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‘Er Prinzipito’, la última burla del habla andaluza
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Javier Caraballo

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‘Er Prinzipito’, la última burla del habla andaluza

La dignificación del habla andaluza quizá tendría que haber sido una de las prioridades del autogobierno andaluz, pero como en otras materias se han desaprovechado recursos

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Los andaluces tienen que soportar a lo largo de su vida dos formas de burla por su forma de hablar, la primera suele venir de fuera y la segunda suelen protagonizarla ellos mismos. De esas dos burlas, la que proviene de los propios andaluces es la más negativa de todas, la más dañina, aunque la consecuencia de ambas sea la misma siempre: ‘quien habla andaluz no puede decir nada serio; quien habla andaluz no puede pensar nada serio’. Cualquiera podría pensar hace 30 o 40 años que la autonomía andaluza iba a contribuir a la normalización del andaluz, pero no ha sido así. La dignificación del habla andaluza quizá tendría que haber sido una de las prioridades del autogobierno andaluz, pero como en otras materias se han desaprovechado recursos y tiempo, ni la gestión de la educación en Andalucía ni el costosísimo entramado de Canal Sur han servido para nada. Todo sigue como estaba, entre el complejo por la forma de hablar y el chiste permanente por el acento, con lo cual esta penosa realidad resulta incluso más triste y penosa todavía.

Foto: Melody (d), durante la entrevista en el programa 'Todo va bien' Opinión
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Dentro de ese segundo grupo de andaluces que se burlan o menosprecian su forma de hablar, en el que se incluyen acomplejados, incultos e impostados, se localizan también los que, con una pirueta tan estrafalaria como ridícula, quieren convertir el habla andaluza en una lengua diferenciada, un idioma propio para, a continuación, conectarlo directamente con sus ideales de independencia. La última ocurrencia de este grupito la han anunciado para este martes de mayo en Sevilla, una traducción al andaluz de ‘El Principito’, de Antoine de Saint-Exupéry. La versión andaluza que se presenta hoy se llama 'Er Prinzipito' y el autor de la traducción es un profesor de Antropología Social del departamento de Ciencias Sociales en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, que se llama Juan Porras, pero él se autodenomina Huan Porrah, que es la grafía que, a su juicio, debe utilizarse para escribir el andaluz. Una pura invención, en definitiva, que por disparatada que sea desde cualquier punto de vista que se analice ya ha alcanzado este sumun de traducción: “Una beh, kuando yo tenía zeih z'añiyoh, bi un dibuho mahnífiko en un libro a tento'e la zerba bihen ke ze yamaba 'Histoires Vécues (Ihtoriah bibíah)”. Ahí quedó eso.

Es verdad que se trata de un puñado de personas, que ni siquiera se les puede considerar ‘grupo minoritario’ en una región como la andaluza, pero siempre encuentran su minuto de gloria y siempre consiguen con sus locuras que alguien se confunda todavía más sobre el habla andaluza, por eso son tan dañinos. En el caso de este Juan Porras, además, hay que sumarle el movimiento político al que pertenece y que le secunda en sus iniciativas, el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) del alcalde eterno de Marinaleda, Juan Manuel Sánchez Gordillo, y de Diego Cañamero, diputado de Podemos en el Congreso. Así que, por minoritario que sea y por disparatadas que sean sus iniciativas, además del daño que le hacen al habla andaluza, lo preocupante es la pertinacia con la que van fabricando la peligrosa mentira de la independencia de Andalucía. En eso, por cierto, sí que son iguales a otros delirios independentistas, que reinventan todo aquello de lo que en realidad carecen para simular unas raíces que nunca han existido.

El lenguaje andaluz que se han inventado lo conectan con la aljamía o ‘alyamía’, que es el término con el que se designa la lengua vulgar de Al Andalus, una mezcla de árabe y del latín o de las lenguas romances que se hablaban en España antes de la invasión musulmana. Como para estos individuos el origen de Andalucía como nación está en Al Andalus, de lo que se trata ahora es de crear una lengua y hacerla pasar por la verdadera cultura andaluza que permanece oprimida, oculta y en peligro de extinción. Al Andalus es la referencia. Todo lo demás de la historia de España siempre les parecerá despreciable o condenable, y ahí también encuentran motivos de polémica que acaban convirtiéndose en polémicas nacionales por las soflamas que sueltan contra el Descubrimiento de América, “el mayor genocidio de la historia”, como suelen repetir, como defendió el citado Juan Porras en su etapa de concejal de Mijas, donde reside.

Volvamos a repetir lo mismo: es verdad que estos ‘independentistas’ de la lengua andaluza no pasan de ser un grupo reducido, nada representativo, pero con capacidad para generar grandes polémicas. Pero ¿se imagina alguien que, algún día, los sindicalistas de Cañamero, integrados en Podemos, tengan la influencia necesaria en el panorama político andaluz como para llevar a las aulas este delirio de la grafía andaluza, como si fuera una lengua propia? Son tantas las penalidades que arrastra el habla andaluza, o las hablas andaluzas, como les gusta matizar a los lingüistas, que nada sería de extrañar. Después de tanto tiempo de política acomplejada o ignorante con la forma de hablar de los andaluces, llegan los más osados y acaban imponiendo su realidad inventada.

Los andaluces tienen que soportar a lo largo de su vida dos formas de burla por su forma de hablar, la primera suele venir de fuera y la segunda suelen protagonizarla ellos mismos. De esas dos burlas, la que proviene de los propios andaluces es la más negativa de todas, la más dañina, aunque la consecuencia de ambas sea la misma siempre: ‘quien habla andaluz no puede decir nada serio; quien habla andaluz no puede pensar nada serio’. Cualquiera podría pensar hace 30 o 40 años que la autonomía andaluza iba a contribuir a la normalización del andaluz, pero no ha sido así. La dignificación del habla andaluza quizá tendría que haber sido una de las prioridades del autogobierno andaluz, pero como en otras materias se han desaprovechado recursos y tiempo, ni la gestión de la educación en Andalucía ni el costosísimo entramado de Canal Sur han servido para nada. Todo sigue como estaba, entre el complejo por la forma de hablar y el chiste permanente por el acento, con lo cual esta penosa realidad resulta incluso más triste y penosa todavía.

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