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Rompetechos en la escuela andaluza
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Javier Caraballo

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Rompetechos en la escuela andaluza

Comoquiera que al famoso personaje de cómic de Ibáñez se le han atribuido concomitancias con la ceguera política, Rompetechos bien podría ser un alto cargo de Educación en Andalucía

Foto: Colegio Público Andalucía en la barriada de las Tres Mil Viviendas. (EFE)
Colegio Público Andalucía en la barriada de las Tres Mil Viviendas. (EFE)

En la primera viñeta podría aparecer un grupo de niños con cascos de albañiles en la puerta del colegio y pancartas de protesta. En la segunda viñeta, otro colegio más con los niños también en la puerta, sin entrar a clase y todos en pijama. Ya en la tercera, se ve aparecer a Rompetechos que contempla la escena y sonríe satisfecho: "¡Míralos, qué felices son los niños andaluces en las escuelas!". Al oírlo, un profesor enfurruñado le rompe una pancarta en la cabeza y Rompetechos se aleja desconcertado, sin saber muy bien qué pasa.

Como quiera que, en ocasiones, al famoso personaje de cómic de Ibáñez se le han atribuido concomitancias con la ceguera política, Rompetechos bien podría ser un alto cargo de Educación en Andalucía porque la paradoja que se da en la escuela andaluza es que existe una diferencia abismal entre el discurso político institucional y la realidad que se plasma, día tras día, en los medios de comunicación. Dicho de otra forma, la educación andaluza nunca es el sujeto de una buena noticia. Sin embargo, cada vez que se oye hablar a un dirigente andaluz la realidad que pinta es la de una educación pública de calidad, exponente de "una Andalucía de progreso, puntera y de vanguardia", como dijo la presidenta andaluza, la socialista Susana Díaz, en la inauguración de este curso escolar. Como en el cómic de Rompetechos, la ceguera política conduce a una visión idealizada de la realidad que solo existía en su mente.

Si se repasan las semanas atrás, los meses y los años, lo único que uno se encuentra es una sucesión interminable de malas noticias

La constatación de antes, la persistencia de las malas noticias sobre la escuela pública, es una circunstancia llamativa de la realidad andaluza. Sobre todo porque lo que sí es inobjetable del discurso político es que la calidad del sistema educativo es el pilar fundamental sobre el que se debe cimentar toda sociedad y todo progreso. Por eso, es tan alarmante esa perseverancia de malas noticias.

Si se repasan las semanas atrás, los meses y los años, lo único que uno se encuentra es una sucesión interminable de malas noticias. Las estampas de la viñeta imaginaria de Rompetechos son reales. En los pocos días que llevamos de 2018, por ejemplo, ya ha habido una singular protesta en un colegio de El Cuervo, en la provincia de Sevilla, en la que los niños fueron a la escuela con cascos de obra y se negaron a entrar en clase: un día antes, mientras estaban en el recreo se hundió el techo de un aula. "Esta es la gota que colma el vaso", dijeron los padres y esa expresión es la que lo explica todo, porque no se trata de un accidente sino de una consecuencia.

Sin inversión, sin mantenimiento, sin mejoras, lo normal es que ocurran estas cosas. Fue exactamente lo mismo que pensaron los padres de otro colegio, en otra provincia andaluza, cuando profesores y alumnos se negaron a ir a clase por la falta de climatización, ni una sola estufa para el frío. Los niños se concentraron en pijama en la puerta de un colegio de Barbate y también se negaron a entrar. Cuando llegue el calor, la protesta volverá a producirse por lo contrario, como a ocurrió a finales del curso pasado.

placeholder La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, durante su intervención en el acto de apertura del curso escolar 2017-18. (EFE)
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, durante su intervención en el acto de apertura del curso escolar 2017-18. (EFE)

Podrían ser anécdotas si, en el conjunto, la educación en Andalucía ofreciera buenos datos en sus estadísticas, pero resulta que es todo lo contrario, con lo cual la anécdota se eleva a categoría y permite explicar el porqué de las cosas. Tan sencillo, tan elemental, como comprender que si se invierte poco y, además, se planifica mal, los resultados nunca pueden ser buenos. Se pueden repasar algunas de las últimas estadísticas que siempre suspenden a Andalucía en Educación.

En el último informe comparativo de inversión autonómica que elaboró el Ministerio de Educación, Andalucía aparecía a la cola con un gasto por alumno y año que es casi la mitad de lo que se invierte en el País Vasco. El Gobierno vasco dedica para cada alumno 8.976 euros al año mientras que lo que destina la Junta de Andalucía es de 4.510 por alumno. ¿Esa diferencia se produce porque Euskadi, gracias al concierto vasco, goza de una mejor financiación y tiene más dinero para sus escuelas? En parte, no cabe duda de que es así, pero no es toda la explicación: de hecho, hay otras comunidades, con idénticos problemas de financiación que la andaluza o incluso con más limitaciones presupuestarias, como Asturias, Galicia, Cantabria o Castilla y León, en las que el gasto por alumno es de 6.000 euros al año.

Es verdad que la inversión en educación, por sí misma, no es la que determina la calidad de la educación pero nadie negará que es un factor fundamental. En la comunidad de Madrid, por ejemplo, gobernada desde hace años por el Partido Popular, según ese mismo informe, también se invierte menos de 4.600 euros por alumno, sin embargo, los resultados académicos son mucho mejores que los andaluces.

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Dicen los expertos que esa disparidad en el resultado se explica por el mayor nivel socioeconómico de la comunidad de Madrid. "Hay un norte con un nivel socioeconómico, en general, más elevado y que además gasta más en educación. Y un sur, con un nivel socioeconómico más desfavorecido, que además invierte menos en educación. Esto va a ir abriendo cada vez más la diferencia, esta brecha educativa", dejó dicho tras la presentación del informe del Ministerio de Educación Daniel Santín, experto en economía del gasto público, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Y añadió: "Es la pescadilla que se muerde la cola: como no invertimos no tratamos de cerrar las diferencias educativas, la región tiene un nivel socioeconómico más bajo, que a su vez acaba influyendo en el resultado educativo de los niños y así sucesivamente".

No es una afirmación gratuita porque ese es el laberinto en el que parece estar la escuela andaluza y del que no logra salir. Cuando, de nuevo, se publique otro informe PISA, la Evaluación Integral de Alumnos que realiza la OCDE en todos los países, Andalucía volverá a aparecer a la cola, como en el último, cuando quedó la última en ciencias y la penúltima en lectura y en matemáticas. Pero, tranquilidad, porque para entonces la Junta de Andalucía ya tendrá preparada, como entonces, una excusa mayor, un enemigo exterior que lo que quiere es dañar la imagen de Andalucía. "El sistema educativo andaluz recibe un ataque constante y sistemático", repetirán otra vez en el Gobierno andaluz y, al decirlo, será de nuevo inevitable imaginarlos caminando por la acera como Rompetechos, el cegato más optimista de la historia.

En la primera viñeta podría aparecer un grupo de niños con cascos de albañiles en la puerta del colegio y pancartas de protesta. En la segunda viñeta, otro colegio más con los niños también en la puerta, sin entrar a clase y todos en pijama. Ya en la tercera, se ve aparecer a Rompetechos que contempla la escena y sonríe satisfecho: "¡Míralos, qué felices son los niños andaluces en las escuelas!". Al oírlo, un profesor enfurruñado le rompe una pancarta en la cabeza y Rompetechos se aleja desconcertado, sin saber muy bien qué pasa.

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