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Los irresponsables del 8-M
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Javier Caraballo

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Los irresponsables del 8-M

¿Tiene sentido ahora pensar en lo ocurrido hace siete días, el domingo pasado, el 8 de marzo, cuando las mujeres se echaron a las calles de toda España?

Foto: Begoña Gómez (d), esposa del presidente Pedro Sánchez, conversa con la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo (i), el 8-M. (EFE)
Begoña Gómez (d), esposa del presidente Pedro Sánchez, conversa con la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo (i), el 8-M. (EFE)

El tiempo se pisa los pies, su propia sombra lo adelanta. Los acontecimientos nos atropellan, nos dejan atrás, ese es el primer síntoma de esta pandemia de coronavirus, lo primero que hemos aprendido. El valor de las noticias es tan efímero que lo ocurrido hace unas horas deja de importar porque ya no cuenta, pertenece a un pasado superado; si en el periodismo ya existía la máxima implacable, demoledora, que recuerda a todos los periodistas que sus grandes exclusivas de hoy solo servirán para envolver el pescado de mañana en el mercado, esta plaga del coronavirus la ha superado como nunca había sucedido.

¿Tiene sentido ahora pensar en lo ocurrido hace siete días, el domingo pasado, el 8 de marzo, cuando las mujeres se echaron a la calle de toda España para conmemorar su día internacional? Si hoy miramos hacia atrás, todos nos podemos llevar las manos a la cabeza, sentir el vértigo de la inconsciencia, de lo que estaba por venir, de lo que sucedería tan solo una semana después. Nadie, nadie, podía haber pensado el 8 de marzo pasado que un domingo después todos estaríamos confinados en nuestras casas. Y fuera, en las calles, todo cerrado. Ni colegios, ni comercios, ni museos ni espectáculos: los bares chapados. Pero eso es lo que ha sucedido.

Si hacemos, por ejemplo, un repaso por las portadas de los periódicos del pasado 8-M, observaremos cómo la mayoría de los grandes titulares se dedicaron a las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, salvo algunas excepciones como este periódico, El Confidencial, que durante todo el día mantuvo como principal noticia la expansión del coronavirus en Italia. Es fácil de comprobar en la hemeroteca: “El virus congela el corazón de Europa: Italia aísla a 16 millones de personas”, se decía este medio. No era la tónica general, la mayoría de los periódicos dedicaron sus principales espacios a las manifestaciones del Día de la Mujer, ya fuera para criticarlas o para respaldarlas. Además de ese titular, en El Confidencial de hace una semana se destacaba la peculiaridad de lo que estaba sucediendo en Italia, la increíble sensación de cárcel general decretada en algunas zonas del país, algunas ciudades, que obligaba a los ciudadanos a perder, por primera vez, su libertad de movimiento, la libre circulación que recogen los derechos humanos: “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado”. Y pensar que un país entero sería privado de ese derecho…

Es verdad, las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, celebradas en toda España, suponen, una semana después, un escalofriante ejercicio de irresponsabilidad por parte del Gobierno. La sola imagen repetida, de la cabecera de la manifestación, con Begoña Gómez, la mujer del presidente del Gobierno, e Irene Montero, ministra de Igualdad, juntas tras la pancarta, la una al lado de la otra, ya lo dice todo. Una semana después, ante la peor crisis de sanitaria conocida en el mundo, el presidente y el vicepresidente del Gobierno están en cuarentena porque sus respectivas esposas se han contagiado de la pandemia. Sería interesante conocer, por cierto, cuándo, exactamente, se conoció el positivo de Begoña Gómez, porque lo único que ha trascendido es que fue sometida a pruebas durante la semana, al igual que el resto de personas del entorno del presidente del Gobierno.

Así fue la declaración de Pedro Sánchez

¿Se imagina alguien que, durante la semana, antes de que se reuniese el Consejo de Ministros para declarar el estado de alarma, se hubiese sabido que tanto el presidente como el vicepresidente del Gobierno estaban obligados a recluirse para guardar la cuarentena? Se ha censurado a Pablo Iglesias por acudir a la reunión, pero ¿y si en realidad la misma cuarentena la tenía que guardar el propio Pedro Sánchez? No se conocen los detalles precisos de lo ocurrido pero, desde luego, parece mucha casualidad que el positivo de la mujer del presidente del Gobierno se filtrase a la opinión pública justo después de la comparecencia, al cabo de un día completo de inexplicables disputas internas y aplazamientos, para anunciar las medidas adoptadas contra la pandemia. Y si todo ello tiene relevancia es, precisamente, porque se conecta con unas manifestaciones que nunca se debieron autorizar.

En todo caso, sentado lo anterior, cuando el tiempo se acelera, como ocurre con esta pandemia, no solo atropella al presidente y a sus ministros. Algunos ejemplos para ilustrarnos. El mismo 8 de marzo, se disputó en España con normalidad la Liga de Fútbol y en el estadio Benito Villamarín, por ejemplo, se disputó a últimas horas de la noche del domingo el encuentro entre el Real Betis Balompié y el Real Madrid, que reunió a casi 60 personas en el estadio, muchas de Madrid, horas antes de que comenzasen a declararse las primeras medidas de alerta ante las primeras evidencias de descontrol de los contagios.

Lo que nos está pasando con el coronavirus no nos había sucedido jamás: esta es la primera pandemia de la globalización

¿Y el Atlético de Madrid, no se desplazó con sus aficionados, tres días después, a jugar un partido a Liverpool? Hay periodistas españoles que hoy piden un ‘Gobierno de concentración’ —en realidad, no desaprovechan ocasión para proponer sibilinamente un ‘elefante blanco’, como en el 23-F— que aquellos días estaban preocupados por los excesos de la ley de Irene Montero o por la próxima reunión de la mesa de diálogo de Cataluña, sin atisbo alguno de inquietud por el coronavirus. Y Vox… Aquel mitin de 9.000 personas en Vistalegre en que los dirigentes de ese partido lanzaban consignas contra el peligro exterior y pedían el cierre de fronteras, sin saber que dos días más tarde serían sus propios dirigentes quienes darían positivo en los análisis. Hasta las declaraciones, envalentonadas, del alcalde de Sevilla hace solo unos días, diciendo que tendría que venir la OMS a suspender la Semana Santa, suenan hoy a burla.

¿Quiénes son los irresponsables del 8-M? Trascendamos del momento, sin olvidar lo ocurrido. Pero el tiempo nos atropella, se adelanta a sí mismo, y el riesgo que correríamos ahora es el de intentar ajustar cuentas por ese pasado inmediato y dejar que la sombra de ayer nos adelante. Trascendamos del momento, sin olvidar lo ocurrido. Lo que nos está pasando con el coronavirus no nos había sucedido jamás: esta es la primera pandemia de la globalización. Seamos indulgentes con nosotros mismos y, por los menos, tratemos de avanzar sin enfangarnos en charcos de miseria y de intereses paticortos.

El tiempo se pisa los pies, su propia sombra lo adelanta. Los acontecimientos nos atropellan, nos dejan atrás, ese es el primer síntoma de esta pandemia de coronavirus, lo primero que hemos aprendido. El valor de las noticias es tan efímero que lo ocurrido hace unas horas deja de importar porque ya no cuenta, pertenece a un pasado superado; si en el periodismo ya existía la máxima implacable, demoledora, que recuerda a todos los periodistas que sus grandes exclusivas de hoy solo servirán para envolver el pescado de mañana en el mercado, esta plaga del coronavirus la ha superado como nunca había sucedido.