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Pablo Alborán no es mariquita
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Javier Caraballo

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Pablo Alborán no es mariquita

La persona y el cantante solo representan aquí el dedo que señala la luna; el hombre y el artista se han expuesto para mostrarnos que algo sigue sin funcionar bien entre nosotros como sociedad

Foto: Pablo Alborán durante su actuación en el festival de Viña del Mar. (EFE)
Pablo Alborán durante su actuación en el festival de Viña del Mar. (EFE)

Dices, tú que eres cantante y artista como él, tú que eres periodista, joven y andaluz, también como él, que no entiendes a qué viene eso de que Pablo Alborán haga un vídeo para decir que es homosexual. "¡A quién le importa que sea mariquita!".

Luego, los dos, como tantos otros, lo habéis rematado con eso de que, en los tiempos que vivimos, lo difícil es ser heterosexual, no gay o lesbiana. "Mamá, tengo que contarte algo, porque ya no puedo esconderlo más, no puedo seguir viviendo así, mamá, quiero confesarte que soy hetero, que me gustan las mujeres, sabía que tú me entenderías, mamá".

Unas risotadas y una insinuación grosera y casposa, esa zafiedad de bilis y de odios contra los homosexuales, que tantas veces lo que esconde son represiones inconscientes, pasiones que pudren por dentro al homófobo. Por eso he detenido la conversación, para que no sigas por ahí, porque ya veo que no has entendido nada; una vez más no has entendido nada.

Foto: Pablo Alborán. (EFE)

Solo tenías que preguntarte por qué un artista acude a las redes sociales a exponer una parte de su intimidad y qué representa ese acto en la sociedad en que vivimos. La persona, Pablo Moreno Ferrándiz, yel cantante, Pablo Alborán, solo representan aquí el dedo que señala la luna; el hombre y el artista se han expuesto para mostrarnos que algo sigue sin funcionar bien entre nosotros como sociedad, que algo tan elemental como el sexo, las preferencias sexuales, sigue estigmatizando a mucha gente, reprimiéndola, humillándola. Lo extraordinario, lo relevante de todo esto, es que sigan existiendo los armarios. Entiéndelo, piénsalo, cómo es posible que todavía haya gente que salga del armario cuando se asfixia, cuando se harta de estar escondida.

Existen los armarios, sí, en contra de lo que decís, existen y la prueba más evidente es el desprecio de algunas expresiones, la exclusión que conllevan. Sabes perfectamente que nada me parece más disparatado y ridículo que el lenguaje de género y la corrección política, esa nueva moral que constriñe las libertades y censura hasta los pensamientos. Pero no se trata de eso. En algunos casos, convendremos todos en que hay expresiones antiguas como la de ser "de la acera de enfrente" que no precisan de más análisis, porque directamente envían al homosexual a otra parte; aquí, en esta acera, la gente normal, y allí, en la otra acera, los homosexuales.

placeholder Alborán, en su videoconfesión.
Alborán, en su videoconfesión.

No parece que necesite que le demos más vueltas, ¿verdad?, porque hasta tú, si lo miras así, no querrás verte nunca en una sociedad que te saca del grupo y te coloca al margen. Sucede igual con eso otro de "¡a quién le importa que sea mariquita!", pero no por la expresión en sí, sino por la generalización: cuando a todos los hombres homosexuales se les llama 'mariquitas' no se les quiere calificar, sino despreciar.

'Mariquita' como burla, como mofa, como carcajada. Quizá puedas decir, ¿es que acaso no conoces a ningún homosexual que se llama a sí mismo mariquita, que se comporta como 'un mariquita'? ¿Dónde está el insulto? Justo ahí, en la catalogación de todos bajo una misma expresión; que ya en sí misma es peyorativa; de nuevo nos encontramos igual, que cada cual puede tener que vivir su sexualidad y su personalidad del modo que elija sin tener que estar sometido a la catalogación, a las etiquetas, mucho menos a la burla o al desprecio.

Quienes viven su sexualidad de esa forma afeminada con la que se identifica a los mariquitas, merecen la misma consideración que usted, que yo, porque es su elección. Pero como todos los homosexuales no son iguales en su comportamiento, ese término para englobarlos a todos se convierte en una descalificación, en un insulto denigrante, por lo dicho antes, el uso peyorativo.

Pablo Alborán es homosexual, pero no es mariquita. A Federico García Lorca le ocurrió lo mismo y se dio cuenta en Nueva York, que la identificación de la homosexualidad masculina con los mariquitas, a la que él mismo tanto había contribuido, es una reducción perniciosa e insultante de la homosexualidad. Por eso escribió su 'Oda a Walt Whitman', en la que deja claro que no ataca al "niño que escribe nombre de niña en su almohada" ni a "los hombres de mirada verde que aman al hombre y queman sus labios en silencio", sino contra el estereotipo de los homosexuales que representan los mariquitas: "Contra vosotros siempre / Faeries de Norteamérica / Pájaros de la Habana / Jotos de Méjico / Sarasas de Cádiz / Ápios de Sevilla / Cancos de Madrid / Floras de Alicante / Adelaidas de Portugal / ¡Maricas de todo el mundo / asesinos de palomas!".

Foto: Lorca y Julián, en 'El Ministerio del Tiempo'. (TVE)

Te lo repetiré una vez más. Piensa en el hecho, no en la anécdota, repara en el significado no en el chiste, aléjate del morbo y del cotilleo. Reflexiona en el único hecho conmovedor, que haya gente metida en los armarios porque, a pesar de todos los avances que se han conseguido en los últimos años, todavía existe una realidad que se sigue manifestando en gestos como el de Pablo Alborán, hombres y mujeres que se liberan cuando desvelan algo que mantenían oculto, desde niños, desde niñas, y que no han elegido ellos, porque nadie le pone gafas al amor, ni anteojeras a la pasión.

Así que no me vengas con chistes. Ni te escudes tampoco en que los gais y las lesbianas salen en cabalgata por las calles de Madrid, que ya nadie tiene que esconderse, porque, otra vez más, te pido que te pares a pensar un momento en la trascendencia social de ese vídeo de dos, el hombre Pablo Moreno Ferrándiz y el artista Pablo Alborán, adorable, sencillo, sensacional. Aquel, como tantos otros, que ha tenido que salir de un armario para conseguir lo que todos perseguimos en esta vida, "ser un poquito más feliz de lo que ya era".

Así que un respeto para Pablo, el hombre y el artista. Porque es el mismo respeto que se extiende a todo ser humano que tiene el derecho a vivir su goce como le plaza.

Dices, tú que eres cantante y artista como él, tú que eres periodista, joven y andaluz, también como él, que no entiendes a qué viene eso de que Pablo Alborán haga un vídeo para decir que es homosexual. "¡A quién le importa que sea mariquita!".

Noadex Federico García Lorca