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Tres razones andaluzas para adelantar elecciones
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Javier Caraballo

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Tres razones andaluzas para adelantar elecciones

Ninguno de los problemas que existen en la actualidad va a desaparecer, Feijóo ha taponado la sangría por la crisis del PP y los partidos que gobiernan suelen perder las elecciones cuando las convocan en otoño o en invierno

Foto: El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE/Julio Muñoz)
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. (EFE/Julio Muñoz)
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Domingo 26 de junio. Esa es la fecha más probable para la celebración de las próximas elecciones autonómicas en Andalucía, pasadas ya todas las fiestas de primavera, a cuatro días tan solo de que la legislatura se vuelva inhábil por el periodo vacacional. No existe ningún anuncio oficial, tan sólo razones políticas y estratégicas que hacen vaticinar el adelanto electoral por parte del presidente de la Junta de Andalucía, el popular Juan Manuel Moreno Bonilla.

La fecha precisa, el día probable, el último domingo de junio, surge, curiosamente, del convencimiento de algunos dirigentes socialistas andaluces, experimentados en mil batallas durante el largo periodo de tiempo que estuvieron en el gobierno de la Junta de Andalucía. Los cronistas que han acudido esta semana a las sesiones del pleno del Parlamento andaluz se marcharon con la misma impresión repetida por los pasillos, habrá elecciones antes del verano, pero nada más. Esta semana, además, se han conocido los datos de la última encuesta realizada, el último Barómetro electoral de la Junta de Andalucía, en el que se vaticina una holgada mayoría del centro derecha en las próximas elecciones, siempre que el Partido Popular cuente con Vox en sus planes de gobierno.

Foto: El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. ( EFE/Julio Muñoz)

El centro izquierda, por su parte, que durante tantas décadas ha sido mayoritario en esta tierra, sigue acusando el desgaste enorme de los socialistas y, sobre todo, la fragmentación exponencial de las fuerzas que se sitúan en ese espacio político. De los 109 diputados del Parlamento de Andalucía, los populares ganarían las elecciones con 43-44 escaños, muy por encima de los socialistas, que no lograrían mejorar los resultados de hace cuatro años, en torno a los 30 escaños, pese a sus constantes alertas sobre la llegada de la extrema derecha. El partido que más sube es Vox, de hecho, y con respecto al último barómetro, el de diciembre de 2021, duplica sus expectativas de voto.

En esas circunstancias, el presidente andaluz Juanma Moreno ha introducido una leve modificación en su discurso que es lo que, como exégetas de la voluntad política, ha conducido a la interpretación de que, en efecto, las elecciones se adelantarán a junio. Hasta ahora, Moreno Bonilla siempre decía que su deseo era agotar la legislatura siempre que no existiera bloqueo parlamentario. Como quiera que, esta misma semana, el Parlamento andaluz ha respaldado las tres iniciativas planteadas por el Gobierno andaluz (un decreto ley para paliar la sequía, otro sobre dependencia y el proyecto de Ley de Policías Locales de Andalucía), el presidente no puede seguir amparándose en el bloqueo para justificar un posible adelanto.

Juanma Moreno lo que sostiene ahora es que el criterio para adelantar las elecciones es otro

Con lo cual, Juanma Moreno lo que sostiene ahora es que el criterio para adelantar las elecciones es otro. Lo ha dicho así: “Lo único que podría hacerme cambiar mis planes de agotar el mandato es la situación inflacionista que estamos viviendo”. La inflación, por tanto, la crisis económica, y la necesidad de aprobar en otoño un nuevo presupuesto con el Parlamento ya renovado, será, de confirmarse, el motivo oficial del adelanto electoral en Andalucía. Pero las razones son otras y se resumen en tres:

La primera

Ninguno de los problemas o dificultades que existen en la actualidad van a desaparecer o a mejorar dentro de unos meses, sino todo lo contrario: pueden agravarse o aparecer nuevos. La legislatura andaluza, como todas, se ha visto lastrada en estos años por la terrible pandemia de coronavirus y por la crisis energética que ha sobrevenido con posterioridad, unida a la invasión de Ucrania. Todavía en Andalucía habría que sumarle a ese recuento desolador, la crisis sanitaria con la que se ‘estrenó’ el Gobierno de Andalucía por un brote de listeriosis, en el verano de 2019, por el consumo de carne mechada en mal estado. Y la sequía, que es el último problema al que ha tenido que hacer frente la Junta de Andalucía. El resultado de todo este abanico de desgracias es que la agenda política que pudieran tener al comienzo de la legislatura todos los grupos políticos desapareció nada más comenzar.

Foto: El presidente de la Junta y líder del PP andaluz, Juanma Moreno. (EFE/Román Ríos)

El desgaste del Gobierno del PP y de Ciudadanos que podría tener previsto el PSOE se ha venido abajo por la urgencia de los nuevos problemas. Las acusaciones, que se mantienen, contra la derecha por el supuesto desmantelamiento de los servicios públicos, como la Sanidad o la Educación, apenas han tenido presencia en el debate político. Además, los populares suelen desmentirlas siempre con datos de un presupuesto expansivo en esas parcelas. De forma inversa, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, ha experimentado una consolidación política extraordinaria, espoleado por las continuas comparecencias a las que obligaba la pandemia ante un público atento, como nunca, a sus palabras, y encerrado en casa durante meses, frente al televisor. Con lo cual, si las encuestas le otorgan en este momento una victoria segura y, si como sabemos, ninguno de los problemas que puedan existir en la actualidad van a desaparecer en cinco meses, cuando se agota definitivamente la legislatura, lo aconsejable es no esperar más. No sea que alguna de las variables actuales pueda empeorar…

La segunda

La elección de Alberto Núñez Feijóo como presidente del Partido Popular ha conseguido taponar la enorme sangría por la crisis del partido, cuando el enfrentamiento de Pablo Casado con Isabel Díaz Ayuso hizo que saltara todo por los aires. En un mes, contra todo pronóstico, se ha detenido la caída y en el entorno del Partido popular se vuelve a vivir un momento de euforia revivida, por la fortaleza mayor del liderazgo que aporta Núñez Feijóo a su electorado, algo que no sucedía con Pablo Casado. De hecho, la intención de adelantar a la primavera las elecciones autonómicas era ya una opinión mayoritaria entre los dirigentes del PP andaluz, pero todas las expectativas se detuvieron de golpe cuando estalló la crisis mayor en la cúpula nacional y el partido, de golpe, se vino abajo. Con las heridas cicatrizadas en el PP, los planes políticos regresan al punto en el que se encontraban.

Foto: El candidato del PSOE a la Junta, Juan Espadas. (EFE/Salas)

Incluso, la misma encuesta que antes se citaba, el último Barómetro andaluz, puede aportar a los populares más expectativas de las que se desprenden de los datos que ahí se reflejan. Por un motivo: la encuesta se realizó cuando todavía no se había elegido a Feijóo al frente del PP y, aun así, los populares andaluces consiguen una clara victoria. Es verdad que Vox duplica los escaños con respecto a la última encuesta, pero es que, en esas mismas fechas, muchos sondeos nacionales lo que otorgaban es un adelanto de la extrema derecha, el ‘sorpasso’ al Partido Popular. De modo que, si en los peores momentos para el PP nacional, los populares andaluces son capaces de consolidarse como ganadores de un sondeo, en unas elecciones anticipadas en junio el resultado podría ser aún mejor.

La tercera

Algunos dirigentes del Partido Popular de Andalucía han repasado las elecciones celebradas en España, generales y autonómicas, y han llegado a la conclusión de que los partidos que gobiernan suelen perder las elecciones cuando las convocan en otoño o en invierno. La última a la que le ocurrió fue, en esta comunidad, a Susana Díaz, que perdió el gobierno que los socialistas mantenían ininterrumpidamente desde hacía cuatro décadas por adelantar las elecciones a noviembre. Por el contrario, su antecesor, José Antonio Griñán, convocó las elecciones en marzo de 2012, en pleno estallido del escándalo de los ERE, y consiguió salvar la mayoría de izquierdas, a pesar de que fue el Partido Popular de Javier Arenas el que ganó entonces las elecciones autonómicas. Con lo cual, la conclusión es que otoño e invierno es la peor época de elecciones para quienes están en el Gobierno y la mejor para la oposición.

Las razones que pueden esgrimirse tienen que ver con el estado de ánimo de la población: en primavera o comienzos del verano la actitud vital y el espíritu del personal tiende al optimismo por una concatenación de circunstancias positivas, intangibles y tangibles, como la mejora de las temperaturas, la llegada de ferias y fiestas -sobre todo ahora que se recuperan tras la pandemia-, la expectativa cercana de las vacaciones veraniegas, y por el incremento del número de empleos, sobre todo en una comunidad como la andaluza en la que el turismo es una de sus principales fuentes de ingresos. Desde un punto de vista estrictamente sociológico, por tanto, podría decirse que el descenso del malestar, del pesimismo, de la frustración, siempre puede acabar beneficiando a quien gobierna, que es el centro de todas las críticas por el estado general de las cosas. Que ya por algo decían los italianos aquello de ‘piove, porco governo’.

Domingo 26 de junio. Esa es la fecha más probable para la celebración de las próximas elecciones autonómicas en Andalucía, pasadas ya todas las fiestas de primavera, a cuatro días tan solo de que la legislatura se vuelva inhábil por el periodo vacacional. No existe ningún anuncio oficial, tan sólo razones políticas y estratégicas que hacen vaticinar el adelanto electoral por parte del presidente de la Junta de Andalucía, el popular Juan Manuel Moreno Bonilla.

Juanma Moreno Parlamento de Andalucía