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Claves ocultas del contagio en España
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Javier Caraballo

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Claves ocultas del contagio en España

La mala respuesta española ante el virus puede estar relacionada también con la construcción de un modelo territorial ineficiente para luchar contra una pandemia como esta

Foto: Sanitarios encargados de la unidad "Kid Covid" entran en las instalaciones de la misma en Palma de Mallorca este lunes. (EFE)
Sanitarios encargados de la unidad "Kid Covid" entran en las instalaciones de la misma en Palma de Mallorca este lunes. (EFE)
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Nos contaminamos más porque somos más débiles como sociedad y porque, políticamente, somos más ineficaces como Estado. Las claves ocultas del mayor número de contagios en España tienen que estar ahí, en intangibles como la economía sumergida o la mísera precariedad laboral de la juventud española, antes que en aquello que vemos, las mascarillas, las distancias de seguridad o el cierre de los bares; todo eso influye, por supuesto, pero nada de ello explica por sí mismo el elevadísimo porcentaje de contagio del coronavirus que existen en España.

Para eso no hay explicación oficial, no la ha habido nunca, y, por lo que estamos viendo, no parece que sea del interés de la clase dirigente española conocer realmente qué ha sucedido y qué está sucediendo. Entre otras cosas, porque la mala respuesta española ante el virus puede estar relacionada también con la construcción de un modelo territorial ineficiente para luchar contra una pandemia como esta por la dispersión del sistema sanitario y la inexistencia de estructuras de Estado, legales, políticas y administrativas.

¿Cómo es posible que el virus se siga expandiendo igual, seis meses después?

La cuestión es que desbordamos la estadística de contagios en todas las medias europeas durante la primera oleada del coronavirus; luego llegó el verano y, sin haberse aplacado del todo la primera embestida, llegó la segunda ola de rebrotes a España; y ahora, con el otoño, la vuelta al trabajo y los colegios, ya estamos inmersos plenamente en esta tercera oleada que, según algunos responsables sanitarios, es tan agresiva como la primera, la que nos llevó al confinamiento de marzo y a unas cifras de mortalidad que solo el paso de los años contemplaremos como una hecatombe social. ¿Cómo es posible que el virus se siga expandiendo igual, seis meses después, con los protocolos de seguridad e higiene que se aplican en todas partes y los medios sanitarios, mascarillas, geles, test, que ahora abundan y antes escaseaban? Repasemos algunos intangibles.

La pregunta, casi desde el principio de ese desastre, se la vienen haciendo científicos españoles y en varias ocasiones la han planteado formalmente sin que, hasta ahora, hayan conseguido que se les preste la atención debida. Nada más ver la singular penetración del covid19 en España, los científicos solicitaron que, en todos los niveles, se realizaran auditorías técnicas “para entender qué ha pasado, cómo y por qué”. Algunos de esos científicos pasaron luego por la Comisión de Reconstrucción del Congreso, volvieron a repetirlo “y ninguno de los grandes partidos ha recogido el guante de plantear una evaluación independiente sobre la gestión de la pandemia”, según afirmaban las crónicas de entonces.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en rueda de prensa en el Palacio de La Moncloa. (EFE)

Curioso, ningún partido, ni de gobierno ni de oposición, consideraba, al menos, relevante, lo que decían los científicos. Pasaron las semanas y, en varias ocasiones, grupos de científicos han publicado cartas en la revista médica ‘The Lancet’ exigiendo lo mismo, una auditoria independiente, y señalando el caos de los datos en España, “insuficientes para comprender las dinámicas del covid-19 y actuar”. Ese recelo, tan extrañamente generalizado entre todos los partidos, se explica por el interés de la clase política española por mantener una estrategia de confrontación, una polvareda que tapa las responsabilidades compartidas que puedan tener gobiernos de distinto signo político. Por ejemplo, en el colapso de la Atención Primaria en todas partes. Mejor el revuelo permanente que una auditoría independiente que destape las carencias del modelo territorial. No se trata de cuestionar las autonomías ni, mucho menos, de añorar un modelo de Estado centralista; la cuestión radica en el reconocimiento de que, en materias como la sanidad, o la educación, la descentralización se ha realizado pensando más en el poder político de las autonomías que en la prestación de un mejor servicio público a los ciudadanos.

Además de los defectos y carencias en el modelo de Estado para hacer frente de forma conjunta a una pandemia mundial, la sociedad española presenta algunas diferencias con los países desarrollados equivalentes al nuestro que, de la misma forma, pueden estar en las explicaciones de lo que está ocurriendo. Necesariamente, la economía sumergida y la precariedad laboral de la juventud española tiene que influir negativamente en el numero de contagios.

Foto: Restaurante en Santiago de Compostela

No parece descabellado pensar que en ecuaciones simples sobre lo que supone, por ejemplo, la economía sumergida: a mayor trabajo oculto, menos medidas de protección y menos bajas laborales con los primeros síntomas de contagio. ¿Cómo se le va a pedir al trabajador que vive al día, que carece de prestaciones sociales y de seguros médicos, que se confine voluntariamente cuando detecte algunos síntomas de la enfermedad? Recordemos que la economía sumergida en España duplica a la media europea, casi el 25 por ciento del Producto Interior Bruto, entre 85.000 y 90.000 millones de euros de ‘dinero oculto’, según la asociación de técnicos del Ministerio de Hacienda, Gestha. Igual ocurre con la precariedad de la juventud española, que se extiende desde el fracaso escolar a los índices de desempleo desorbitados. Ese cuadro juvenil de fragilidad y de pobreza ya existía al principio del nuevo siglo, pero la confluencia fatal de dos crisis consecutivas, la financiera de 2007 y la sanitaria de 2020, lo ha empeorado severamente.

¿Podemos pensar que si en España, la mayoría de los jóvenes vive con sus padres hasta bien entrados los 30, el riesgo de contagio se ha multiplicado entre las personas mayores? ¿Puede ser esa una de las causas de la proliferación de brotes de contagio en los núcleos familiares? En fin, que otra vez estamos con un estado de alarma decretado en toda España, y que, de nuevo, volveremos a las recetas tradicionales de confinamientos y restricciones sin que acabemos de explicarnos cómo es posible que en España todas esas medidas no tengan el mismo efecto que en nuestro entorno. Y no hay más explicación que las claves ocultas que no se quieren explorar.

Nos contaminamos más porque somos más débiles como sociedad y porque, políticamente, somos más ineficaces como Estado. Las claves ocultas del mayor número de contagios en España tienen que estar ahí, en intangibles como la economía sumergida o la mísera precariedad laboral de la juventud española, antes que en aquello que vemos, las mascarillas, las distancias de seguridad o el cierre de los bares; todo eso influye, por supuesto, pero nada de ello explica por sí mismo el elevadísimo porcentaje de contagio del coronavirus que existen en España.