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Andalucía y Valencia, un ‘frente antiprivilegios’
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Javier Caraballo

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Andalucía y Valencia, un ‘frente antiprivilegios’

“Si los españoles aspiran a que catalanes y vascos sigan siendo parte del Estado español, tendrán que crear las condiciones para que haya una ‘cláusula de comodidad’ para que podamos compartir un Estado"

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Cuando se tuvieron las primeras noticias, casi nadie apostaba por que pudiera prosperar una alianza política entre dos autonomías gobernadas por dos partidos políticos que, cada cual en su trinchera, desprecian a diario cualquier acuerdo, incluso si se trata de un ‘pacto de Estado’. ¿Cómo iban ni siquiera a sentarse a dialogar un presidente, como el andaluz Juanma Moreno, del Partido Popular, con el socialista valenciano Ximo Puig si, además de todo, los dos se apoyan para gobernar en la extrema derecha y en la extrema izquierda? Sucedió, además, que cuando el presidente de la Comunidad Valenciana lanzó al aire la propuesta, acababa de estrenarse el mes de marzo de 2020, el año funesto, y la pandemia y el confinamiento que vinieron después borraron toda la actualidad y convirtieron en cenizas los debates de entonces.

Pero ha transcurrido un año y medio, y los dos presidentes no solo han avanzado en las negociaciones de su ‘frente común’ contra los privilegios en el sistema de financiación autonómica, sino que otras autonomías ya han manifestado que quieren sumarse también. En septiembre próximo, nada más comenzar el nuevo curso político, Juanma Moreno y Ximo Puig se citarán públicamente en Sevilla y se estrecharán la mano, sin importarles lo que a sus respectivos partidos, el PP y el PSOE, les pueda interesar estratégicamente en ese momento en el Congreso de los Diputados.

Foto: Ximo Puig, en su intervención en los desayunos de Europa Press.

No es cuestión de ideología, sino de justicia”, dijo el portavoz del Gobierno andaluz hace unos días, después de que los consejeros de Hacienda de las dos autonomías, Juan Bravo (Andalucía) y Vicent Soler (Valencia), se reunieran para preparar el encuentro de septiembre. No quieren llamarlo ‘frente’, prefieren hablar de un ‘eje Andalucía-Valencia’, pero ambos saben que se trata de un ‘frente’. Un ‘frente común’ en el momento extraordinario en que el independentismo catalán pretende rentabilizar su deslealtad con una mejor financiación, una financiación distinta y diferenciada del resto, como ya ocurre con el nacionalismo vasco, por eso el PNV los respalda en sus demandas.

Ya lo dijo Andoni Ortuzar, el presidente del PNV, con todo el desahogo cínico que emplean los nacionalistas al hablar de su relación con España: “Si los españoles aspiran a que catalanes y vascos sigan siendo parte del Estado español, tendrán que crear las condiciones para que haya una ‘cláusula de comodidad’ para que podamos compartir un Estado; no vamos a compartir nunca una nación, pero sí un modelo de Estado”. Contra esas ‘cláusulas de comodidad’, contra el concepto mismo de prebendas para unas autonomías a costa de recortes en las demás, surge esta ‘frente antiprivilegios’ que plantean Andalucía y Valencia.

Las dos regiones están muy por debajo de la media española en la financiación autonómica por habitante

El aval de legitimidad de esa alianza es doble, por un lado, el peso político en España y, por otro, la simple constatación de que Valencia y Andalucía, junto con Murcia, son las comunidades autónomas peor financiadas, muy por debajo de la media nacional. Siempre, claro, dentro del régimen común, lo que excluye al País Vasco y a Navarra, que mantienen el privilegio de una financiación a la carta con la excusa de los derechos forales, medievales. El peso político del ‘frente antiprivilegios’ no se lo concede solo el hecho de que, en el caso de Andalucía, se trate de una de las comunidades que tienen un mayor nivel competencial, junto con Galicia, Cataluña y País Vasco, sino que se trata de la autonomía más poblada de España, con casi ocho millones y medio de habitantes, y es la tercera autonomía en volumen de producto interior bruto (PIB). Valencia, por su parte, es, con cinco millones de habitantes, la comunidad autónoma más poblada que gobierna el PSOE y la de mayor peso económico, la cuarta comunidad de España por volumen de PIB.

Sin embargo, como se pone de manifiesto en el informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, las dos regiones están muy por debajo de la media española en la financiación autonómica por habitante. “Andalucía no quiere más que nadie, pero nunca vamos a tolerar estar por debajo de nadie. Nos merecemos estar bien financiados, porque no somos menos que catalanes, vascos y madrileños”, sostiene el presidente de la Junta de Andalucía. “Es una buena noticia —añade el presidente de Valencia— que dos autonomías con el mayor peso poblacional seamos capaces de trabajar juntas para aportar una solución que garantice la igualdad de todos los españoles. Siempre he dicho que represento a todos los valencianos, no a un partido”.

El covid despeja la mentalidad de los gobernantes cuando se enfrentan a los problemas por encima de los intereses de sus partidos

La pandemia, con la dramática realidad de carencias sanitarias que llegó hasta la angustia y la estela de necesidades sociales que quedan por satisfacer, ha despejado la mentalidad de muchos gobernantes cuando se enfrentan a los problemas reales y deciden encararlos por encima de los intereses concretos de sus partidos políticos. Esta máxima, que es una excepción en España, está en la esencia del ‘frente común’ que plantean Andalucía y Valencia, aunque también resulta determinante el carácter político de los dos presidentes, Juanma Moreno y Ximo Puig, alejados casi siempre de los focos de tensión por polémicas de política nacional en las que sí se enfrascan otros líderes autonómicos del Partido Socialista y del Partido Popular.

En septiembre, aún sin fecha cerrada, ambos tienen previsto reunirse en Sevilla, en el Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. En el mismo mes, y quizás en los mismos días, en el Palau de la Generalitat, en Barcelona, se reunirá la llamada ‘mesa de diálogo’ entre el Gobierno de España y el catalán, socialistas e independentistas. Si pensamos mentalmente en esas dos fotos simultáneas, podremos hacernos una idea precisa del otoño de equilibrios imposibles que se avecina en la política española. Porque las dos mesas no parecen compatibles entre sí. Y el presidente Pedro Sánchez es quien tiene que contentar o rechazar a una de las dos.

Cuando se tuvieron las primeras noticias, casi nadie apostaba por que pudiera prosperar una alianza política entre dos autonomías gobernadas por dos partidos políticos que, cada cual en su trinchera, desprecian a diario cualquier acuerdo, incluso si se trata de un ‘pacto de Estado’. ¿Cómo iban ni siquiera a sentarse a dialogar un presidente, como el andaluz Juanma Moreno, del Partido Popular, con el socialista valenciano Ximo Puig si, además de todo, los dos se apoyan para gobernar en la extrema derecha y en la extrema izquierda? Sucedió, además, que cuando el presidente de la Comunidad Valenciana lanzó al aire la propuesta, acababa de estrenarse el mes de marzo de 2020, el año funesto, y la pandemia y el confinamiento que vinieron después borraron toda la actualidad y convirtieron en cenizas los debates de entonces.

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