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El valle de los fantasmas
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Javier Caraballo

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El valle de los fantasmas

Y además de todo, la crisis económica también destroza las metáforas. Los símiles que van surgiendo, sobrecogen; las comparaciones que se oyen a diario, generan un

Y además de todo, la crisis económica también destroza las metáforas. Los símiles que van surgiendo, sobrecogen; las comparaciones que se oyen a diario, generan un pánico preventivo y las perspectivas que se realizan adornan el desconcierto de todos, la desolación. Por eso no es extraño que este año nuevo, incluso antes de nacer, sólo se pueda adornar de metáforas escuálidas, grises, como si ya en la cuna lo cubrieran de harapos.

Nace un año con la condena de la irrelevancia, que es el máximo piropo que ha recibido este 2013; el pronóstico repetido de que el año que ahora comienza se arrastrará por el fondo de la crisis durante doce meses hasta llegar al final y encontrar allí un hálito de esperanza nueva, los primeros síntomas de la salida de la crisis. Un ‘año valle’, que podría definirse este año de tránsito entre los recortes múltiples y los primeros resultados de esa estrategia de tiesura.

Un año de espera con los dedos cruzados, un “año de paciencia”, como lo ha definido la presidenta de facto de la Unión Europea, Angela Merkel, en su discurso de Nochevieja en Alemania. Lo que se nos avecina, advierte la canciller alemana, “no es un año más fácil” que los precedentes sino “todo lo contrario, será más difícil”. Y para redondear el pronóstico desolador añadió que “la crisis no está, ni de lejos, superada”. Si sumamos el vaticinio de Merkel a los del presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, en su última rueda de prensa del año, lo único que se le ofrece a una sociedad, como la española, con niveles insoportables de desempleo y recortes permanentes de sus derechos sociales y laborales, es doce meses más de sacrificios añadidos que habremos de soportar, dicen, como “un estímulo” esperanzado. Más privaciones, más resignación. Esa es la unanimidad que impera.

Si sumamos el vaticinio de Merkel a los del presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, en su última rueda de prensa del año, lo único que se le ofrece a una sociedad, como la española, con niveles insoportables de desempleo y recortes permanentes de sus derechos sociales y laborales, es doce meses más de sacrificios añadidos que habremos de soportar

Existe, sí, coincidencia en los discursos de futuro, como lo ha existido también en las estrategias políticas de máxima austeridad, reducción del déficit y recortes masivos de gasto público. Y hasta ahora, con las lógicas muestras de malestar y protesta de buena parte de la sociedad, el personal acaba asumiendo la asfixia como un sacrificio inevitable para superar la crisis, pero ese discurso ya no tiene mucho más recorrido. En ese sentido, 2013 no va a ser el año irrelevante al que parece condenado sino que puede suponer un punto de inflexión definitivo en la forma de afrontar la crisis. Dicho de otra forma, si a finales de este año las recetas económicas de la austeridad no comienzan a dar los primeros resultados, toda esa teoría política comenzará a derrumbarse inexorablemente. Angela Merkel y Mariano Rajoy coinciden en las dificultades que aún están por llegar y nos previenen de los nuevos recortes que aún se impondrán, pero ambos deben tener claro que ese discurso ya no lo podrán repetir más, en ninguna otra Nochevieja. Con el 2013 se acaba también la confianza si esa política de ahora no comienza a dar resultados.

Está empezando un año y ni el burbujeo de las primeras horas devuelve el optimismo entre la gente. La crisis económica actúa en bucle sobre las conciencias, uniformando el estado de ánimo de todos más allá de cualquier frontera. Ha nacido 2013 con el ansia de que se acabe ya, que se supere el trago final del cáliz de la crisis. Y en la espera, no encontraremos más consuelo que aquello que aprendimos de los clásicos, que sólo cuando un hombre toca el suelo aprende a valorar el cielo. Sólo si contemplamos esta canina con los ojos de Epicuro, “el hombre es rico desde que se ha familiarizado con la escasez”, podremos transitar por este nuevo año con la ambición de ser mejores como sociedad. Si como nos alertan todos, 2013 va a ser un ‘año valle’, que, al menos, no sea un valle habitado por fantasmas viejos. 

Y además de todo, la crisis económica también destroza las metáforas. Los símiles que van surgiendo, sobrecogen; las comparaciones que se oyen a diario, generan un pánico preventivo y las perspectivas que se realizan adornan el desconcierto de todos, la desolación. Por eso no es extraño que este año nuevo, incluso antes de nacer, sólo se pueda adornar de metáforas escuálidas, grises, como si ya en la cuna lo cubrieran de harapos.