Es noticia
España, país de cobardes
  1. España
  2. Matacán
Javier Caraballo

Matacán

Por

España, país de cobardes

No hace falta que nadie lo diga fuera, porque ya nos lo decimos aquí. “España es un país de cobardes”. Es la explicación que han encontrado

No hace falta que nadie lo diga fuera, porque ya nos lo decimos aquí. “España es un país de cobardes”. Es la explicación que han encontrado algunos para explicar nuestra historia y la que utilizan otros para comprender nuestro presente. Que lo del torero, el macho hispánico, la furia española y todo eso sólo son fetiches, souvenirs para turistas, imanes de quita y pon para la nevera. España es un país de cobardes y lo raro es que en estos días no haya estallado el debate con algún aldabonazo, al estilo de los que sueltan de cuando en cuando gente como Pérez Reverte (“esta España a menudo analfabeta, violenta, cobarde y miserable hasta la náusea”) o Eduardo Arroyo (“creemos pertenecer a un pueblo muy valiente porque somos toreros, pero este es un país de cobardes. Somos unos cobardes patentados”).

¿Cómo es que nadie dice nada ante el insoportable manto de silencio que se ha extendido aquí para no mirar siquiera a lo que está ocurriendo ahí fuera con el terrorismo islámico? ¿No es acaso España el país de Europa más directamente señalado por esos salvajes? Pues nada.

Pueden consumirse aquí días y horas y meses dándole vueltas y vueltas al misma noria, con cuatro polémicas de campanario, pero ni una palabra de lo que está sucediendo dos palmos más allá de nuestras narices. Vamos a un recuento de noticias que parecerá obvio: un grupo terrorista más salvaje que Al Qaeda, llamado ISIS (Estado Islámico de Irak y el Levante) ha comenzado a arrasar territorios enteros y, de forma periódica, aterroriza a la opinión pública mundial con vídeos de asesinatos en directo, la peor versión que se pueda imaginar de la maldad humana.

Entre esos vídeos que mandan, pocas veces se refieren a algún país en concreto como objetivo. Salvo España. En varias ocasiones, en los dos últimos meses, han saltado a las redes sociales vídeos de esos desalmados con el mismo mensaje repetido: “Estamos en la tierra santa, la tierra de Sham (Siria) y os digo a todo el mundo y aviso: estamos viviendo bajo la bandera islámica y vamos a morir por ella hasta que liberemos todas las tierras que están presas, desde Yakarta hasta Andalucía... Os digo que España es la tierra de nuestros abuelos y vamos a liberarla con el poder de Alá”.

Y ahora viene la pregunta: ¿puede entender alguien que España sea el único país europeo de peso que no participa en la coalición internacional para intentar acabar con esos terroristas? Nadie lo ha reclamado y el Gobierno, tan feliz, es como si le hubieran quitado un peso de encima. Dirán: “¿Una guerra con los problemas de diadas y alcaldías que ya tenemos en España?”. En esas andamos. Impresionante. Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Turquía, Polonia, Canadá y Australia se han unido decididas a Estados Unidos parta plantar cara a esos asesinos. Pero España, ni palabra.

Y eso que, escaldado como está todo el mundo tras el enorme fiasco de Irak, la misión militar que se anuncia sólo exige a los países que se comprometan con apoyo político y logístico, dentro de las limitaciones armamentísticas de cada cual. Pues ni por esas; ni porque el secretario de Estado de EEUU se haya encargado de subrayar que “obviamente hay una línea roja para todos:no enviar tropas al terreno”.

No, no puede ser normal esto que nos ocurre en España. Sobre todo porque el silencio, la ausencia de debate, la inexistencia de una sola voz oficial que reclame participar en esa misión, lo que esconde es la certeza de que decirlo equivale a complicarse la vida. Esa es la miseria de la vida política española: saber que si el Gobierno anuncia que va a participar en la misión internacional contra ISIS, no tardará en arder la polémica con recuerdos de las Azores, de Bush y de Aznar con colmillos de Drácula. Y ahí se quedará todo.

España es el país de Europa que ha sufrido el mayor atentado islamista y somos, por el pasado de Al Andalus, una referencia constante en las ambiciones ciegas de los terroristas de ISIS. Y, cuando surge el debate, todo se reconduce a la pugna partidaria y sectaria de siempre, la que sólo mira por los intereses particulares. ¿No es triste?

España, los españoles, no son más valientes o más cobardes que los ciudadanos de otros países similares al nuestro. Y si salen encuestas, como hace unos días el CIS, en la que sólo el 16% de los españoles dicen estar dispuestos a participar en la defensa de España, no es tanto por la cobardía o la valentía del personal sino por la absurda pelea que tenemos contra nosotros mismos, contra lo que somos, contra lo que hemos sido. Pero esa es otra anomalía, un complejo creciente; quizá una batalla perdida.

Lo que nos está ocurriendo con este episodio de ISIS puede ser una anécdota, por lo que significa para la resolución del problema en sí mismo, pero dice mucho de las limitaciones sociales y políticas de España, de los españoles. Lo que nos está ocurriendo, en fin, tiene que ver con la demostrada capacidad que tenemos, capacidad histórica, para no reconocer los problemas y, en las coyunturas decisivas, elegir siempre el peor camino. Salvo contadas excepciones, siempre ha sido así. Una obstinación colectiva por destruir lo que se crea y repetir con vehemencia los errores.

Somos incapaces de ver lo que tenemos delante. Nos ha ocurrido siempre, sí. La España de los últimos años recuerda permanentemente esa maldición histórica.

No hace falta que nadie lo diga fuera, porque ya nos lo decimos aquí. “España es un país de cobardes”. Es la explicación que han encontrado algunos para explicar nuestra historia y la que utilizan otros para comprender nuestro presente. Que lo del torero, el macho hispánico, la furia española y todo eso sólo son fetiches, souvenirs para turistas, imanes de quita y pon para la nevera. España es un país de cobardes y lo raro es que en estos días no haya estallado el debate con algún aldabonazo, al estilo de los que sueltan de cuando en cuando gente como Pérez Reverte (“esta España a menudo analfabeta, violenta, cobarde y miserable hasta la náusea”) o Eduardo Arroyo (“creemos pertenecer a un pueblo muy valiente porque somos toreros, pero este es un país de cobardes. Somos unos cobardes patentados”).

Irak Al Qaeda