Matacán
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La mala educación andaluza, el ascensor averiado de Susana Díaz
Andalucía ocupa el primer lugar en número de repetidores y es la que registra un mayor índice de abandono escolar temprano, en torno al 25% de los estudiantes de 18 a 24 años
En todos los discursos sobre educación, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, introduce un concepto: el ascensor social. Con una variada gama de giros dialécticos, siempre incide en lo mismo. Pongamos algunos ejemplos de los últimos meses. Discurso en una entrega de premios: “La educación pública es la espina dorsal del Estado del bienestar y el ascensor social que garantiza un futuro de oportunidades para todos". Intervención en la inauguración de un colegio: “La educación pública impulsa la movilidad social y es el ascensor social, que permite que cualquier niño, haya nacido donde haya nacido, tenga las mismas oportunidades". Y este último en un debate del Parlamento andaluz: “La educación es el ascensor social y todos los recursos que se inviertan en ella permitirán una sociedad más madura, más integradora y más igualitaria”. Queda claro, por tanto, que el ascensor social es importante para Susana Díaz; es decir, que si la educación no funciona, una sociedad está abocada a la postración. O, en todo caso, con el ascensor averiado, las desigualdades se multiplican porque las clases más desfavorecidas, que están en las plantas bajas, tienen muy difícil escalar hasta los pisos altos de la sociedad. Por eso es tan preocupante la realidad de la educación en Andalucía, porque siguiendo el ejercicio metafórico de la presidenta, la única conclusión posible es que el ascensor social de Andalucía lleva muchos años averiado.
¿Es una cuestión de dinero, de inversión pública? No exactamente, porque de lo que no puede acusarse a la Junta de Andalucía es de ser de las administraciones que menos inviertan en educación en España, todo lo contrario. El gasto bruto de la educación en Andalucía es siempre el más elevado de España, más de 6.000 millones de euros anuales, y supone casi un 25%del Presupuesto, por encima de lo que destinan otras muchas comunidades autónomas y por encima de la media nacional. Es cierto que cuando se dividen esas cifras por el número de alumnos, Andalucía, por su peso demográfico, cae a los últimos lugares, sin llegar siquiera a la media, igual que ocurre con la Comunidad de Madrid, también por su densidad de población. En el último informe del Consejo Escolar del Estado, presentado a finales del pasado año, se detalla la inversión en todas las comunidades autónomas, como se aprecia en estos gráficos.
Pese a todo, aunque la apuesta inversora por la educación haya sido una constante sostenida en los distintos gobiernos andaluces, la realidad es que desde que Susana Díaz forma parte del Gobierno andaluz, primero como consejera y ahora como presidenta, ha habido una política de recortes sostenida que ha llevado al presupuesto de educación a pasar de los 7.853 millones de euros que se consignaron en 2009 a los 6.588 millones del pasado año.
En cualquier caso, como queda dicho, el problema fundamental no es el presupuesto, porque existen numerosos ejemplos de países en los que la inversión en educación es menor y los resultados mucho más favorables. No se trata, además, de un problema exclusivo de Andalucía, sino que todo el sistema educativo español peca de lo mismo. Lo dice el mismo informe del Consejo Escolar del Estado: “Con un gasto acumulado medio por alumno entre los seis y los 15 años similar, Francia y Alemania obtienen mejores resultados, o lo que es lo mismo, disponen de sistemas educativos más eficientes. Por otra parte, países como Polonia o la República Checa, que forman parte del grupo de países con un gasto acumulado por alumno inferior a los 60.000 dólares, obtienen, sin embargo, mejores resultados”.
Desde que Díaz forma parte del Gobierno andaluz, primero como consejera y ahora como presidenta, ha habido una política de recortes sostenida
La cuestión fundamental es que, siendo así la realidad de la inversión educativa en Andalucía, los resultados obtenidos están incluso a la cola de España. Y lo que es peor, genera un cuadro social de exclusión social muy preocupante para cualquier sociedad. Andalucía, en concreto, ocupa el primer lugar en número de repetidores y es, además, la que registra un mayor índice de abandono escolar temprano, en torno al 25% de los estudiantes de 18 a 24 años. Con esos datos, la tasa de pobreza y de exclusión social de los jóvenes andaluces se acerca peligrosamente al 40%. El silogismo que se deduce a partir de esa realidadsolo permite una conclusión: el ascensor social no funciona en Andalucía. Está averiado desde hace años por la mala educación andaluza.
En todos los discursos sobre educación, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, introduce un concepto: el ascensor social. Con una variada gama de giros dialécticos, siempre incide en lo mismo. Pongamos algunos ejemplos de los últimos meses. Discurso en una entrega de premios: “La educación pública es la espina dorsal del Estado del bienestar y el ascensor social que garantiza un futuro de oportunidades para todos". Intervención en la inauguración de un colegio: “La educación pública impulsa la movilidad social y es el ascensor social, que permite que cualquier niño, haya nacido donde haya nacido, tenga las mismas oportunidades". Y este último en un debate del Parlamento andaluz: “La educación es el ascensor social y todos los recursos que se inviertan en ella permitirán una sociedad más madura, más integradora y más igualitaria”. Queda claro, por tanto, que el ascensor social es importante para Susana Díaz; es decir, que si la educación no funciona, una sociedad está abocada a la postración. O, en todo caso, con el ascensor averiado, las desigualdades se multiplican porque las clases más desfavorecidas, que están en las plantas bajas, tienen muy difícil escalar hasta los pisos altos de la sociedad. Por eso es tan preocupante la realidad de la educación en Andalucía, porque siguiendo el ejercicio metafórico de la presidenta, la única conclusión posible es que el ascensor social de Andalucía lleva muchos años averiado.