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Si Notre-Dame estuviese en Cuenca
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Javier Caraballo

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Si Notre-Dame estuviese en Cuenca

La polémica que ha puesto en jaque la propia convivencia en la sociedad española comenzó, incluso, antes de que los bomberos pudieran sofocar el terrible incendio

Foto: Ramo de rosas frente a los restos de Notre-Dame. (Reuters)
Ramo de rosas frente a los restos de Notre-Dame. (Reuters)

El incendio de la catedral de Cuenca, ‘hija’ de la catedral de Notre-Dame, nunca será recordado en España por el trágico accidente que la ha devastado sino por la monumental polémica social y política que ha seguido y que, con diferencia, supera ampliamente el alcance del siniestro en sí mismo. A poco más de una semana de las elecciones generales de finales de abril, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) ha elaborado un informe en el que insta al Gobierno a tomar medidas de forma inmediata para cortar la crispación creciente de las calles.

“De mantenerse la actual espiral de acusaciones y la propagación de falsas inculpaciones, no sería aconsejable celebrar unas elecciones generales en España”, dice el informe en sus conclusiones. Ni el presidente del Gobierno ni el ministro del Interior han querido comentar el informe de inteligencia ni la posibilidad de aplazar las elecciones; ambos se han limitado a contestar que “lo que estamos viviendo no es un 11-M, como dicen algunos. Nuestra obligación es garantizar la celebración de unas elecciones libres”.

Foto: Pedro Sánchez, en un acto del PSOE en Vigo. (EFE)

La polémica que ha puesto en jaque la propia convivencia en la sociedad española comenzó, incluso, antes de que los bomberos pudieran sofocar el terrible incendio que se declaró el pasado lunes en la ‘Notre-Dame española’, al parecer por un hecho fortuito durante las obras de restauración que se estaban acometiendo en la techumbre. Ni siquiera la confirmación de que, dentro de la tragedia, se han salvado las principales obras de arte y que la estructura ha resistido y podrá ser restaurada, ha frenado la controversia, exponencial como las llamas que arrasaron la cubierta de madera de la catedral.

La primera polémica que surgió tuvo como protagonistas a algunos agitadores habituales de redes sociales que manejan la provocación con maestría, la única maestría que se les puede atribuir. Ambos aprovecharon la tragedia para un ajuste de cuentas con sus propias obsesiones. “Manda huevos que se caiga Notre-Dame y sigan en pie los Puentes de Calatrava”, dijo uno de ellos. Al poco, el segundo le calcó la 'boutade': “Pudiéndose haber quemado la Almudena, va y se quema Notre-Dame”. Uno y otro consiguieron la notoriedad que pretendían, con miles de reproducciones en las redes sociales, pero solo se trataba del principio, la puerta abierta a un despropósito mayor.

La primera polémica que surgió tuvo como protagonistas a algunos agitadores habituales de que manejan la provocación con maestría

Las fuerzas políticas que se encuentran en campaña electoral pronto comenzaron a incluir en sus discursos lo sucedido, trasladándose de unas a otras la ‘responsabilidad política’ del incendio, aunque nada de ello tuviera sustento real alguno. La inexistencia de una póliza de seguros centró las críticas hacia la Iglesia, a pesar de que no existe duda alguna sobre la financiación de la restauración. La oleada de solidaridad que se levantó en todo el mundo en forma de donaciones millonarias para devolverle a la catedral su esplendor se convirtió en España en críticas feroces hacia la Iglesia, sobre todo por parte de los grupos extremistas que ya habían rescatado de los peores tiempos de la historia de España lemas como el de que “la iglesia que más ilumina es la iglesia que arde”.

Diversos portavoces políticos exigieron al Gobierno que se comprometiera a no financiar con dinero público las obras. “Ni un céntimo para la Iglesia”, proclamaron. “La Iglesia debe pedir perdón por siglos de abusos y vampirismo del Estado”. El incendio ha servido, además, para que varios partidos políticos hayan resucitado una antigua controversia sobre los bienes de la Iglesia, amparados por una norma franquista, la Ley Hipotecaria de 1944, que permitió la inmatriculación. “Es urgente que se clarifiquen los bienes ocultos de la Iglesia y que se devuelva al Estado aquello que pertenece a todos los ciudadanos”.

Foto: Trabajos en Notre Dame. (Reuters)

La peor barbaridad salió de la cuenta de una activista del feminismo radical y también se convirtió en viral: “Cuando decís que Notre-Dame es patrimonio de la Humanidad... ¿De qué humanidad habláis? ¿De los hombres blancos y heteros que la mandaron hacer y para quienes se hizo? Ningún negro o asiático o LGTBI ha podido sentir entre estos muros más que el peso de una tradición asesina”.

Entre las fuerzas de derecha, la utilización de la catástrofe no fue menor. Desde las primeras horas del incendio, se comenzó a propagar el rumor de un posible atentado islamista. Ni el desmentido de los investigadores o de los bomberos que intervinieron en el encierro pudo mitigar la difusión del bulo islamista. Algunos periódicos sensacionalistas publicaron con grandes titulares que el incendio se debía a “terrorismo anticristiano” y añadían, sin sustentarlo con prueba alguna, que “las autoridades están ocultando el verdadero origen del incendio”.

Algunos periódicos sensacionalistas publicaron con grandes titulares que el incendio se debía a “terrorismo anticristiano” y que “las autoridades están ocultando el verdadero origen del incendio”

Incluso llegó a difundirse como noticia la aparición de bidones de gasolina y documentos en árabe junto a la catedral. La teoría de la conspiración se alimentó, además, con la difusión de una extraña fotografía en la que aparecía una silueta, un hombre con chilaba, junto a las llamas, que ha sido interpretada como la foto del pirómano. El montaje fue adoptado por muchos como real a pesar de que era imposible, físicamente imposible, que una persona estuviese junto a las llamas sin que hubiese sucumbido de forma inmediata.

[Ficción imaginada de la polémica previsible que se hubiera desatado en España a partir de reacciones que, de hecho, se han producido tras el terrible incendio de Notre-Dame en París]

El incendio de la catedral de Cuenca, ‘hija’ de la catedral de Notre-Dame, nunca será recordado en España por el trágico accidente que la ha devastado sino por la monumental polémica social y política que ha seguido y que, con diferencia, supera ampliamente el alcance del siniestro en sí mismo. A poco más de una semana de las elecciones generales de finales de abril, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) ha elaborado un informe en el que insta al Gobierno a tomar medidas de forma inmediata para cortar la crispación creciente de las calles.

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