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Las vergüenzas históricas de Pedro Sánchez
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Javier Caraballo

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Las vergüenzas históricas de Pedro Sánchez

La vergüenza de celebrar, recordar y ensalzar lo logrado por Hernán Cortés hace 500 años la conocemos por el propio ministro de Cultura socialista, José Guirao

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con el ministro de Cultura, José Guirao. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, conversa con el ministro de Cultura, José Guirao. (EFE)

Las vergüenzas históricas del Gobierno de Pedro Sánchez han quedado al descubierto cuando, en el estertor de la legislatura, una decisión política sobre el pasado de España, el aniversario del final de la Guerra Civil, se ha superpuesto a otra, el quinto centenario de la conquista de México por Hernán Cortés. La diferencia entre ambas decisiones políticas es que la primera se ensalza y la segunda se oculta; inexplicablemente, el Gobierno elabora y difunde un logotipo para recordar un fracaso, la peor etapa de los españoles en la historia reciente, y, sin embargo, se ignora un acontecimiento triunfante que marcó la historia de la humanidad.

Evidentemente, detrás de ese doble rasero existe una motivación política, y quizá personal, que resume muy bien algunos de los complejos más absurdos de los españoles con su propia historia y la irracional ceguera de algunos políticos cuando lo supeditan todo al interés electoral. Razones políticas y complejos históricos, dos motivaciones, por tanto, impropias de un gobernante que ostente la responsabilidad de representar a España, como es el caso del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Foto: Varios expertos sondean el golfo de México en búsqueda de los navíos (EFE)

La vergüenza de celebrar, recordar y ensalzar lo logrado por Hernán Cortés hace 500 años la conocemos por el propio ministro de Cultura socialista, José Guirao, que es quien nos ha aclarado que lo que no quiere el Gobierno socialista es molestar a México, a los gobernantes mexicanos. “Es que allí ese tema es complicado", dijo Guirao —justificación perfectamente insulsa e impropia de un ministro de Cultura— cuando le preguntaron a principios de este año por los motivos de que el V Centenario de la Conquista de México no figure en el Plan de Acción Cultural en el Exterior del Gobierno de España.

Hace unas semanas, en el Congreso de los Diputados, volvieron a preguntarle y, en esta ocasión, un portavoz socialista adujo que la razón de que no haya celebración es que el Gobierno anterior no lo dejó previsto y el actual no ha tenido ni tiempo ni presupuesto. Al final, con el voto en contra de Unidos Podemos —perdidos, como suelen, en la propaganda ignara del indigenismo— se ha aprobado una moción de Ciudadanos en la que se le pide al Gobierno de Pedro Sánchez que incluya la conmemoración de Hernán Cortés en su agenda para este año. Como es obvio, la legislatura ya ha decaído, se celebrarán elecciones y del centenario de Hernán Cortés nadie se volverá a acordar.

De lo que sí quedará constancia, para lo que sí ha habido presupuesto público, es para recordar el final de la Guerra Civil hace 80 años y el exilio de cientos de miles de españoles: el Ministerio de Asuntos Exteriores ha ideado un logotipo, un ocho y un cero coloreados de rojo, amarillo y morado, como la bandera republicana. ¿Hace bien o mal el Gobierno en recordar el final de la Guerra Civil? A ver, si el interés fuera histórico, si en España la clase política tuviera un interés especial en que los ciudadanos conozcan la historia de España, en su grandezas y en sus miserias, el final de la Guerra Civil y el exilio republicano no deberían tener otro lema, ni otro símbolo, que las palabras que Azaña nos dejó grabadas para el futuro: “Paz, piedad y perdón”.

Las razones de Sánchez no son históricas. Sus razones son políticas; son meramente electoralistas

Pero las razones de Pedro Sánchez no son históricas, no tiene ningún interés en que aprendamos de la historia para no repetir errores. Sus razones son políticas; son meramente electoralistas; por eso lo que exhibe, simplemente, es la bandera de la República. Es decir, lo contrario de lo que necesita España. Lo que conviene ahora, en el momento histórico que vivimos, es respaldar la monarquía parlamentaria y su encaje en la Constitución, esa es la urgencia del momento. Lo que está ocurriendo en estos momentos en España es que un grupo reaccionario e independentista ha iniciado una operación de acoso al Estado de derecho y a la Constitución que, tras la revuelta de octubre de 2017, se intenta ahora prolongar en la figura del Rey de España. Se trata de intentar desprestigiar al Rey, o acosarlo con desprecios, con la certeza de que una hipotética caída de la monarquía nos conduce directamente a la demolición de la Constitución y, por tanto, a la destrucción de la España que conocemos. Ahora hay que ser demócratas antes que republicanos o monárquicos, porque todo eso pasa a un segundo plano cuando lo que está en peligro es la democracia misma.

placeholder Hernán Cortés.
Hernán Cortés.

Bartolomé Bennassar, historiador e hispanista francés fallecido en noviembre del año pasado, uno de los grandes especialistas de la historia de España del XVI y del XVII, incluye un perfil de Hernán Cortés en el espléndido 'Diccionario biográfico' de la Real Academia de la Historia en el que define la conquista de México como “una hazaña militar pero, aún más, una proeza política”. Lo dice en un doble sentido, por la extraordinaria capacidad para derrotar con 500 hombres al imperio más poderoso de América del siglo XVI, gracias a las alianzas que entabló Hernán Cortés con las otras tribus a las que Moctezuma tenía salvajemente sometidas, y, sobre todo, por lo que supuso para el futuro: “La conquista de México es uno de los hechos más importantes de la historia de la humanidad, marcó el inicio de una nueva raza y una nueva cultura y abrió nuevos rumbos en la mentalidad europea”.

Se cumplen 80 años del final de la Guerra Civil, del inicio del penoso y trágico exilio republicano, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo que ha hecho es visitar la tumba de Manuel Azaña, lo cual está muy bien, y olvidarse de Hernán Cortés, que lo tienen enterrado en una iglesia de México, con la tumba oculta, camuflada entre otros objetos, y señalada solo por una placa roja. Dicen que a los muertos no se les debe otra cosa que verdad y justicia. En España, ni una cosa ni otra.

Las vergüenzas históricas del Gobierno de Pedro Sánchez han quedado al descubierto cuando, en el estertor de la legislatura, una decisión política sobre el pasado de España, el aniversario del final de la Guerra Civil, se ha superpuesto a otra, el quinto centenario de la conquista de México por Hernán Cortés. La diferencia entre ambas decisiones políticas es que la primera se ensalza y la segunda se oculta; inexplicablemente, el Gobierno elabora y difunde un logotipo para recordar un fracaso, la peor etapa de los españoles en la historia reciente, y, sin embargo, se ignora un acontecimiento triunfante que marcó la historia de la humanidad.

Pedro Sánchez