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Ciudadanos va a explotar
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Javier Caraballo

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Ciudadanos va a explotar

Lo relevante de la reunión no era la guerra interna que mantienen desde hace meses los dirigentes andaluces de Ciudadanos, sino las personas que estaban sentadas en la mesa

Foto: La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (Reuters)
La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (Reuters)

"Ciudadanos va a explotar". Minutos antes habían estado reunidos, discretamente, nada de publicidad al encuentro, y a la salida, se miraron sin necesidad de debatir nada. "Ciudadanos va a explotar", se repitieron después de oír en la boca de aquel alto representante de la formación naranja los detalles más recónditos de la crisis del partido de Inés Arrimadas en Andalucía, cuya amenaza exponencial va mucho más lejos de esta comunidad autónoma. Pero lo relevante de aquella reunión discreta no era la guerra interna que mantienen desde hace meses los dirigentes andaluces de Ciudadanos, sino las personas que estaban sentadas en la mesa, Susana Díaz, líder de los socialistas andaluces, y Fran Hervías, al que algunos en su formación conocen como 'el lobo', en justa correspondencia a su trayectoria de gran fontanero de Ciudadanos, el hombre que se encargó de moldear la infraestructura cuando este partido comenzó a subir como la espuma. Fue 'brazo derecho' de Albert Rivera y, tras la debacle de las ultimas elecciones generales, ha sabido alinearse con la nueva presidenta Arrimadas para apoyarla en su decisión de sacar a Ciudadanos de la foto de las derechas, aquella imagen de la Plaza de Colón, y devolverlo al centro político en el que el entendimiento es factible tanto hacia el Partido Popular como hacia el Partido Socialista. Crisis interna y cambio de rumbo ideológico… No hacen falta más datos para entender el enorme interés de los socialistas andaluces por ese encuentro en el que pudieron certificar que Ciudadanos, en Andalucía, puede estallar en cualquier momento.

Conviene recordar, siquiera someramente, que fue en Andalucía, tras las elecciones de noviembre de 2018, donde se inauguró la 'experiencia' piloto de un gobierno de coalición entre el PP y Ciudadanos, sustentado en el Parlamento por los diputados de extrema derecha de Vox, que le aportan los escaños que les falta para alcanzar la mayoría absoluta. La 'formula andaluza', como se la conoció entonces, suponía una gran novedad política en España porque rompía con la enorme limitación de los populares hasta entonces, supeditados a tener que obtener mayorías absolutas para gobernar en la inmensa mayoría de las instituciones mientras que los socialistas siempre encontraban posibles aliados en la izquierda y en muchos nacionalismos. Con la 'formula andaluza', el Partido Popular rompió con esa inercia de la manera más sonada: tras uno de los peores resultados de su historia en esta comunidad, y aun habiendo perdido las elecciones autonómicas, se hizo con la presidencia de la Junta de Andalucía y acabó con la larguísima hegemonía de los socialistas en esta tierra. Por esa trascendencia política, y ante la radicalización del Gobierno de Pedro Sánchez, Albert Rivera se decidió a apostarlo todo a la misma carta, gobiernos de centro derecha por toda España, confiado en que las elecciones generales también le darían la oportunidad de arrebatarle el poder a los socialistas. Lo que ocurrió no es necesario repetirlo: el proyecto naufragó y Ciudadanos perdió el electorado de centro izquierda, se vació por la derecha, y se precipitó a una derrota electoral de época. Adiós, Albert Rivera, adiós…

Foto: Albert Rivera. (Reuters)

Como suele ocurrir en política, la recomposición del proyecto ideológico de centro que ha emprendido Inés Arrimadas encuentra los mayores rivales entre los suyos, empezando por Rivera, que no disimula su crudo desapego con su sucesora: "Veo todo lo que pasa y digo, ay por dios, menos mal que dimití… Uno puede ser flexible, laxo, tener cintura, pero hay que tener dignidad". Esas declaraciones las hizo Rivera en la ronda nacional que desplegó en otoño para presentarse en sociedad en su nueva faceta de imagen de un bufete de abogados y escritor. Cuando llegó a Andalucía, quien se sentó a su lado fue, precisamente, el vicepresidente de la Junta de Andalucía y líder andaluz de Ciudadanos, Juan Marín, y allí, entre los dos, volvieron a alejarse un poco más de Inés Arrimadas. Marín se aventuró a decir que en las próximas elecciones andaluzas hasta podrían concurrir con el PP en una coalición electoral y, al instante, Inés Arrimadas se vio obligada a desmentirlo. En otras muchas ocasiones anteriores, la rivalidad entre ambos había podido deducirse de algunos cambios internos, relevos, ceses y nombramientos que se explicaban por los ajustes de cuentas propios de las luchas de poder, pero en esta ocasión de lo que se trataba era de clarificar el proyecto de Ciudadanos en Andalucía para el futuro. Dicho de otra forma, que Ciudadanos no va a acudir a unas nuevas elecciones andaluzas como si su compromiso de gobierno con el Partido Popular fuera eterno.

Inés Arrimadas está satisfecha del acuerdo andaluz, de cómo funciona el Gobierno de Andalucía y de la necesidad que existía de romper la hegemonía socialista gravemente dañada por escándalos como el fraude de los ERE, pero no va a atarse con el PP, como si fueran caras de la misma moneda. La 'formula andaluza' funcionó, sirvió de modelo para otras instituciones, pero ahora, dos años después, también presenta grandes dudas para Ciudadanos. En Andalucía, por ejemplo, los sondeos muestran un deterioro implacable de Ciudadanos. La irrelevancia de su líder, Juan Marín, a efectos de popularidad y de valoración, no la soluciona ni su incansable dedicación a la vicepresidencia, en la que aglutina algunas parcelas relevantes como la de Turismo, ni el 'mimo' con el que el Partido Popular lo trata en el seno del Gobierno andaluz, conscientes de que la solidez de Ciudadanos es fundamental para repetir al frente del Gobierno andaluz sin tener que depender, en exclusiva, de Vox. Pero encuesta tras encuesta, Ciudadanos sigue bajando mientras que Vox suma más escaños. Y semana tras semana, los enfrentamientos internos son cada vez más agrios, más descarados. Si Ciudadanos acaba explotando, la 'fórmula andaluza' habrá acabado. Y el PSOE andaluz ya ha tomado nota.

"Ciudadanos va a explotar". Minutos antes habían estado reunidos, discretamente, nada de publicidad al encuentro, y a la salida, se miraron sin necesidad de debatir nada. "Ciudadanos va a explotar", se repitieron después de oír en la boca de aquel alto representante de la formación naranja los detalles más recónditos de la crisis del partido de Inés Arrimadas en Andalucía, cuya amenaza exponencial va mucho más lejos de esta comunidad autónoma. Pero lo relevante de aquella reunión discreta no era la guerra interna que mantienen desde hace meses los dirigentes andaluces de Ciudadanos, sino las personas que estaban sentadas en la mesa, Susana Díaz, líder de los socialistas andaluces, y Fran Hervías, al que algunos en su formación conocen como 'el lobo', en justa correspondencia a su trayectoria de gran fontanero de Ciudadanos, el hombre que se encargó de moldear la infraestructura cuando este partido comenzó a subir como la espuma. Fue 'brazo derecho' de Albert Rivera y, tras la debacle de las ultimas elecciones generales, ha sabido alinearse con la nueva presidenta Arrimadas para apoyarla en su decisión de sacar a Ciudadanos de la foto de las derechas, aquella imagen de la Plaza de Colón, y devolverlo al centro político en el que el entendimiento es factible tanto hacia el Partido Popular como hacia el Partido Socialista. Crisis interna y cambio de rumbo ideológico… No hacen falta más datos para entender el enorme interés de los socialistas andaluces por ese encuentro en el que pudieron certificar que Ciudadanos, en Andalucía, puede estallar en cualquier momento.

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