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El injusto ocaso de Ciudadanos
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Javier Caraballo

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El injusto ocaso de Ciudadanos

Han colaborado lealmente con sus socios del Gobierno andaluz y han gestionado con solvencia sus Consejerías. ¿Por qué las encuestas repiten que podrían incluso desaparecer del Parlamento andaluz?

Foto: El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el vicepresidente, Juan Marín. (EFE/Carlos Díaz)
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el vicepresidente, Juan Marín. (EFE/Carlos Díaz)
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Todos en Ciudadanos de Andalucía se preguntan lo mismo: ¿por qué? Han colaborado lealmente con sus socios del Gobierno andaluz, han gestionado con solvencia sus Consejerías, jamás han protagonizado un escándalo de irregularidades o corrupción y han aportado estabilidad a la política andaluza durante casi una década, cumpliendo fielmente el mandato de un partido liberal capaz de apoyar a la izquierda y a la derecha sin caer en sectarismos cainitas ni política de trinchera. Si no han cometido ningún error y han cumplido fielmente con lo prometido, por qué las encuestas repiten, machaconamente, que en las próximas elecciones, a finales de junio, podrían incluso desaparecer del Parlamento de Andalucía.

Foto: Moreno y Marín, durante el 16º Congreso del PP andaluz. (EFE/Miguel Ángel Molina)

¿Por qué? No se trata ya de reclamar que haya electores de otros partidos que se sientan atraídos por su cumplido balance de gestión; no, lo más grave de esta situación es que son sus propios votantes los que lo abandonan en masa, los mismos votantes que teóricamente le exigían todo lo que han cumplido. Tan severo es el castigo que ni siquiera un tercio de los votantes que tuvo en las últimas elecciones andaluzas, exactamente 659.631 votantes, parece dispuesto a apoyarlo de nuevo. De los 21 diputados que consiguieron en 2018 en la Cámara andaluza, se hundirían estrepitosamente hasta los dos escaños, en el caso de que se cumpla el sondeo que, hasta ahora, es más favorable para los liberales, el Barómetro de marzo pasado, que elabora el Centro de Análisis (Centra) de la propia Junta de Andalucía. Otras encuestas publicadas son más pesimistas aún sobre su futuro… Para más indignación, ni siquiera se valora que la nueva presidenta de Ciudadanos sea andaluza, Inés Arrimadas. ¿Quién puede explicárselo?

Lo único que no podemos hacer es relacionar los resultados de la gestión con las expectativas de voto

Quizá el problema está en que, para responder a esa pregunta, lo único que no podemos hacer es relacionar los resultados de la gestión con las expectativas de voto. Aunque parezca una contradicción, o incluso una distorsión democrática, la realidad política en España nos demuestra que en muchas ocasiones los votantes no reparan en la gestión, sino que se dejan llevar por la adscripción ideológica a una determinada fuerza política, con la que se identifican y a la que le disculpan los errores cometidos; a veces, ni siquiera cuando se trata, no de errores, sino de casos de corrupción.

De forma inversa, tampoco valoran la posibilidad de un cambio cuando lo ofrece la oposición, representada por una opción política distinta a la suya. En términos generales, este es el que, en ocasiones, denominamos ‘bloquismo’ de la política española que dio lugar, durante treinta años, al bipartidismo del PSOE y el PP y que, cuando este se desmoronó, se transformó en un sistema político igual de rígido, a izquierda y a derecha.

A los españoles, cuando se les pregunta en los sondeos, siempre les parece mal que haya confrontación y falta de diálogo entre los partidos políticos, pero luego, cuando van a las urnas, se reproduce el mismo ‘bloquismo’ que propicia aquello que detestan. Se le pueden dar muchas vueltas a la responsabilidad que tienen los dirigentes políticos en el enfrentamiento permanente, en la confrontación, que no es poca ni secundaria, pero al final siempre encontramos a una gran parte de la sociedad que, de forma histórica, se ha sumado a esa polarización. O conmigo o contra mí. Blanco o negro.

Foto: El líder de Ciudadanos en Andalucía, Juan Marín. (EFE/Román Ríos)

Esa coyuntura, por defecto, ya es abrasiva para un partido político de centro en España, como ha ocurrido a lo largo de toda la democracia y como le ha ocurrido también a Ciudadanos. Pero pueden sumarse otras motivaciones internas, que no son achacables al entorno político y sociológico en el que estamos. En gran medida, Ciudadanos ha sido un partido a medio hacer que ni siquiera llegó a la madurez como formación política. Lo ocurrido en Andalucía es una buena muestra de ello. El ascenso y el declive de esta formación política describe exactamente la misma trayectoria que la subida exponencial y el batacazo posterior de su líder fundador, Albert Rivera.

Cuando a Albert Rivera le ha ido bien, Ciudadanos ha crecido en Andalucía y, cuando se ha hundido y ha abandonado la política, Ciudadanos ha desaparecido de la sociedad andaluza, según las encuestas. Incluso de forma física, quien se presentó a las últimas elecciones andaluzas fue Albert Rivera, que era el que estaba en la mayoría de los carteles de Ciudadanos en las calles y plazas de Andalucía. Con lo cual, con todo el respeto a la persona, la cuestión en la actualidad no es por qué los andaluces que votaron a Ciudadanos dejan de votar a Juan Marín, que es el vicepresidente del Gobierno y será, de nuevo, candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía, porque nunca lo han votado a él, aunque figurase como candidato en las papeletas de voto.

Foto: El vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín. (EFE)

En la actualidad, Juan Marín, según esos mismos sondeos, es un político reconocido y bien valorado por los ciudadanos, con una nota cercana al aprobado, superior a la del resto de candidatos a excepción del popular Juanma Moreno, pero es insuficiente para contener la sangría que provocó la salida de Albert Rivera. La madurez de un partido se mide cuando es capaz de sobrevivir a sus líderes más carismáticos y en Ciudadanos, a la vista está, no ha llegado a suceder. Podría decirse que, en realidad, esa misma trayectoria es la que ha descrito Ciudadanos en toda España, y es verdad, pero la excepción andaluza, lo que hace aún más cruento el declive de Ciudadanos aquí, es que en Andalucía el partido ha sabido aislarse mejor de las tensiones internas que han provocado su ruptura en otras comunidades (como Murcia) y que el gobierno de coalición con el PP ha gozado de una estabilidad y lealtad inalterables, al contrario de lo ocurrido en Madrid o en Castilla y León.

La única realidad hoy es que en las elecciones de 2018 las crónicas señalaban que Ciudadanos fue el partido que más creció en votos y en escaños de todas las fuerzas políticas que se presentaron en Andalucía y, en dos meses, en este 2022, podría repetirse lo mismo, pero en sentido negativo. Entonces habrá caído el último bastión de Ciudadanos en España, el que le queda. ¿Por qué? Los dirigentes del partido liberal en Andalucía no paran de darle vueltas a lo injusto de este ocaso.

Todos en Ciudadanos de Andalucía se preguntan lo mismo: ¿por qué? Han colaborado lealmente con sus socios del Gobierno andaluz, han gestionado con solvencia sus Consejerías, jamás han protagonizado un escándalo de irregularidades o corrupción y han aportado estabilidad a la política andaluza durante casi una década, cumpliendo fielmente el mandato de un partido liberal capaz de apoyar a la izquierda y a la derecha sin caer en sectarismos cainitas ni política de trinchera. Si no han cometido ningún error y han cumplido fielmente con lo prometido, por qué las encuestas repiten, machaconamente, que en las próximas elecciones, a finales de junio, podrían incluso desaparecer del Parlamento de Andalucía.

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