulan con la posibilidad de una convocatoria anticipada de elecciones en España. En particular, la oposición, el PP, Cs e incluso Podemos exigen o recomiendan el avance electoral. El principal argumento para el mismo es la imposibilidad manifiesta de aprobar los presupuestos en el Parlamento. Objetivamente, esta es una razón de peso. Parece difícil que un Gobierno pueda desarrollar políticas audaces sin fundamento presupuestario, y sinceramente creo que es el caso del actual Gobierno socialista. Aun así, en los últimos años hemos tenido en Cataluña notables precedentes de políticas gubernamentales realizadas con presupuestos prorrogados. Desgraciadamente, el resultado de esta voluntad poco autoexigente del Govern catalán ha producido resultados bien mediocres, pero las legislaturas se han sucedido una tras otra. No obstante, podemos convenir que la Ley fundamental de cada ejercicio en el ámbito democrático ha sido requisito imprescindible para la gobernación, aunque el Gobierno socialista parece no ser muy consciente de ello.

Diversos elementos aconsejarían al presidente Sánchez considerar la perspectiva de disolver el Parlamento. Destacan, entre ellos, la intrínseca fragilidad de su posición política en relación a los aliados que votaron su investidura, el desequilibrante oportunismo del principal de sus apoyos parlamentarios, Podemos, y el errático proceder de los nacionalistas independentistas catalanes que también le dieron su voto. Todo invita a pensar en una muy débil situación parlamentaria de los socialistas, que puede evidenciarse aún más en los próximos meses. En efecto, para ERC y el PDeCAT, no hay otra moneda de cambio en la negociación que el desenlace que esperan respecto a sus políticos presos. Para Puigdemont, Torra y su Govern, en su estrategia prevalece siempre que las tribunas del Congreso de Diputados y del Senado sean un foro para la agitación y propaganda de la causa secesionista. Ofertas de interés que el Gobierno del PSOE pueda efectuar para Cataluña serán sistemáticamente ignoradas por mor de un objetivo principal, la utilización de los políticos presos en prisiones catalanas. Insisten en explicar, en Europa y en el mundo, la justa naturaleza de su quehacer político, y la falta de libertad y democracia presentes en las instituciones españolas. He escrito en múltiples ocasiones que para la exaltación y el refuerzo del propósito separatista todos los medios valen, y en última instancia, la actitud de sus diputados en el Congreso viene condicionada por esta decisión irrenunciable.

He escrito en múltiples ocasiones que para la exaltación y el refuerzo del propósito separatista todos los medios valen

El presidente Sánchez trabaja en todos los frentes. Presenta unos Presupuestos pactados con Podemos que no prosperarán, y avisa que gobernará por Decreto-Ley si se ve obligado a hacerlo. Aprovechando el desconcierto producido estas últimas semanas en el Tribunal Supremo, anuncia la reforma del impuesto de las hipotecas y la eventual subida del salario mínimo por aquella vía. Agita con gestos simbólicos la memoria antifranquista de buena parte de su electorado, y se emplea a fondo en la campaña andaluza para garantizar la continuidad del Gobierno de Díaz en aquella comunidad. El presidente tocará a fondo todas las teclas que le permitan mantenerse en el poder, resueltamente enfrentado a las airadas exigencias de Casado y Rivera y de un sector muy significativo de la sociedad española. Sin lugar a dudas, el balance de esta determinación política será controvertido, pero en su conjunto intentará hacer creer a sus conciudadanos que no es un drama gobernar sin presupuestos y que concluir la legislatura es un importante logro democrático. Probablemente, lo conseguirá.

De hecho, el designio de Sánchez es profundamente conservador. Sabe perfectamente que con las actuales alianzas es imposible realizar una política transformadora que resuelva en buena medida problemas que vienen acumulándose penosamente desde hace años en el día a día de los españoles, y también que nada resolverá en Cataluña. Quizás disimule aparentando que en esta comunidad se pueden registrar notables avances en el diálogo y en la solución del pleito esencial, pero sinceramente creo que ni él ni sus colaboradores esperan ningún salto cualitativo en Cataluña. Sánchez es un conservador y prefiere la seguridad de un año más de Gobierno socialista que el riesgo de una convocatoria anticipada de elecciones. Intuye que, en los próximos meses, la división de la derecha española irá a más, y que cuanto más fragmentado esté aquel electorado más prosperará el voto al socialismo español. Es puro cálculo. Podría aprovechar el momento actual, pero preferirá apostar a que el tiempo ahonde más las diferencias entre sus oponentes y así sacar partido del difícil y peculiar momento que atraviesan las tres derechas en España.

placeholder El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en Moncloa. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en Moncloa. (EFE)

Solo si tuviera la percepción política y demoscópica de que las elecciones municipales pueden no favorecerle, tendría el impulso de reformular su propio calendario político y ceder a la tentación de una convocatoria conjunta de generales, municipales, autonómicas y europeas. Es cierto que si Puigdemont y Torra decidieran disolver el Parlamento catalán para tratar de incrementar —en provecho suyo— el clima de agitación que se vive en Cataluña, este sería otro elemento adicional para la reflexión. Sin embargo, el presidente español piensa que no se atreverán a convocar elecciones y confía en que cuando se dicte la sentencia, probablemente después del verano, será un momento decisivo para su estrategia y no dudará en aprovecharlo con fines electorales.

Por último, el PSOE necesita tiempo para intentar explicar a los españoles que dispone de un extraordinario arsenal de propuestas políticas de izquierdas que con el actual juego de mayorías no puede implementar. Sostendrá que si dispone de una mayoría suficiente las llevará a la práctica y culminará la transformación que en su día prometió, y que hoy su manifiesta insuficiencia parlamentaria no le permite llevar a cabo. Me parece oír al futuro candidato Sánchez apelando a los ciudadanos para que le den una mayoría absoluta para desarrollar sin trabas una política de izquierdas al servicio de los más desfavorecidos. A día de hoy, creo que hay elementos suficientes para pensar que Sánchez prefiere un año más de legislatura que correr un riesgo que no alcanza a tener medido, por lo que la presente incertidumbre es más bien relativa. Lo que decíamos, una decisión cauta de un presidente conservador.

Desde hace días, políticos, periodistas, cronistas y ciudadanos especulan con la posibilidad de una convocatoria anticipada de elecciones en España. En particular, la oposición, el PP, Cs e incluso Podemos exigen o recomiendan el avance electoral. El principal argumento para el mismo es la imposibilidad manifiesta de aprobar los presupuestos en el Parlamento. Objetivamente, esta es una razón de peso. Parece difícil que un Gobierno pueda desarrollar políticas audaces sin fundamento presupuestario, y sinceramente creo que es el caso del actual Gobierno socialista. Aun así, en los últimos años hemos tenido en Cataluña notables precedentes de políticas gubernamentales realizadas con presupuestos prorrogados. Desgraciadamente, el resultado de esta voluntad poco autoexigente del Govern catalán ha producido resultados bien mediocres, pero las legislaturas se han sucedido una tras otra. No obstante, podemos convenir que la Ley fundamental de cada ejercicio en el ámbito democrático ha sido requisito imprescindible para la gobernación, aunque el Gobierno socialista parece no ser muy consciente de ello.

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