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Pedro Sánchez: 'La La Land'
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Javier Caraballo

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Pedro Sánchez: 'La La Land'

En un momento de ensoñación tuve esa alucinación y lo vi llegar al escenario como el protagonista de una ciudad de las estrellas que quiere alcanzar su sueño

Foto: Pedro Sánchez saluda a la gente que ha acudido al acto del socialista en Dos Hermanas para anunciar su candidatura a las primarias del PSOE.(EFE)
Pedro Sánchez saluda a la gente que ha acudido al acto del socialista en Dos Hermanas para anunciar su candidatura a las primarias del PSOE.(EFE)

Yo he visto a Pedro Sánchez descender por una escalera infinita, que parecía que arrancaba en las nubes, y llegar al atril cantando, con una chaqueta de purpurina roja muy ceñida. Cada dos escalones, se detenía, chasqueaba los dedos y bailaba con sus zapatos de claqué, mientras la orquesta tocaba su canción. Fue en el mitin del Dos Hermanas. En un momento de ensoñación, cuando la espera se hizo eterna, tuve esa alucinación, porque también existen las alucinaciones políticas, y lo vi llegar al escenario como el protagonista de una ciudad de las estrellas que quiere alcanzar su sueño. PSOE, la ciudad de las estrellas, y ahí está Pedro Sánchez, el guapo desheredado, luchando contra todos y salvando las zancadillas de la vida. Todo es posible en este mundo, en esta época, sobre todo en esta época. Por eso, Pedro Sánchez no se rinde. Si Donal Trump es presidente de los Estados Unidos y una película como 'La La Land' tiene 14 nominaciones a los Óscar, está claro que todo es posible en este tiempo que vivimos. Diríase, en este sentido, que lo que busca Pedro Sánchez es la suerte de Trump, vencer a su propio partido, a la inercia de los barones, y esa es la pica fundamental que ha sentado en el mitin de Dos Hermanas.

placeholder Mitin de Pedro Sánchez en Dos Hermanas. (J.C)
Mitin de Pedro Sánchez en Dos Hermanas. (J.C)

La ensoñación de Pedro Sánchez bajando hasta el mitin por unas escaleras de peldaños infinitos se produjo por la inesperada masificación del acto, de acuerdo con las previsiones iniciales de asistencia de público. Conocedores de la influencia que ejerce la defensa de lo imposible, la atracción de la contracorriente, los organizadores del mitin de Dos Hermanas habían dispuesto de un segundo escenario, con más capacidad, por si se producía el milagro de la asistencia masiva. Pero, para evitar un posible pinchazo, lo que se dispuso primero fue un salón de actos que se llenaba con 500 personas y se desbordaba con 800.

Y enfrente y detrás, a la izquierda y a la derecha, militantes enfervorecidos gritando su nombre y recitando su primer mandamiento: “No es no”

Los primeros asistentes al mitin fueron acomodándose en esas butacas hasta que, una hora antes de que comenzara el acto, todas las previsiones se desbordaron: varios miles de personas se agolparon en la puerta, provenientes de varias provincias andaluzas y, en menor medida, de otras comunidades, principalmente Extremadura, las dos Castillas y Madrid. Fue entonces cuando se produjo el descendimiento: se cambió el escenario y Pedro Sánchez bajó desde la grada alta, por el pasillo central, y recorrió una pasarela hasta situarse en el centro de una pequeña isla de madera. Allí estaba todo el simbolismo que podía esperarse. En los altavoces sonaba la canción de Diego Torres 'Color esperanza' ("Saber que se puede, querer que se pueda, quitarse los miedos, sacarlos afuera, pintarse la cara color esperanza, tentar al futuro con el corazón") y Pedro Sánchez se colocó en aquella plataforma, entre dos orillas, que se llama "el lago de la vida", según explicó el alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano. Y enfrente y detrás, a la izquierda y a la derecha, militantes enfervorecidos gritando su nombre y recitando su primer mandamiento: "No es no". Esa es la grandeza testimonial de ese mensaje, que una doble negación se ha convertido en una ideología que arrastra a miles de personas. Lo gritan con todas las fuerzas y como un argumento político multiusos. "No es no", gritaban cada vez que se mencionaba a Mariano Rajoy o a cualquiera de sus medidas, pero "no es no" se volvía a invocar cuando se nombraba a Felipe González, a la gestora del PSOE o a los barones del Partido Socialista. "¡Somos militantes, no barones!", dijo un tipo entre el público y los de al lado lo suscribieron jaleando sus pancartas del lema exclusivo, "no es no".

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¿Qué podía fallar en un momento como ese, sin duda el mayor mitin de Pedro Sánchez desde que abandonó la secretaría general del PSOE? En ese calor enfervorecido, solo podía fallar el líder y fue lo que ocurrió. Pedro Sánchez, en Dos Hermanas, no fue capaz siquiera de contagiarse del entusiasmo de los miles de militantes que lo arropaban, muchos de ellos después de seis o siete horas de autobús y dos cafés en las gasolineras. Solo tenía que hacer eso, contagiarse, dejarse llevar, corresponder al público con un ardor similar, con un discurso que los elevara, que incendiara la adrenalina que traían de casa, acumulada desde el octubre fatídico del PSOE. ¿Qué es un líder, si no? Pero no lo hizo, se puso a leer un discurso como si estuviera en la tribuna del Congreso o en una conferencia del partido.

Los militantes tienen que tener paciencia con el liderazgo de Sánchez porque en este momento es más grande la expectativa que la solidez del líder

El personal le correspondía con aplausos protocolarios, autogestionarios, para no hundirse en el sopor de una charla académica, correcta y fría. Desapasionada. Tan consciente fue el personal de la oportunidad que estaba desaprovechando Pedro Sánchez, tan temerosa estaba la gente de que su líder acabara convertido en un marciano descendido, que en plena perorata se levantó una joven militante, se puso las dos manos entre la boca, y gritó con todas sus fuerzas: "¡Dilo ya!". Pedro Sánchez sonrió y la gente entendió la urgencia. Todos empezaron a corearlo con la misma fuerza del "no es no", acaso porque todos eran conscientes a esas alturas de que la extendida fama de indecisión de Pedro Sánchez podía acabar aguándoles la fiesta a todos si, al final, se iba del mitin sin decir lo único que tenía que decir, que se iba a presentar como candidato a las primarias del PSOE. "¡Dilo ya, cojones!". Cuando por fin lo dijo, "seré vuestro candidato", un estruendo de aplausos ahogó sus palabras. Pedro Sánchez debió pensar entonces que la frase más celebrada de su discurso nació en las gradas, no en el discurso que, según dijo en las redes sociales, había comenzado a escribir varios días antes.

placeholder Pedro Sánchez en Dos Hermanas. (EFE)
Pedro Sánchez en Dos Hermanas. (EFE)

"No, verás, Pedro es muy bueno en las reuniones, pero en estos actos multitudinarios todavía le queda mucho que aprender", decía al final del acto un veterano militante de Dos Hermanas, acostumbrado a la Champions League de los líderes políticos desde los tiempos de Felipe González y Alfonso Guerra. "Lo importante era dar el paso, y eso se ha conseguido", añadía con un tono de indisimulado autoconvencimiento. Ciertamente, los militantes tienen que tener paciencia con el liderazgo de Pedro Sánchez porque, como se ha visto en Dos Hermanas, en este momento es más grande la expectativa que la solidez del líder. "No soy el mismo de hace tres años", dijo Pedro Sánchez y, antes que él, su anfitrión sevillano, el alcalde de Dos Hermanas, también lo remarcó al afirmar que se había convertido en el líder que no era cuando lo votó la militancia para secretario general. Entonces, hace dos años, fue un secretario general aupado por el favor de los barones y ahora es un candidato aupado por la aversión de los barones. En los dos momentos, es el líder el que se ve desbordado por el entorno. Solo que ahora, Pedro Sánchez puede asentar un liderazgo sin hipotecas, frente a todo el aparato clásico del PSOE. En Dos Hermanas le han demostrado que puede conseguirlo. Que tiene un lema que ha calado en toda la izquierda y una militancia que lo señala como al líder. Si Pedro Sánchez consigue superarse a sí mismo, si no lo estropea y desinfla el ambiente que lo rodea y que lo trasciende, en el PSOE habrá mucha más batalla de la que tiene previsto Susana Díaz. Pero de momento, eso: Pedro Sánchez, 'La La Land'.

Yo he visto a Pedro Sánchez descender por una escalera infinita, que parecía que arrancaba en las nubes, y llegar al atril cantando, con una chaqueta de purpurina roja muy ceñida. Cada dos escalones, se detenía, chasqueaba los dedos y bailaba con sus zapatos de claqué, mientras la orquesta tocaba su canción. Fue en el mitin del Dos Hermanas. En un momento de ensoñación, cuando la espera se hizo eterna, tuve esa alucinación, porque también existen las alucinaciones políticas, y lo vi llegar al escenario como el protagonista de una ciudad de las estrellas que quiere alcanzar su sueño. PSOE, la ciudad de las estrellas, y ahí está Pedro Sánchez, el guapo desheredado, luchando contra todos y salvando las zancadillas de la vida. Todo es posible en este mundo, en esta época, sobre todo en esta época. Por eso, Pedro Sánchez no se rinde. Si Donal Trump es presidente de los Estados Unidos y una película como 'La La Land' tiene 14 nominaciones a los Óscar, está claro que todo es posible en este tiempo que vivimos. Diríase, en este sentido, que lo que busca Pedro Sánchez es la suerte de Trump, vencer a su propio partido, a la inercia de los barones, y esa es la pica fundamental que ha sentado en el mitin de Dos Hermanas.

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