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La manzana podrida
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Javier Caraballo

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La manzana podrida

Es curioso. La última vez que Santiago Herrero revalidó su mandato  al frente de la patronal andaluza, le esperaba junto al atril el entonces presidente de

Foto: fotografía de archivo de Santiago Herrero (i) y el expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán. (EFE)
fotografía de archivo de Santiago Herrero (i) y el expresidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán. (EFE)

Es curioso. La última vez que Santiago Herrero revalidó su mandato al frente de la patronal andaluza, le esperaba junto al atril el entonces presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, con los brazos abiertos, los dos embutidos en ese uniforme tan de ejecutivos que consiste en un traje gris de buena tela y una corbata azul de seda, que destaca ostentosa en el cuello de la camisa con un doble nudo inglés. Habían competido años antes por la presidencia de la CEOE, pero ya las aguas se habían calmado. Díaz Ferrán lo saludó y, como guiado por el destino, lo cogió del brazo y le dijo: “Presiento que este es el comienzo de una gran amistad”. Y los dos se marcharon sonriendo, cogidos del brazo bajo una lluvia de flashes de los fotógrafos.

Corría marzo de 2010. Díaz Ferrán, que ya se estaba viendo acosado por los escándalos de sus empresas, había sorteado la dimisión unos meses antes, a finales de 2009, gracias a que el comité ejecutivo de la CEOE se puso en pie en el acto en el que amagó con dimitir y lo arropó con una ovación cerrada que ahogó cualquier intento de renuncia. “Ferrán, no te puedes marchar, por tu eficacia y esfuerzo permanente en la defensa de los intereses empresariales”, le dijeron.

Era cuestión de tiempo. Díaz Ferrán partió al poco camino de la cárcel y Santiago Herrero intentó por segunda vez ocupar la presidencia de la CEOE. Otra vez sin éxito: Joan Rosell lo barrió en las elecciones y lo único que le quedó, meses más tarde, fue una vicepresidencia de la patronal española, la décima, que le ofrecieron a modo de reconciliación. Lo curioso de la sentencia aquella de Díaz Ferrán, el año en el que ambos eran felices con sus uniformes de empresarios estelares, es que quien se marcha ahora de la presidencia de la patronal andaluza, la CEA, es Santiago Herrero y lo hace forzado también por un entorno de escándalos.

La CEA se comprometió a hacer 583 VPO y se ha gastado los 50 millones de un préstamo de Bankia, más las aportaciones de los compradores, y ni las viviendas se han terminado ni nadie sabe dónde han ido a parar en torno a 20 millones

Es verdad que el presidente de la patronal no está imputado en ningún proceso judicial, a diferencia de lo que le ocurría a Díaz Ferrán, pero nadie sería capaz de apostar por que no se vea implicado en adelante por alguna de las grandes sombras que planean sobre la organización patronal andaluza.

Es curioso, pero parece como si en Andalucía se hubiera destapado, con el escándalo de los ERE, la olla podrida de todos los apaños amasados durante años. Y ahora, envueltos en sospechas, desfilan, uno tras otro, todos los agentes que han mojado en la sopa boba que les ofrecía la Junta de Andalucía. Se van cayendo las caretas de eficacia y transparencia, y sólo queda una imagen generalizada de descontrol y clientelismo que es la que ha reinado en todos estos años en la Administración andaluza.

Es el caso de la CEA, que aparece como un receptor más de los millonarios fondos que se han destinado desde la Junta de Andalucía. El panorama actual es desolador: como con los recortes presupuestarios impuestos por Bruselas las ayudas de la Junta han descendido sustancialmente, la CEA se ha convertido en una empresa en quiebra que declaró pérdidas de 12 millones de euros durante el ejercicio de 2012. En un solo año, de 2011 a 2012, las pérdidas se multiplicaron por seis. Con esas cuentas, decidió despedir este año a gran parte de la plantilla para maquillar las pérdidas. Pero la clave de la mala gestión no estaba sólo en una plantilla abultada. Según protestaron entonces algunos trabajadores despedidos, la raíz de todo está en la trama de empresas creada en torno a la CEA que se nutría de los cursos de formación y que contribuyó al enriquecimiento de muchos.

¿Se trataba sólo de la pataleta de unos empleados despedidos? Bueno, no debe pensarlo así la Fiscalía Anticorrupción, que investiga desde el mes pasado cómo han podido desaparecer un buen puñado de millones de una promoción de viviendas. La CEA, a través de una fundación, se comprometió a hacer 583 viviendas de protección oficial y la historia es que se ha gastado los 50 millones de un préstamo de Bankia, más las aportaciones de los compradores, y ni las viviendas se han terminado ni nadie sabe dónde han ido a parar en torno a 20 millones de euros, que es el desfase entre el valor de lo construido y las aportaciones recibidas.

Santiago Herrero se jubila de un cargo público con 66 años y deja un currículum extenso, como de político profesional, que empezó con la democracia

“Santiago Herrero, ¿dónde está el dinero?”, le han cantado en ocasiones al todavía presidente de la patronal los compradores que llegaron a pagar hasta 17.000 euros por las viviendas que debieron entregarse en 2010. ¿Dónde está el dinero? Que es la misma pregunta que se han hecho ahora en el Gobierno andaluz por una partida de más de un millón de euros entregada a la CEA con fondos de cooperación para proyectos que no se han realizado.

Santiago Herrero ha sido siempre un funcionario de la patronal que ha desarrollado su poderío económico a la sombra de esa organización. Se jubila de un cargo público con 66 años y deja un currículum extenso, como de político profesional, que empezó con la democracia. Se licenció en Derecho y en Dirección de Empresas en 1973 y, como reza su propia biografía oficial, “prácticamente desde esos mismos momentos comenzó su vinculación con las organizaciones empresariales”. Empezó como secretario general de los empresarios sevillanos en esas fechas, y desde hace 30 años está en la cúspide de la patronal andaluza y española. Es decir, toda la vida.

La patronal andaluza, en todos esos años, ha variado mucho su relación con el poder. En las primeras elecciones autonómicas, en 1982, la CEA desplegó una agresiva campaña contra el PSOE que estaba por llegar a la Junta de Andalucía. Con cientos de actos públicos y anuncios en todos los periódicos, la CEA difundió la imagen de una manzana podrida, una manzana socialista, de la que salía un gusano comunista. Pero en cuanto el PSOE accedió al poder, la agresividad se tornó en complicidad gracias a los cientos de millones de euros que el Gobierno socialista ha dedicado a los acuerdos de concertación social, parte fundamental de la política económica de los últimos treinta años, y que han acabado con la sombra de sospecha que estamos viendo. Ya ven. De la manzana podrida socialista, si se volviera a recrear ahora aquella imagen, saldrían hoy gusanos muy distintos. 

Es curioso. La última vez que Santiago Herrero revalidó su mandato al frente de la patronal andaluza, le esperaba junto al atril el entonces presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, con los brazos abiertos, los dos embutidos en ese uniforme tan de ejecutivos que consiste en un traje gris de buena tela y una corbata azul de seda, que destaca ostentosa en el cuello de la camisa con un doble nudo inglés. Habían competido años antes por la presidencia de la CEOE, pero ya las aguas se habían calmado. Díaz Ferrán lo saludó y, como guiado por el destino, lo cogió del brazo y le dijo: “Presiento que este es el comienzo de una gran amistad”. Y los dos se marcharon sonriendo, cogidos del brazo bajo una lluvia de flashes de los fotógrafos.

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