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Antonio Machado no cabe en esta Cataluña
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Javier Caraballo

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Antonio Machado no cabe en esta Cataluña

Nada puede estar más justificado para un independentista catalán que quitarle una calle a Antonio Machado​ porque si Antonio Machado estuviera vivo, no podría vivir en Cataluña

Foto: Foto: Google Maps.
Foto: Google Maps.

La primera reacción fue la de desconsiderar a los gobernantes de la CUP del Ayuntamiento de Sabadell y al historiador que ha realizado un informe sobre los españolistas que cuentan con calles en la ciudad y que habría que erradicar. “¿Habrá que ser incultos y burros?”, me dije al principio, como tantos otros. Sin embargo, estaba equivocado, nada puede estar más justificado para un independentista catalán que quitarle una calle a Antonio Machado porque si Antonio Machado estuviera vivo, no podría vivir en Cataluña. Ya lo habrían echado. No podría ni pisar la universidad porque sus conferencias serían boicoteadas y su nombre estaría en la lista negra de la Generalitat, el primero de la lista, y detrás el deBoadella y aquellos otros que hayan sido apartados, marginados y condenados por no plegarse. El historiador independentista de Sabadell sabe lo que escribe cuando aconseja al ayuntamiento que le quite la calle al poeta porque Machado, de estar vivo, volvería a repetir una vez más lo que ya dijo entonces, que el nacionalismo catalán tiene una inclinación natural a traicionar a España. Ya lo hicieron en la República y lo han vuelto a hacer con la democracia.

Antonio Machado, de vivir estos tiempos convulsos, no hubiera dudado en identificar el fenómeno nada más producirse y, otra vez, como entonces, hubiera cogido la pluma para sincerarse con su amada Guiomar y confesarle, como en junio de 1932, que la cuestión catalana se estaba yendo de las manos. “La cuestión de Cataluña, sobre todo, es muy desagradable. En esto no me doy por sorprendido, porque el mismo día que supe el golpe de mano de los catalanes lo dije: ‘Los catalanes no nos han ayudado a traer la República, pero ellos serán los que se la lleven’. Y en efecto, contra esta República, donde no faltan hombres de buena fe, milita Cataluña. Creo con don Miguel de Unamuno que el Estatuto es, en lo referente a Hacienda, un verdadero atraco, y en lo tocante a enseñanza, algo verdaderamente intolerable. Creo, sin embargo, que todavía cabe una reacción a favor de España, que no conceda a Cataluña sino lo justo: una moderada autonomía, y nada más”. No es necesario ningún ejercicio literario o fantasioso sobre lo que pensaría Machado de la situación actual porque, para cualquiera que lo haya leído, no hay dudas; con respecto a Cataluña, no hay ucronía que valga si hablamos de Antonio Machado porque hubiera repetido, palabra a palabra, el mismo temor que tuvo entonces, que “los independentistas catalanes no nos ayudaron a traer la democracia, pero serán ellos los que se la lleven”.

Antonio Machado no cabe en la Cataluña que se quiere ir de España, que pretende ignorar las leyes, que quiere pisotear la democracia

¿Cómo va a tener una calle en Sabadell un intelectual que hable así? De hecho, hoy casi nadie se atreve. Pero lo decía Antonio Machado, don Antonio Machado, desde la altura inmensa de su prestigio, desde la humildad de un hombre de izquierdas comprometido, sencillo y trabajador, que zahería con sus versos a la España mojigata de “charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María”. Machado quería la República porque la consideraba una oportunidad única, histórica, para el progreso de España. ¿Cuánto más habría de alabar la actual democracia española después de cuatro décadas de una estabilidad política y un progreso social y económico desconocidos en la historia reciente de este país?

Que no, que no hace falta imaginar: Mirando de reojo a las autonomías, Machado le soplaría al oído a Juan de Mairena las mismas reflexiones: “De aquellos que se dicen ser gallegos, catalanes, vascos, extremeños, castellanos, etc., antes que españoles, desconfiad siempre. Suelen ser españoles incompletos, insuficientes, de quienes nada grande puede esperarse”. Y lo completaba con su propia tierra, Andalucía: entonces, un andaluz andalucista será también un español de segunda clase. “En efecto —respondió Mairena—: un español de segunda clase y un andaluz de tercera”.

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Pinche para leer el artículo del 27 de marzo de 1938.

Lo que pocos saben en Cataluña, y en España, es que Antonio Machado se murió allí, en Barcelona, aunque la muerte física le aguardara más allá de la frontera con Francia, en Collioure. El poeta sabía, y lo dijo, que en cuanto pusiera un pie fuera de España, solo podía esperar la muerte. Recluido en Barcelona, hospedado en un antiguo edificio de la Generalitat, la Torre Castanyer, escribió sus últimos artículos de prensa en 'La Vanguardia'. “Don Antonio Machado, el más glorioso de los poetas españoles contemporáneos, inicia con este artículo su colaboración en 'La Vanguardia', que con ella se honra altísimamente”, decía el periódico el domingo 27 de marzo de 1938.

Aquel primer artículo se titulaba “Notas inactuales, al estilo de Juan de Mairena”, que luego se recogerían en un solo libro. Eran artículos de desgarro y decepción que se combinaban con otros de orgullo, dignidad y valentía, dependiendo de las esperanzas que pudiera albergar cuando le iban llegando los desastrosos partes de guerra. Pero fuera cual fuera el estado de ánimo, lo que permanecía inalterable era su sentido de España.

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Pinche para leer el artículo del 22 de noviembre de 1938.

Artículo publicado en 'La Vanguardia' el 22 de noviembre de 1938, dos meses antes del exilio, tres meses antes de su muerte: “Ha llegado el día, hombres de España, de España entera —quiero decir, de todos los pueblos hispánicos cuyo territorio está invadido—, en que hemos de reconocer esta verdad inconcusa: nuestro deber más imperioso es luchar por nuestra independencia terriblemente amenazada. Y España es fuerte, mucho más fuerte de lo que piensan nuestros enemigos, porque, como he dicho una vez, y no me importa repetirlo, España no es una invención da la diplomacia extranjera o la resultante de tratados de paz más o menos ineptos. Lleva siglos de vida propia, perfectamente definida por su raza, por su lengua, por su geografía, por su historia y por su aportación a la cultura universal. No dudéis un momento que traiciona a su patria quien se niegue a defenderla contra la invasión extranjera”.

¡Cuánta razón lleva el historiador del Ayuntamiento de Sabadell! Antonio Machado no tiene sitio en la Cataluña que quieren construir los independentistas. Antonio Machado no cabe en la Cataluña que se quiere ir de España, que pretende ignorar las leyes, que quiere pisotear la democracia. Es posible que ni siquiera le hubieran publicado los artículos como entonces, porque son tantos los medios de comunicación que se han plegado para no caer en la lista negra de la Generalitat que las verdades de Machado constituirían un serio compromiso.

Porque el poeta, en los periódicos de Cataluña, volvería a escribir lo mismo que entonces en 'La Vanguardia' y que tanto nos sirve para este momento de egoísmos y traiciones repetidas: “Quien avanza hacia atrás huye hacia adelante. Que las espantadas de los reaccionarios no nos cojan desprevenidos, dijo Juan de Mairena hace ya mucho tiempo”.

La primera reacción fue la de desconsiderar a los gobernantes de la CUP del Ayuntamiento de Sabadell y al historiador que ha realizado un informe sobre los españolistas que cuentan con calles en la ciudad y que habría que erradicar. “¿Habrá que ser incultos y burros?”, me dije al principio, como tantos otros. Sin embargo, estaba equivocado, nada puede estar más justificado para un independentista catalán que quitarle una calle a Antonio Machado porque si Antonio Machado estuviera vivo, no podría vivir en Cataluña. Ya lo habrían echado. No podría ni pisar la universidad porque sus conferencias serían boicoteadas y su nombre estaría en la lista negra de la Generalitat, el primero de la lista, y detrás el deBoadella y aquellos otros que hayan sido apartados, marginados y condenados por no plegarse. El historiador independentista de Sabadell sabe lo que escribe cuando aconseja al ayuntamiento que le quite la calle al poeta porque Machado, de estar vivo, volvería a repetir una vez más lo que ya dijo entonces, que el nacionalismo catalán tiene una inclinación natural a traicionar a España. Ya lo hicieron en la República y lo han vuelto a hacer con la democracia.