Matacán
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Amancio Ortega, ética desde Galapagar
Si las donaciones de Amancio Ortega fueran para viviendas sociales en vez de para la Sanidad pública, Pablo Iglesias haría la misma crítica desde su chalé de Galapagar
La caridad siempre será preferible a la demagogia. De modo que si lo que le reprochan a Amancio Ortega es eso, que sepan quienes lo censuran que la ofensa no es la caridad, sino la demagogia incendiaria y miserable que practican, sin que nadie alcance a comprender qué se persigue con esas críticas. Y como este absurdo es el que más desconcierta de esta cínica polémica, el no saber por qué, habrá que pensar que existe una ‘ética política’ propia para los dirigentes de Podemos que la protagonizan cada año, adquiriendo notoriedad de la provocación y el escándalo. La ‘ética de Galapagar’, podríamos llamarla, que consiste en contemplar la realidad desde una situación privilegiada y diletante, alejada de toda realidad, consagrada a los conceptos más banales, a los estereotipos más elementales, de una ideología.
Si las donaciones de Amancio Ortega fueran para viviendas sociales en vez de para la Sanidad pública, Pablo Iglesias haría la misma crítica desde su chalé de Galapagar: “El sector público no puede aceptar donaciones de Amancio Ortega porque una democracia digna no acepta limosnas de millonarios". Incluso se le puede imaginar con un megáfono o un micrófono, como estos días de mítines, subido a la garita de la Guardia Civil que vigila su chalé desde la acera, porque no quisieron dejarlos entrar en la propiedad.
Las donaciones de Amancio Ortega comenzaron en 2015 en Galicia, cuando los recortes presupuestarios ya hacían estragos en los servicios sociales, y luego se fueron extendiendo al resto de España. Fue la Sociedad Española de Radioterapia Oncológica la que alertó del envejecimiento de la tecnología hospitalaria para el tratamiento del cáncer en España y, después de una primera prueba en Galicia (con un Gobierno autonómico del PP) y una segunda prueba en Andalucía (con un Gobierno autonómico del PSOE), se decidió extender las donaciones a todo el país. El método de la donación también es conocido: “inmediatez, practicidad y transversalidad”. La misma lógica que Amancio Ortega aplica a sus negocios para que funcionen la traslada a las donaciones para que sean inmediatas, sin burocracias excesivas; eficaces, sin experimentos fallidos, y transversales, que sirvan para mejorar el conjunto de un tratamiento médico.
Por eso, cuando un hospital público solicita una de las máquinas de última generación para el tratamiento y la detección del cáncer, la Fundación Ortega se encarga de ir financiándolas, una a una, cuando se han instalado para garantizar la absoluta transparencia de todo el proceso. No intervienen más manos ni más expedientes. De la Fundación Ortega a los médicos que trabajan en esos hospitales públicos y a sus pacientes.
Se está acusando indirectamente de defraudador a quien jamás ha dejado de cumplir con sus obligaciones fiscales en España
La insólita censura de Podemos llega al extremo de afirmar que Amancio Ortega realiza estas donaciones para no pagar impuestos, con lo cual ya se pasa de la estulticia al insulto. Porque se está acusando indirectamente de defraudador a quien jamás ha dejado de cumplir con sus obligaciones fiscales en España y en todos los países del mundo en los que está presente Inditex. La crítica de Podemos se refiere siempre a un informe, elaborado y presentado por Los Verdes del Parlamento Europeo hace tres o cuatro años, según el cual el grupo de Amancio Ortega se ‘ahorra’ 600 millones de euros al año por diversas estrategias de ‘ingeniería financiera’. Inditex ya dijo entonces que el informe se sustentaba en datos y valoraciones erróneas, pero, incluso si fuera cierto, nada se podría oponer a quien desgrava impuestos dentro de los márgenes permitidos por la ley.
¿Y los supuestos 600 millones se los ahorra por las donaciones? En absoluto, pero siguen repitiendo la misma falsedad, año tras año, cada vez que una máquina de radioterapia llega a un hospital público español. Tan grosera y banal es la crítica, que lo único que tendrían que reparar es qué le supone a una fortuna que ronda los 60.000 millones de euros la cifra de unos cientos de millones al año. Menos sentido aún tiene la ‘advertencia’ de que la Sanidad pública “no puede depender” de donaciones privadas, como si una cosa llevase a la otra: a más donaciones, menos presupuesto público. Como dice el refranero castellano, es confundir el culo con las témporas, o aquel otro, más contundente e igual de castizo: qué tendrán que ver los cojones para comer trigo.
La izquierda teórica, displicente, de Podemos, la ‘izquierda de salón’ que representan, contraria a los intereses reales de aquellos a los que aspiran a representar, lleva su sectarismo hasta la racanería de las palabras. Una misma acción será calificada de ‘solidaridad’ si la protagoniza una persona de su entorno, y de ‘caridad’ si se le presumen ideas de derechas. Y por extensión, un rico jamás puede ser solidario; será caritativo, dadivoso y prepotente. Los encuentros “asociativos, combinados, enriquecidos y contrastados en los espacios de confluencia” que organiza Podemos no tendrán problemas para recibir el calificativo de solidarios, pero una donación multimillonaria y finalista para ayudar a enfermos de cáncer es una despreciable obra de caridad.
En fin… Que da pereza hasta rebatir estas incomprensibles polémicas si no fuera que uno siente la necesidad de hacerle llegar a Amancio Ortega una muestra clara de agradecimiento, que será compartida por la inmensa mayoría de los españoles. Una mujer adelantada a su tiempo, comprometida y luchadora, gallega como él, Concepción Arenal, dijo hace dos siglos que “la caridad es un deber; la elección de la forma, un derecho”. Pues eso.
La caridad siempre será preferible a la demagogia. De modo que si lo que le reprochan a Amancio Ortega es eso, que sepan quienes lo censuran que la ofensa no es la caridad, sino la demagogia incendiaria y miserable que practican, sin que nadie alcance a comprender qué se persigue con esas críticas. Y como este absurdo es el que más desconcierta de esta cínica polémica, el no saber por qué, habrá que pensar que existe una ‘ética política’ propia para los dirigentes de Podemos que la protagonizan cada año, adquiriendo notoriedad de la provocación y el escándalo. La ‘ética de Galapagar’, podríamos llamarla, que consiste en contemplar la realidad desde una situación privilegiada y diletante, alejada de toda realidad, consagrada a los conceptos más banales, a los estereotipos más elementales, de una ideología.