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El bueno de Juanmita, modelo del PP
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Javier Caraballo

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El bueno de Juanmita, modelo del PP

De los roces de las primarias, Casado y Moreno han pasado a la sintonía total. Tanto que el líder nacional ha fichado al asesor político que tuvo el PP - A en las elecciones en las que ganó

Foto: El líder del PP, Pablo Casado (i), abraza al del PP-A y presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE)
El líder del PP, Pablo Casado (i), abraza al del PP-A y presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE)

De las herencias recibidas por el Partido Popular de la hegemonía socialista andaluza, el nuevo presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, reniega de todas menos de una, que se la ha quedado: el perfil de político bonachón que hizo famoso a Manuel Chaves.

En los más de treinta y seis años que duró el gobierno ininterrumpido del PSOE en Andalucía, Chaves fue el presidente que estuvo más tiempo, diecinueve años seguidos, y el político socialista que, sin ser carismático, dotó de más estabilidad al socialismo andaluz y de más cohesión interna. El fenómeno es digno de estudio porque Chaves ni siquiera quería ser presidente de la Junta de Andalucía ni, por supuesto, había participado en la batalla política que le hizo ganar a los andaluces su autonomía de máximo nivel competencial. A Chaves lo mandaron a Andalucía, así, literalmente, y resignado, aceptó dejar el Consejo de Ministros, que es donde quería seguir estando.

Foto: Juan Manuel Moreno Bonilla, junto a Pablo Casado. (EFE)

Ni tenía carisma, ni liderazgo político entre los andaluces, ni le gustaba la autonomía, ni sabía hablar, por su famosa dislexia. Pues con esos condicionantes, con todas esas mermas, Manuel Chaves cohesionó al PSOE andaluz, incluso cuando se partió en dos en la guerra de los renovadores y los guerristas, de Felipe González y de Alfonso Guerra, y le ganó a la derecha todas las elecciones a las que se presentó, una detrás de otra. Por mucho que existan otros factores que influyeron en la hegemonía socialista, el perfil político de Chaves fue fundamental, como se pudo comprobar después cuando llegaron José Antonio Griñán y Susana Díaz. La clave de todo fue la personalidad política de Manuel Chaves, el político bonachón que parecía que nunca había roto un plato, conciliador y atento, que nunca levantaba la voz, que le caía bien a todo el mundo por su ecuanimidad, que hasta provocaba ternura cuando se subía a la tarima de un mitin y proclamaba su inocencia con golpes de pecho, “quién se va a creer que yo voy a montar una trama para 'delincuir'”.

Evidentemente, esa era la fachada política, aunque quienes lo conocen aseguran que no se trata de ninguna impostura, que el hombre es así con sus amigos. El caso es que ‘el bueno de Manolo’, que es como todos le conocían en Andalucía, le sirvió a la causa socialista más que todos los eslóganes electorales juntos y tapó completamente los muchos episodios de clientelismo y de sectarismo implacable de sus gobiernos. Cuando han llegado al Gobierno andaluz los del Partido Popular, junto con Ciudadanos, narran, casi a diario, los ‘episodios malditos’ de la herencia recibida por esos dos vicios del régimen socialista, clientelismo y sectarismo, pero por encima de esa melé sitúan siempre al presidente, Juanma Moreno.

El presidente andaluz no suele estar en las denuncias que realiza su partido y su gobierno contra el pasado socialista de Andalucía. ¿Casualidad o determinación? También quienes conocen a Juanma Moreno dicen lo mismo que los amigos de Chaves, que es un hombre amable, afable, buena persona, pero está claro que en política no existen ni las coincidencias ni los accidentes, todo suele ser fruto de estrategias y de apuñalamientos. La estrategia del Gobierno andaluz reproduce el esquema clásico de ‘poli bueno, poli malo’, en el que raras veces la ‘suciedad’ mancha las manos del líder. Elías Bendodo, ‘vicepresidente’ político del Gobierno, es, fundamentalmente, quien se encarga de ese trabajo de fontaneros, al igual que otros en la estructura el partido.

El presidente andaluz no suele estar en las denuncias que realiza su partido y su gobierno contra el pasado socialista de Andalucía

A Juanma Moreno rara vez se le verá en esas refriegas. Lo suyo es una llamada constante a la concordia, al gobierno para todos, sin exclusiones, sin sectarismo, a la Andalucía de los unos y de los otros. Si al nuevo presidente de la Junta de Andalucía le prohibieran palabras como “consenso”, “acuerdo” y “entre todos”, se quedaba sin discursos. Es como eso que dicen de Maná, el grupo mexicano, que, si se suprime la palabra “amor” de sus letras, se quedan sin canciones. Al ‘bueno de Juanmita’, como ya se oye decir en algunos círculos, le pasaría lo mismo que a Maná. Dicho lo cual, no es menos cierto que Juanma Moreno exhibe ese mismo carácter político desde que llegó a la presidencia del PP de Andalucía, enviado desde la calle Génova por Mariano Rajoy, quizá consciente de que si quería prosperar en esta comunidad tenía que borrar la imagen de ‘la derechona’ con la que se ha cebado tanto tiempo el PSOE.

Tanto es así que, en las primarias del PP, Juanma Moreno apoyó fervorosamente a Soraya Sáenz de Santamaría, su gran valedora, su referente, frente a Pablo Casado, y en el enfrentamiento había no solo diferencias políticas, sino diferencias ideológicas fundamentales. En plena campaña de esas primarias, Pablo Casado llegó a criticar abiertamente a Moreno Bonilla, aunque sin citarlo, cuando afirmó que uno de los problemas del PP de Andalucía era que intentaba imitar el modelo socialdemócrata de los socialistas andaluces. El hoy presidente de la Junta de Andalucía era la imagen del Partido Popular que había que cambiar radicalmente, el ‘marianismo’ que a muchos les parece la nada con sifón, derecha acomplejada.

Y en el PP, lo que dicen es que lo ocurrido en Andalucía es lo que hay que hacer. Lo dice Moreno ("España necesita las recetas del PP de Andalucía")

Hasta que, con el peor resultado del PP en Andalucía, Juanma Moreno consiguió la suma que buscaba y fue nombrado presidente de la Junta de Andalucía. De los roces de las primarias, Pablo Casado y Juanma Moreno han pasado a la sintonía total. Tanto que el presidente nacional de los populares ha fichado al asesor político que tuvo el PP en Andalucía en las elecciones en las que consiguió la presidencia. Ahora, lo que dicen en el PSOE es que Casado se ha llevado a su equipo a Aleix Sanmartín para repetir la estrategia y desmotivar al electorado socialista con juego sucio en las redes. Y en el PP, lo que dicen es que lo ocurrido en Andalucía es lo que hay que hacer. Lo dice Juanma Moreno (“España necesita las recetas del PP de Andalucía”) y lo remacha el propio Pablo Casado; “Eres el mejor presidente de la historia de la Junta de Andalucía. Un ejemplo… No me lo acabo de creer cuando lo digo”, como afirmó el otro día en Sevilla, en su primer mitin de campaña, con una mezcla de sorpresa oportunista y de ingenuidad inconsciente que en lo único que no repara es en la extraordinaria semejanza de ese liderazgo andaluz que parece heredado.

De las herencias recibidas por el Partido Popular de la hegemonía socialista andaluza, el nuevo presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, reniega de todas menos de una, que se la ha quedado: el perfil de político bonachón que hizo famoso a Manuel Chaves.

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