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La moción de la ruleta rusa
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Javier Caraballo

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La moción de la ruleta rusa

Habrá un muerto, pero nadie sabe todavía quién puede ser. En el juego participan todos y todos corren la misma suerte, no solo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

La moción de censura se ha cargado con el tambor de una pistola de ‘ruleta rusa’, habrá un muerto pero nadie sabe todavía quién puede ser. En el juego participan todos y todos corren la misma suerte, no solo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que es contra quien va dirigida la moción de censura y, por tanto, el primero que se colocará la pistola en la sien; de hecho, está pensando en dispararse antes incluso de que comience a girar la ruleta.

Además de Rajoy, también existen posibilidades de que se pegue el tiro el mismo que ha convocado la ronda, Pedro Sánchez, si acaba haciendo el ridículo, como ya les ha ocurrido a otros en su mismo papel, o si se le vuelve a rebelar su propio partido. O el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, que no hace más que tropezarse consigo mismo, como si caminara poniéndose zancadillas, empachado de encuestas. Lo mismo le ocurre a Pablo Iglesias, que puede protagonizar la paradoja de quedar peor en esta moción de censura que en la que él mismo planteó el año pasado y perdió estrepitosamente: tras el ridículo del chalé, piensa que esta moción es su clavo ardiendo.

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante su comparecencia ante los medios. (EFE)

Los independentistas catalanes tampoco saben dónde se meten, ni las consecuencias que tendrá apoyar a quien mantiene firme la aplicación de la ley en defensa de la unidad de España, mientras que los 'jeltzales' del PNV se han visto de pronto atrapados por un dilema de opciones desfavorables, se trata de elegir entre perder mucho dinero o perder mucho prestigio, aunque pueden acabar perdiendo ambas cosas.

Todo surge, además, de la inmensa paradoja de que se plantea una moción de censura en la que cada uno de los que dicen apoyarla lo hace por motivos diferentes, que nada tienen que ver con el mandato constitucional de esta iniciativa parlamentaria: sustituir al Gobierno por otro, por eso se exige la presentación de un candidato a la presidencia del Gobierno.

Es verdad que en España, desde que se inició la democracia, todas las mociones de censura han sido ‘mociones de desgaste’ del Gobierno y ninguna de ellas ha prosperado, pero nunca hasta ahora se había alcanzado este absurdo de que si la moción prospera, es con el compromiso expreso de que no sirva para nada. Tampoco esta circunstancia es baladí porque, desde un punto de vista estrictamente legal, la única persona que tiene capacidad para disolver anticipadamente las Cortes es el presidente del Gobierno. Así que podríamos preguntarnos, ¿quién le ha dado la potestad al líder de Ciudadanos para decidir que “la legislatura se ha terminado”, como afirman?

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Las mociones de censura se justifican por la existencia de una mayoría parlamentaria alternativa, decidida a aplicar otras políticas, o por una situación de desgobierno y parálisis, pero resulta que este Gobierno acababa de aprobar unos Presupuestos, a falta del trámite del Senado, que a decir de los que lo apoyaron, entre ellos Ciudadanos, eran enormemente beneficiosos para los españoles, con subidas de las pensiones —para este año y el que viene—, del salario mínimo y de los sueldos de los funcionarios, además de importantes deducciones en el IRPF para rentas bajas.

“En medio de tantísimo hartazgo de mucha gente y de los casos de corrupción del PP y del PSOE, por lo menos hoy los españoles tienen buenas noticias. Estos son unos Presupuestos que consideramos nuestros”, dijo Albert Rivera hace tan solo una semana, cuando se aprobó el proyecto. No tardó ni 24 horas en cambiar las palabras de sitio y sostener que la corrupción “exige” que se liquide la legislatura, con lo que “las buenas noticias para los españoles” se quedarían en un limbo inescrutable. Es imposible que un partido y un líder político salgan bien parados de un espectáculo como el que ha ofrecido Ciudadanos en la última semana, con cambios de opinión constantes. Y no es la primera vez que les ocurre.

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, durante la rueda de prensa ofrecida al término de la ejecutiva del partido este lunes. (EFE)

Se dirá que, por encima de esas consideraciones, de lo que no existe precedente es de que un partido en el Gobierno esté salpicado directamente por un caso de corrupción, y es cierto, porque la sentencia de Filesa, de financiación ilegal del PSOE, se dictó en 1997, cuando Felipe González ya había abandonado La Moncloa. Pero, siendo así, no es menos cierto que se trata de una sentencia en primera instancia, que no es firme, y que no hay ningún miembro del Gobierno que haya sido imputado, mucho menos condenado, en ese proceso.

Por decencia política, por respeto a la ciudadanía, por decoro democrático, el presidente del PP y del Gobierno, Mariano Rajoy, estaba obligado a comparecer y a dar explicaciones de lo ocurrido, con más credibilidad de la que exhibió en el juicio, y no lo hizo. Pero dictaminar que, por ello, debe disolverse la legislatura es una cuestión distinta que, en el futuro, puede acarrear consecuencias fatales. Hasta ahora, los políticos, en sus códigos internos, habían establecido que cuando un político resultaba imputado en un caso de corrupción, debía abandonar la responsabilidad en la que estuviera. Debe entenderse, por tanto, que, en adelante, esa exigencia se amplía, con lo que el mismo debate no tardará en trasladarse, por ejemplo, a Andalucía con los ERE. Un disparate, en fin.

Foto: Ilustración: Raúl Arias.

¿Es este el retrato de una clase política desastrosa? Sin duda alguna, el espectáculo de esta última semana es desolador, a la altura siempre de aquello de Groucho Marx, “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. En España, la clase política le tiene alergia a la normalidad, la estabilidad se ve como un naufragio.

No hay descanso en las campañas electorales; todo el año es carnaval, como decía Larra. La sociedad española lo sabe, y por eso la clase política figura siempre entre los principales problemas de la gente; aquellos a los que se encarga la solución de los problemas, aparecen como uno de los principales problemas.

Entre el desastre de Cataluña, el impresionante caos italiano y la descomposición de la legislatura española, ahora que empezaba a encauzar una cierta estabilidad, otra vez han vuelto los desastres de la bolsa y las alertas de la prima de riesgo. Así que, a fin de cuentas, quién sabe si, en realidad, es a cada uno de nosotros a quien va dirigida la bala de ese juego de la ruleta rusa que comienza hoy en el Congreso.

La moción de censura se ha cargado con el tambor de una pistola de ‘ruleta rusa’, habrá un muerto pero nadie sabe todavía quién puede ser. En el juego participan todos y todos corren la misma suerte, no solo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que es contra quien va dirigida la moción de censura y, por tanto, el primero que se colocará la pistola en la sien; de hecho, está pensando en dispararse antes incluso de que comience a girar la ruleta.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy PNV